La Tierra tuvo una “explosión de vida” hace 252 millones de años
La extinción masiva de especies ocurrida hace 252
millones de años dio origen a una explosión de vida debido a una serie de
cambios evolutivos simultáneos que hicieron más ágiles e inteligentes a los
animales terrestres y marinos supervivientes.
Un estudio realizado por paleontólogos del Reino
Unido y China ha descubierto que las especies que sobrevivieron a la Gran
Mortandad, un evento de extinción masiva que ocurrió hace más de 252 millones
de años, se volvieron más ágiles e inteligentes y se adaptaron rápidamente a
las nuevas condiciones.
La extinción masiva del Pérmico-Triásico (PT),
llamada también la Gran Mortandad, marca el límite entre los períodos Pérmico y
Triásico. Fue la mayor extinción ocurrida en la Tierra: aniquiló al 95 por
ciento de las especies marinas y al 70 por ciento de las especies terrestres.
Las causas de la hecatombe biológica aún son desconocidas para la ciencia.
La nueva investigación se ha centrado en lo que pasó
con las especies supervivientes después de la Gran Mortandad y ha descubierto
que el mundo natural se recuperó vigorosamente después de la hecatombe
planetaria.
La clave de este cambio fue que los antepasados
triásicos de los mamíferos y las aves actuales se convirtieron en animales de
sangre caliente (endotérmicos), ha podido establecer la nueva investigación,
poniendo una nueva fecha al origen de la endotermia en aves y mamíferos, algo
que los biólogos todavía no saben muy buen cuándo ocurrió exactamente.
Gracias a este cambio biológico, que mejora los
procesos orgánicos, los animales terrestres supervivientes fueron capaces de
moverse más rápido, mientras que los peces, las langostas, los gasterópodos y
las estrellas de mar, se volvieron asimismo más rápidos y fuertes que sus
antepasados, después de la extinción masiva.
Para llegar a estas conclusiones, los
investigadores, Michael James Benton, de la Universidad de Bristol, y Feixiang
Wu, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados en Pekín,
analizaron conjuntos de peces fósiles del Triásico descubiertos en China, que
incluyen muchos tipos de depredadores. Los análisis realizados muestran cómo
aparecieron nuevos modos de caza mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora.
Descubrieron tiburones de estilo moderno y restos
del extinto pez largo Saurichthys, que era muy común en todo el Triásico y un
eficaz cazador de emboscada. Este pez, de un metro de largo, acechaba en mares
turbios y poco profundos y se lanzaba para atrapar todo tipo de presas en sus
mandíbulas llenas de dientes.
También descubrieron que varios grupos importantes
de peces triásicos, e incluso algunos reptiles, se convirtieron en trituradores
de conchas, con grandes pavimentos de dientes. Incluso descubrieron al pez
volador más antiguo del mundo, que piensan desarrolló sus alas para escapar de
los nuevos depredadores.
En tierra también hubo cambios revolucionarios,
observaron los investigadores. Los últimos reptiles del Pérmico generalmente se
movían despacio y usaban una especie de postura extendida, como los lagartos
modernos, donde las extremidades sobresalían a los lados. Cuando caminaban,
podían ir deprisa o despacio, y correr o respirar, pero no ambas cosas a la
vez. Esto limitaba su resistencia.
Sin embargo, cuando aves y mamíferos triásicos se
volvieron de endotérmicos después de la gran extinción masiva, provocaron uno
de los momentos más extraordinarios en la historia de la vida: un renacimiento
espectacular de la vida en la tierra y en los océanos.
La endotermia en aves y mamíferos en el Triásico
temprano a medio habría sido propiciada también por otros dos cambios: sus
antepasados adoptaron principalmente una postura erguida en este momento.
Al pararse sobre sus extremidades, como los perros,
caballos y pájaros modernos, podían dar zancadas más largas. Esto probablemente
va de la mano con cierto nivel de endotermia para permitirles moverse rápido y
por períodos más largos, consideran los investigadores.
En segundo lugar, los ancestros de aves y mamíferos
del Triásico temprano y medio tenían algún tipo de característica propia, como
pelos en la línea de los mamíferos, o plumas en la línea de las aves.
Si esto es cierto, y los nuevos descubrimientos de
fósiles parecen confirmarlo, toda la evidencia apunta a que ocurrieron cambios
importantes en estos animales a medida que el mundo se reconstruyó después de
la extinción masiva del final del Pérmico.
Eso significa que, tanto los animales terrestres
como los oceánicos, entraron en una dinámica nueva que afectó tanto a presas
como depredadores: si el depredador se mueve más deprisa, la presa también
evoluciona para poder escapar.
Y en el mar, esta misma dinámica provocó que algunos
animales desarrollaran caparazones protectores más gruesos o desarrollaron
espinas disuasorias, y también que se volvieran más rápidos en su movimiento
para poder escapar.
“Estas no son ideas nuevas”, dice Michael Benton, en
un comunicado. “Lo que es nuevo es que ahora estamos descubriendo que
aparentemente todos esos cambios estaban ocurriendo al mismo tiempo, a lo largo
del Triásico. Esto enfatiza una especie de aspecto positivo de las extinciones
masivas. Las extinciones masivas, por supuesto, fueron noticias terribles para
todas las víctimas. Pero la limpieza masiva de los ecosistemas en este caso
brindó un gran número de oportunidades para que la biosfera se reconstruyera, y
lo hizo con mayor octanaje que antes de la crisis”, concluye.
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