La Ciencia desenmascara a los médiums explicando su 'truco' para oír a los espíritus
Por si no resultara ya de dudosa credibilidad que un
humano pueda establecer conexiones con el Más Allá y comunicarse con el alma de
los muertos, la Ciencia acaba de asestar otro golpe a los defensores de la
existencia de este mundo. Un estudio en el que participarían varios médiums y
sus clientes arroja que sus sesiones tienen poco de paranormal, explicando el
truco que permite a los profesionales del espiritismo vender su verdad.
La clariaudiencia es el fenómeno con el que la
Ciencia desenmascara a los médiums y no se trata de otra cosa que la capacidad
cerebral para recordar sonidos en nuestra memoria. Dicho de otro modo, sería
nuestro oído mental. Para entenderlo, es la manera en que reproducimos en
nuestro interior las voces, conversaciones, canciones y demás sonidos, pues
aunque no los estemos escuchando en ese mismo momentos, las percibimos con
total fidelidad.
Es precisamente esta capacidad para memorizar voces
previamente escuchadas en la que se basan los médiums. Según este estudio, no
se trata de que tengan unas capacidades paranormales, sino que simplemente
aplican una serie de técnicas para conseguir despertar nuestro subconsciente y
provocar que rescatemos esos sonidos que tenemos dentro. De hecho, su éxito
sería prácticamente imposible de no conocer previamente al detalle toda la vida
del cliente.
De este modo, más que una conexión con los espíritus
de los muertos, los médiums realmente lo que hacen es activar los procesos
mentales y psicológicos de personas predispuestas a recordar a gente que ya no
está, con lo que su mérito radica en su capacidad para aplicar técnicas con las
que consiguen hurgar en nuestra memoria auditiva.
El estudio, de hecho, también entronca la audición
de estas voces con lo que ocurre a los esquizofrénicos, estableciendo como
única diferencia entre éstos y los médiums es que unos las controlan de manera
positiva y otros no son capaces, sufriendo consecuentemente un trastorno. De
ahí que haya poco de sobrenatural en esas conversaciones con los espíritus y
mucho del desconocimiento de nuestra propia mente.
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