Asteroide que extinguió a los dinosaurios hace 66 millones de año dio vida a las serpientes
Las serpientes actuales evolucionaron a partir de
unas cuantas especies que sobrevivieron al impacto del asteroide que extinguió
a los dinosaurios y la mayoría de los seres vivos hace 66 millones de años.
“Las serpientes son uno de los grupos de tetrápodos
más exitosos, lo cual resulta un poco irónico, ya que la característica clave
de los tetrápodos (Tetrapoda significa ‘de cuatro patas’ en griego) ya no está
presente en estos reptiles en nuestros días”, explica el doctor Nick Longrich,
del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath, en el Reino
Unido.
Algunas serpientes primitivas, antepasados de las
actuales, sí que tuvieron patas, según una investigación previa de Longrich,
quien en un estudio de 2015 analizó el primer fósil conocido de una serpiente
de cuatro patas, la `Tetrapodophis amplectus´, que habitó durante el Cretácico
Inferior en el territorio que hoy ocupa Brasil.
El doctor Longrich es miembro del equipo de
investigadores de la universidad de Bath que ahora ha descubierto que las
serpientes modernas evolucionaron a partir de un puñado de antepasados que
sobrevivieron al impacto del asteroide que desencadenó la extinción de los
dinosaurios, en un fenómeno al que ha denominado ‘destrucción creativa’.
“Las serpientes son asombrosamente diversas, y en
nuestros días, con más de 4,000 especies vivas, son el grupo de reptiles más
rico en especies”, prosigue Longrich.
Según este científico, se podría suponer que el
origen de esta diversidad es antiguos, remontándose a la primera aparición de
las serpientes en la era de los dinosaurios, hace más de 100 millones de años,
pero “en realidad, las serpientes modernas parecen tener un origen mucho más
reciente”, indica.
Longrich explica que “los fósiles y el ADN (material
genético) sugieren que las serpientes modernas se extendieron por el planeta
tras la extinción masiva causada por el impacto de un asteroide a finales del
período Cretácico”, según descubrió el estudio de Bath.
Sus autores sostienen que, tras aquel impacto
devastador, las serpientes aprovecharon los ‘nichos’ ecológicos, es decir el
ambiente en el que vivían y se relacionaban con otros seres y el entorno, antes
ocupados por sus competidores, y ocuparon los hábitats que quedaron vacantes,
tras la probable extinción del 90% de todas las especies de la Tierra.
La investigación, utilizó fósiles y analizó las
diferencias genéticas entre las serpientes modernas para reconstruir la
evolución de estos reptiles, encontrando que comenzaron a diversificarse cuanto
tuvo lugar aquel impacto extraterrestre, que acabó con los dinosaurios y la
mayoría de los seres vivos.
Los autores sostienen que la capacidad de las
serpientes, algunas de ellas ciegas y con forma de gusano, para refugiarse bajo
tierra y pasar largos periodos comiendo insectos o incluso sin comida, les
ayudó a sobrevivir a los efectos destructivos del impacto.
Después, la extinción de sus competidores, incluidos
los ofidios del Cretácico y los propios dinosaurios, permitió a las serpientes
desplazarse a nuevos nichos ecológicos, hábitats y continentes.
Las serpientes comenzaron entonces a diversificarse,
produciendo linajes como las víboras, las cobras venenosas, las serpientes de
liga, las enormes constrictoras pitones y boas, explotando nuevos hábitats,
como los árboles y el mar, y alimentándose de nuevas presas.
Los fósiles analizados por los investigadores de
Bath muestran un cambio en la forma de las vértebras de las serpientes en el
período posterior al impacto, y la aparición de nuevos grupos de serpientes,
incluyendo las gigantes marinas de hasta 10 metros de largo.
“Esto es extraordinario, porque la serpientes, no
sólo sobrevivieron a una extinción que aniquiló a tantos otros animales, sino
que en unos pocos millones de años innovaron y utilizaron sus hábitats de
nuevas formas”, afirma la doctora Catherine Klein, autora principal del estudio
El estudio también sugiere que las serpientes
empezaron a extenderse por el mundo en esa época.
Para el doctor Longrich, coautor de la
investigación, la extinción podría haber actuado “como una forma de
‘destrucción creativa’, ya que al acabar con las especies antiguas, permitió a
los supervivientes explotar las lagunas del ecosistema, experimentando con
nuevos estilos de vida y hábitats”.
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