Llegan las Perseidas (con Luna llena)
Comenzaron
a surcar el cielo nocturno en la segunda mitad del mes de julio, pero el
verdadero espectáculo de las perseidas tiene lugar a mediados de agosto.
Reciben el nombre popular de ‘lágrimas de San Lorenzo’ porque es fácil verlas
sobre el día 10 de este mes, festividad del mártir español del mismo nombre,
pero en realidad su momento de máxima actividad tiene lugar entre el 11 al 13.
En concreto, este año en Europa será la noche del viernes 12 al sábado 13 de
agosto, con un pico alrededor de las 00:03 h (hora peninsular española), según el
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Las
perseidas son una lluvia de meteoros, comúnmente llamados “estrellas fugaces”,
de origen cometario y visibles desde todo el hemisferio norte en pleno verano.
Su
tasa de actividad puede llegar hasta las 200 por hora, aunque lo habitual es
ver alrededor de un centenar, y este año, además, serán muchas menos porque
justo el día 12 hay luna llena, lo que dificultará su observación.
“Si
las condiciones fuesen idóneas podrían llegar a verse del orden de cien estrellas
fugaces por hora, pero el brillo de la Luna será uno de los factores que
provocará que el número real de perseidas visibles descienda hasta unas
cincuenta”, apunta José María Madiedo, investigador del Instituto de
Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
En
cualquier caso, la cifra exacta de meteoros observables por hora es muy
variable. Las predicciones concretas sobre su número específico, dependiendo
del día y la hora, son difíciles de realizar y suelen estar afectadas de una
incertidumbre alta, aclara el Observatorio Astronómico Nacional (OAN-IGN).
Las
perseidas se pueden ver en cualquier parte del cielo, aunque parecen venir de
una zona concreta, su radiante: la constelación de Perseo (de ahí su nombre).
Para observadores situados en la península ibérica (latitud 40º norte), el
radiante de las perseidas se sitúa hacia el noreste por encima del horizonte
durante toda la noche.
Para
disfrutar de estas ‘estrellas fugaces’ no es necesario utilizar telescopios ni
ningún otro tipo de instrumento óptico que limite el campo de visión. Basta con
observar el cielo desde un lugar lo más oscuro posible y lejos de la
contaminación lumínica de las poblaciones. Es preferible que haya pocos
obstáculos para la vista, como edificios, árboles o montañas. Conviene dirigir
la mirada también hacia las zonas más oscuras, en la dirección opuesta a la
posición de la Luna si la observación se realiza cuando esta esté presente. Lo
más cómodo es tumbarse y esperar a que la vista se acostumbre a la oscuridad.
“Como en años anteriores es necesario encontrar un lugar alejado de los núcleos urbanos, fijar la vista en un punto del cielo y esperar pacientemente para conseguir ver alguno de los trazos luminosos de las perseidas”, comenta Miquel Serra Ricart, astrónomo del IAC, quien confirma que no es un buen año de perseidas: “La luna llena dificultará la visión de los meteoros más débiles, por lo que su frecuencia será más baja y solo observaremos las más brillantes, que seguirán siendo impresionantes”.
El
rastro del cometa 109P/Swift-Tuttle
La
lluvia de las perseidas se produce por el impacto en nuestra atmósfera de
partículas que deja el cometa 109P/Swift-Tuttle, que tiene un período de 133
años y pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Este objeto fue descubierto
en 1862, y, con un tamaño aproximado de 26 km de diámetro, es el mayor que se
acerca de forma periódica a la Tierra.
Según
describe su órbita alrededor del Sol, el cometa va dejando un reguero de gases,
polvo y escombros (materiales rocosos). Cada verano la Tierra se topa con ese
rastro cometario y algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son
atrapados por su campo gravitatorio. Durante este encuentro, algunas partículas
se desintegran al entrar a gran velocidad en la atmósfera terrestre, creando
los vistosos trazos luminosos que reciben el nombre científico de meteoros.
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