Las primeras variaciones genéticas que nos hacen humanos surgieron hace más de 100.000 años

 

Una nueva investigación desarrollada en España ha identificado los dos primeros momentos de la historia en los cuales distintas variantes genéticas habrían hecho única a la especie humana: uno ocurrió hace unos 40.000 años, asociado al crecimiento de la población del Homo sapiens y su salida de África. El otro, más antiguo, tuvo lugar hace más de 100.000 años, relacionado con la época de mayor diversidad de tipos de Homo sapiens en el actual continente africano.

Un estudio internacional liderado por la Universidad de Barcelona arroja luz sobre determinados momentos críticos de la evolución humana a nivel genético: los científicos han estimado ciertos períodos en los cuales surgieron y se concentraron en mayor medida algunas de las variantes genéticas que caracterizan a nuestra especie, distinguiendo al ser humano actual de otras especies de Homo.

En el nuevo estudio, dirigido por Cedric Boeckx y publicado en la revista Scientific Reports, los investigadores compararon variantes específicas de especies de Homo en una línea de tiempo, descubriendo cómo estas variantes y modificaciones genéticas se fueron acumulando en múltiples períodos. Estas variantes reflejan, por ejemplo, eventos críticos como el punto de separación entre el Homo sapiens y otras especies humanas hace alrededor de 100.000 años.

En ese marco, los resultados muestran que existieron dos momentos cruciales en los cuales la concentración de diferentes variantes genéticas marcaron a fuego la evolución humana y fueron moldeando las características que hoy definen al ser humano. Específicamente, hace 40.000 años cuando se produjo el crecimiento de la población del Homo sapiens y su salida de África, y hace más de 100.000 años, cuando se registró la mayor diversidad de tipos de Homo sapiens en esa misma zona del planeta.

De acuerdo a una nota de prensa, los especialistas analizaron variantes genéticas relacionadas con el cerebro, teniendo en cuenta que el desarrollo de este órgano fue el principal impulsor de los cambios y comportamientos asociados con la evolución del Homo sapiens, marcando el momento de su “despegue” de otras especies de Homo. Por ejemplo, estudiaron modificaciones genéticas que otras investigaciones relacionan con los cambios en el volumen del cerebelo, el cuerpo calloso y otras estructuras cerebrales que caracterizan al ser humano actual.

De esta forma, descubrieron que los tejidos cerebrales muestran perfiles de expresión génica (en referencia a cómo los genes impactan en las funciones del organismo) particulares y específicos en diferentes momentos de la historia humana. En otras palabras, identificaron cómo y cuándo ciertos genes implicados en el desarrollo neuronal se expresaron en mayor medida. Esto les permitió fechar los dos momentos genéticos críticos que habrían determinado la separación del Homo sapiens con relación a la evolución de otras especies humanas.

Al mismo tiempo, también identificaron el predominio de variantes genéticas relativas al comportamiento y la estructura facial, otras condiciones vitales en la diferenciación de nuestra especie. En ese sentido, descubrieron conjuntos de variantes genéticas que afectan a la evolución del rostro y que se habrían concentrado hace entre 300.000 y 500.000 años, un período cercano a la datación de los primeros fósiles de Homo sapiens descubiertos en Marruecos.

A partir de estos estudios genéticos, los científicos concluyen que todos estos datos sirven para comprobar una vez más que no existió una evolución lineal de la especie humana, sino que el ser humano ha vivido una evolución en mosaico: las variantes de homínidos, cada una con su nivel específico de desarrollo, coexistieron y se relacionaron en diferentes momentos de la historia.

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