Descubren crustáceos que actúan como abejas polinizadoras bajo el mar

 

La polinización puede ser mediada por animales, viento o agua. El transporte de polen más conocido es el de la abeja, que lo lleva en sus patas desde los estambres (órganos florales masculinos) de una flor hacia los estigmas (órganos florales femeninos) de otra flor, donde luego se produce la fecundación. El viento también favorece la polinización, pero sólo en un 10% en comparación con los animales. Sin embargo, en el océano este proceso realizado por animales era desconocido, hasta ahora.

Las algas rojas Gracilaria gracilis llevan una vida solitaria. Debido a su falta de movilidad, los gametos machos, o espermatia, deben navegar hacia las plantas femeninas para que se reproduzcan. Los científicos avalaban la idea de la fertilización de las algas rojas a través de las corrientes marinas, pero en un estudio publicado el pasado jueves 28 por la renombrada revista Science se planteó que esta reproducción era mediada por pequeños crustáceos de la especie Idotea balthica.

Un equipo de científicos pertenecientes al CNRS, Sorbonne Universidad, Pontificia Universidad Católica de Chile y Universidad Austral de Chile, de la unidad de investigación Franco-Chilena de Biología Evolutiva y Ecología de las Algas de la Estación Marina de Roscoff, protagonizó el hallazgo: por primera vez ha demostrado que animales marinos se involucran en el ciclo reproductivo de las algas.

Esto sugiere que “la fertilización mediada por animales podría haber evolucionado de forma independiente en ambientes terrestres y marinos”, señalan los autores del estudio. Además, es posible que la polinización sea más antigua de lo que se cree, incluso puede haber surgido en el mar antes de que las plantas llegaran al ambiente terrestre.

Para demostrar este evento de fecundación de algas rojas, los investigadores recurrieron a una serie de experimentos en laboratorio con estos diminutos crustáceos. Habitualmente ambas especies se encuentran en pozas rocosas en el Canal de la Mancha, Europa.

Se observó que “en marea baja, en aguas tranquilas, estos crustáceos se mueven de alga en alga y se alimentan del biofilm y de otras microalgas que se desarrollan en su superficie”, según un comunicado de la Universidad Católica de Chile. A lo que agrega que “cuando sube la marea, para resistir las olas, se aferran con fuerza a las algas con los agudos garfios de sus patas”. Para simular esto en laboratorio, no fue tarea sencilla.

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