Descubierta una nueva especie de dinosaurio depredador en Argentina
El descubrimiento fue publicado hoy lunes en la
prestigiosa revista paleontológica Papers in Palaeontology, luego de casi 20
años de que se encontraran los primeros restos del ejemplar que fue bautizado
“Elemgasem nubilus”, en honor al dios tehuelche y nubilus, que en latín
significa “días nublados”.
El primer autor del estudio, el becario posdoctoral
del Conicet Mattia Baiano, dijo: “Este nuevo dinosaurio carnívoro que encontramos
pertenece a la familia de los Abelisauridae y los primeros restos fueron
hallados en 2002, o sea hace 20 años. Nos tomó muchos años para su preparación
y su estudio y recién el año pasado enviamos el artículo a la revista”.
Bajo la dirección del investigador Rodolfo Coria, el
trabajo formó parte de la tesis doctoral de Baiano, en el Instituto de
Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG), parte del Conicet y la
Universidad Nacional de Río Negro, y el Museo Municipal Carmen Funes de la
ciudad de Plaza Huincul.
“Los huesos fueron hallados a unos 20 kilómetros de
la ciudad de Plaza Huincul, en la provincia de Neuquén. Las partes que
encontramos son parte de la cola (varias vértebras) y huesos de los miembros
posteriores (fémur, tibias, fíbulas y falanges del pie)”, describió Baiano, y
señaló que al estudiarlo se dieron cuenta de que se trataba de un ejemplar
inédito.
El científico añadió que, gracias a los análisis
histológicos de los fósiles, se determinó que el ejemplar es un bípedo
carnívoro que comía principalmente animales herbívoros, “tenía una edad mínima
de ocho años y, si bien era un individuo sexualmente maduro, todavía no había
terminado de crecer”.
Una
ilustración del Elemgasem nubilus, de la familia de los terópodos
abelisáuridos. Prensa Conicet / Abel Germán Montes
El Elemgasem nubilus tenía una longitud desde la
cabeza a la cola de aproximadamente de cuatro metros, y su altura se acercaba a
los dos metros; era parte los principales grupos de depredadores y es un
pariente cercano de otros terópodos abelisáuridos de la Argentina, llamados
Brachyrostra, que incluye especies como el Aucasaurus, Carnotaurus y
Skorpiovenator.
Esta familia de dinosaurios vivió entre 100 y 66
millones de años atrás, durante el Cretácico Superior, en Gondwana: un antiguo
continente formado por lo que ahora es América del Sur, la Antártida, África,
la India y Australia.
El ejemplar “pertenecía a un momento llamado
Turoniano-Coniaciano”, donde hubo “modificaciones en la flora y fauna debido a
cambios climáticos en la atmósfera y cambios químicos y físicos en el océano”,
explicó Baiano. “Estos cambios que implicaron la extinción de algunos
organismos y la aparición de otros, también ocurrieron en la familia de los
abelisáuridos y este ejemplar que encontramos es el primero a nivel mundial de
su familia en este lapso temporal”.
En ese sentido, Rodolfo Coria, director emérito del
Museo Municipal, afirmó: “Siempre la identificación de una nueva especie es un
hecho científicamente relevante, especialmente si la especie pertenece a una
familia emblemática de dinosaurios carnívoros como los abelisaurios”. Para
Coria, “Elemgasem representa una pieza clave en el rompecabezas de la evolución
de este grupo, que comenzó a armarse con los primeros hallazgos de José
Bonaparte en la década de 1980”.
Coria, que se formó como paleontólogo con Bonaparte,
el paleontólogo de vertebrados argentino más importante del siglo XX, detalló
que ya se conocían formas de abelisaurios “en horizontes más antiguos (como el
Cenomaniano) o más modernos (como el Campaniano), por lo que era predecible que
los hubiera en tiempos intermedios”. Añadió que “lo que no nos imaginábamos era
encontrar un abelisaurio de tamaño comparativamente pequeño como Elemgasem,
cuya talla es netamente inferior de la del resto de especies del grupo.”
Finalmente, Baiano dijo que el hallazgo destaca
nuevamente la importancia paleontológica de la región. En la paleontología, la
Argentina, particularmente la Patagonia, es junto con China, Estados Unidos y
Canadá uno de los lugares más importantes del mundo. “Cada año son múltiples
los nuevos descubrimientos publicados en revistas científicas internacionales y
cada vez sumamos un granito de arena más al conocimiento de la vida en el
pasado”, subrayó.
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