Alemania se despide de tres de sus últimas seis centrales nucleares
Alemania desconecta este viernes tres centrales nucleares, con lo que quedarán solo otras tres en funcionamiento, que deberán salir de la red dentro de un año y así culminará el plan de abandono de la energía atómica en la primera potencia económica del continente.
Las centrales de Brockdorf, Emsland y Gröhnde, las
tres en el norte de Alemania, dejarán de funcionar el último día de 2021 y a
finales de 2022 correrán la misma suerte las de Neckarshaim 2, Isar 2 y
Gundremingen C, en el sur, con lo que Alemania se convertirá en un país sin
energía atómica.
El apagón atómico se hace en medio de un consenso
generalizado -la única agrupación representada en el Bundestag que se opone
abiertamente es la ultraderechista AfD- pero el camino hacia él, que se inició
en 1998, estuvo marcado por duras controversias políticas.
Hasta 2011 hubo una línea divisoria clara en el
debate. De un lado estaban el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes que
rechazaban la energía nuclear y del otro la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el
Partido Liberal (FDP) que la defendían como parte imprescindible de la matriz
energética.
El SPD había sido, hasta la década de los 80, también
partidario de la energía atómica pero luego, con el aumento de la protesta
antinuclear marcada por la catástrofe de Chernobil en 1986, había dado un giro.
Cuando en 1998 el socialdemócrata Gerhard Schröder
fue elegido canciller al frente de una coalición rojiverde, uno de los puntos
del programa de Gobierno era la creación de un plan para el abandono de la
energía nuclear.
El abandono no podía ser inmediato, como lo querían
los más radicales entre Los Verdes, debido a la necesidad de garantizar el
suministro energético.
Schröder también se impuso que no fuera una decisión
unilateral del Gobierno sino que se diseñase un plan en consenso con los
consorcios energéticos a lo que se llegó en el año 2000.
Ese consenso fue la base de la ley que se aprobó
después, en 2001, y que contemplaba que toda central debía desconectarse
después de 32 años de funcionamiento.
En 2002, un año después de la ley, la energía
atómica representaba un 30 por ciento de la matriz energética en Alemania. El
carbón representaba el 52 por ciento y las energías renovables un 8 por ciento.
Actualmente las renovables se aproximan al 50 por
ciento de la matriz energética, mientras que la energía atómica solo representa
el 12,5 por ciento.
Sin embargo, la alta presencia del carbón en la
matriz energética, un 31,9 por ciento en el tercer trimestre, sigue siendo un
lunar del paulatino apagón atómico debido a las consecuencias negativas para la
lucha contra el cambio climático.
El ministro de Economía y Energía, el verde Robert
Habeck, ha salido al paso de quienes consideran que por ello se debe revisar la
postura ante la energía atómica.
"Si hay algún político que quiera volver a la
energía atómica entonces tiene que decir también en qué lugar de su
circunscripción quiere un depósito de desechos atómicos", dijo en una
entrevista reciente con el seminario "Die Zeit".
El rechazo a los almacenes de residuos fue uno de
los catalizadores de la protesta antinuclear y el consenso de 2000 fue con los
consorcios, que lo habían aceptado a regañadientes, y todavía no había consenso
político.
Desde la oposición la CDU/CSU y el FDP seguían
defendiendo la energía atómica. En 2010, durante el segundo Gobierno de Angela
Merkel en coalición con el FDP -el primero había sido de gran coalición con el
SPD y el llamado consenso atómico no se tocó- se aprobó una ley que prolongaba
la vida de las centrales nucleares entre ocho y catorce años.
La vigencia de esa ley no duró mucho ya que en 2011,
bajo el impacto de la catástrofe de Fukushima, Merkel cambió de postura en lo
referente a la energía atómica y apostó por volver, con algunos matices, al
plan de apagón de la coalición rojiverde.
.-
Comentarios
Publicar un comentario