Paleontólogos españoles cuestionan la trayectoria evolutiva de nuestra especie
Bermúdez de Castro, uno de los codirectores de las
excavaciones de Atapuerca (los otros dos son Juan Luis Arsuaga y Eudald
Carbonell), acaba de publicar junto a María Martinón-Torres, directora del
Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh, con sede en
Burgos), un artículo en la revista 'Quaternary International' que pone en duda
las ideas actuales sobre el árbol genealógico de nuestra especie y, en
particular, sobre la localización geográfica de sus antecesores. Al revisar el
registro fósil, los autores no encuentran pruebas de que el continente africano
fuera el hogar del último ancestro común de los 'sapiens' y los neandertales
('Homo neanderthalensis'). En cambio, parece haber indicios que apuntan a Asia
y, en particular, a Oriente Próximo.
Vamos contra el paradigma actual que, por inercia,
afirma que todo está en África. Lo que hacemos en este artículo es mover el
cesto y hacer reflexionar a los colegas. En ciencia no hay nada resuelto, todo
es dinámico y está sujeto a las evidencias que hay", explica Bermúdez de
Castro en declaraciones a Teknautas. Cuando en los años 90 los investigadores
de Atapuerca descubrieron y definieron la especie 'Homo antecessor', que vivió
hace más de 800.000 años, la propusieron como ese ancestro común desconocido,
pero precisamente la situación de la península ibérica, en el extremo más
occidental de Europa, hizo que se descartara esta hipótesis. Parecía poco
probable que las demás especies humanas se hubieran dispersado y hubieran
evolucionado desde esta esquina tan aislada si vemos el mapa de Europa, Asia y
África en conjunto.
Desde entonces, nadie se ha atrevido a situar
ninguna rama del linaje que desemboca en nuestra especie fuera de África, pero
la realidad es que "sigue quedando la duda de dónde está el ancestro
común" de los humanos modernos, con origen en el continente africano, y de
los neandertales, vinculados tradicionalmente a Europa, pero también a Oriente
Próximo, según estudios recientes. La mayor parte de los investigadores admiten
que esa especie desconocida podría tener entre 550.000 y 765.000 años. Es
difícil precisar más porque la genética está basada en la tasa de mutación, que
es variable, y no sirve para datar.
Su ubicación tampoco está clara y esta cuestión es
la que ponen sobre la mesa Bermúdez de Castro y Martinón-Torres en el artículo
de 'Quaternary International', que revisa todos los hallazgos relevantes de
África. Para algunos autores, los fósiles del yacimiento de Jebel Irhoud
(Marruecos), con 300.000 años de antigüedad, ya se podrían considerar de 'Homo
sapiens'. En cambio, otros afirman que los primeros fósiles con los rasgos que
definen claramente a nuestra especie desde el punto de vista anatómico serían
los de Omo Kibish (Etiopía), que tienen 230.000 años. En cualquier caso, el
problema es que en este continente no se han encontrado registros que marquen
una tendencia evolutiva hacia 'Homo sapiens'. Más bien, al contrario, hay
hallazgos que se alejan mucho de ese ancestro común que debería presentar
características ya muy próximas a nosotros, por ejemplo, el cráneo de Bodo
(también de Etiopía), de hace 600.000 años.
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