Organismos prosperan a 120 grados a 1.200 metros bajo el lecho marino
Una nueva investigación ha descubierto una actividad sorprendente entre los organismos que prosperan en el suelo submarino caliente y extremadamente profundo.
Estos
hallazgos, publicados en 'Nature Communications', arrojan luz sobre las
estrategias de supervivencia de los organismos que prosperan en ese entorno
hostil y plantea la cuestión de si la vida podría sobrevivir en entornos
similares en otros planetas.
Desde el
descubrimiento de la biosfera del subsuelo profundo a mediados de la década de
1990, los científicos han estudiado las condiciones en las que los organismos
prosperan en este entorno aislado y, por lo general, carente de alimentos, y se
han preguntado qué condiciones establecen un límite a la existencia de la vida.
En 2016, un
grupo de científicos internacionales se hizo a la mar a bordo del buque
perforador científico japonés Chikyu para estudiar el límite de temperatura de
la biosfera del subsuelo profundo. Se recogieron muestras de sedimentos de una
perforación que atravesaba la zona de subducción geológica de la Fosa de
Nankai, frente a Japón.
En este
lugar, la temperatura aumenta de forma pronunciada con la profundidad hasta
alcanzar los 120 °C, una temperatura que se sugiere cercana al límite para la
vida, a 1.200 metros bajo el lecho marino. Para su sorpresa, los científicos
descubrieron una comunidad microbiana muy pequeña, pero muy activa, que
prosperaba en estas condiciones de profundidad y calor.
Los
científicos determinaron el número de células en el sedimento y midieron sus
tasas metabólicas mediante mediciones radiotransmisoras muy sensibles de la
producción de metano y la reducción de sulfato.
Descubrieron que las tasas metabólicas por célula eran
extraordinariamente altas para la biosfera profunda. Los nuevos hallazgos sobre
las muestras recogidas en 2016 están arrojando luz sobre las estrategias de supervivencia
de los organismos que viven en este duro entorno.
"Proponemos que los organismos se ven obligados a mantener un alto
recambio metabólico, que se aproxima a la actividad de los microbios que viven
en los sedimentos de la superficie y en los cultivos de laboratorio, para
proporcionar la energía necesaria para reparar el daño celular térmico",
explica Felix Beulig, de la Universidad de Bayreuth, en Alemania, que es el
autor principal del estudio.
"La
energía necesaria para reparar el daño térmico de los componentes celulares
aumenta de forma pronunciada con la temperatura, y la mayor parte de esta
energía es probablemente necesaria para contrarrestar la continua alteración de
los aminoácidos y la pérdida de la función de las proteínas", dijo la
líder del estudio, Tina Treude, profesora de geomicrobiología marina de la
Universidad de California Los Ángeles (UCLA).
No es fácil
detectar la actividad metabólica microbiana en sedimentos con menos de 500
células por centímetro cúbico de sedimento, lo que supone siete órdenes de
magnitud menos que en la media de los sedimentos superficiales.
"Trabajamos en condiciones extremadamente controladas y estériles,
y realizamos un gran número de experimentos de control simultáneamente a las
incubaciones de las muestras", explica Florian Schubert, del Centro Alemán
de Investigación en Geociencias, que realizó estos análisis como parte de sus
estudios de doctorado.
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