La tormenta solar que averió el sistema mundial de telégrafo en 1859
El jueves 1 de septiembre de 1859, el astrónomo Richard Carrington, de 33 años, se encontraba en su observatorio privado. Era reconocido como uno de los astrónomos solares más importantes de Inglaterra.
En ese entonces, no había astrofotografía como la
conocemos o hacemos en la actualidad, con cámaras. Como de costumbre en días
soleados, a las 11:18 am de ese 1 de septiembre, el telescopio de Carrington
proyectaba una imagen del Sol y él dibujaba las manchas solares que veía.
Esa mañana, dibujando el enorme grupo de manchas
solares, de repente: “dos brillantes gotas de luz blanca cegadora aparecieron
sobre las manchas solares, se intensificaron rápidamente y adquirieron forma de
riñón”.
En su diario, Carrington escribió: “Corrí
apresuradamente para llamar a alguien para que presenciara la exposición
conmigo. Al regresar en 60 segundos, me mortificó descubrir que ya estaba muy
cambiado y debilitado”.
Sin embargo, él y su testigo vieron cómo las manchas
blancas se contraían hasta convertirse en simples puntos y desaparecían.
Solo habían pasado cinco minutos.
Luego de ese evento, justo antes del amanecer del
día siguiente, en todo el planeta se observaron auroras rojas, verdes y
púrpuras tan brillantes “que los periódicos se podían leer tan fácilmente como
a la luz del día”, registra la NASA.
Eran tan impresionantes que se observaban incluso en
latitudes casi tropicales sobre Cuba, las Bahamas, Jamaica, El Salvador y
Hawái.
Mientras el mundo disfrutaba de auroras en el cielo,
todos los sistemas de telégrafo “se volvieron locos”. Hasta hubo chispas que
sorprendieron a los operadores, porque era capaz de prender fuego al papel
telegráfico.
Debían desconectar las baterías que alimentaban las
líneas, aunque las corrientes eléctricas inducidas por las auroras en los
cables aún permitían la transmisión de mensajes.
Lo que Carrington observó fue la tormenta
geomagnética más grande, hasta ahora, en los registros. Por ello, recibió su
nombre, ya que fue el primero en observarlo.
Al ser un evento temporal, posteriormente, las
comunicaciones volvieron a la normalidad, aunque no se sabe con exactitud de
cuánto fueron las pérdidas / EFECTOCOCUYO.com
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