La NASA proyecta un laboratorio para evitar plagas marcianas
Cuando Carl Sagan imaginó cómo sería enviar seres
humanos a Marte en su libro ‘La conexión cósmica’, planteó un problema que iba
más allá del costo y las complejidades de una misión de ese calibre: la
posibilidad de que ya existiera vida en el planeta rojo y no fuera nada
amistosa.
“Es posible que en Marte haya patógenos, organismos
que, si se transportan al medioambiente terrestre, podrían causar un daño
biológico enorme… una plaga marciana”, escribió.
Este tipo de situaciones, en las que organismos
peligrosos se cuelan en muestras extraterrestres, son un ejemplo del fenómeno
conocido como backward contamination, que consiste en el riesgo de que algún
material de otros mundos dañe la biósfera terrestre.
“La probabilidad de que existan gérmenes quizá sea
pequeña, pero no podemos poner en peligro a mil millones de vidas”, escribió
Sagan.
Por muchos años, los científicos han considerado las
advertencias de Sagan en términos hipotéticos. No obstante, en la próxima
década comenzarán a tomar medidas concretas en lo que respecta a los riesgos de
la contaminación de otros mundos. La NASA y la Agencia Espacial Europea se
preparan para emprender una misión conjunta denominada Mars Sample Return. En
este momento, un vehículo explorador recolecta material, y otra nave espacial
lo recogerá para traerlo de regreso a la Tierra.
En vista de estas inquietudes, la NASA debe actuar
como si las muestras de Marte pudieran ocasionar la próxima pandemia. “Como la
probabilidad no es del cero por ciento, estamos tomando las medidas necesarias
para asegurarnos de que no exista ninguna posibilidad de contaminación”,
explicó Andrea Harrington, curadora de las muestras de Marte para la NASA.
En consecuencia, la agencia planea manejar las
muestras transportadas casi de la misma forma que los Centros para el Control y
la Prevención de Enfermedades manejan el virus del Ébola: con mucho cuidado.
En este caso, “con mucho cuidado” significa que,
cuando las muestras de Marte lleguen a la Tierra, se conservarán por un tiempo
en una estructura llamada “estación de recepción de muestras”. Los creadores de
la misión afirman que esta estructura debe cumplir una norma conocida como
“Nivel de Bioseguridad 4” (o BSL-4, por su sigla en inglés), es decir que debe
ser capaz de contener con seguridad los patógenos más peligrosos conocidos por
la ciencia. Pero no solo eso, sino que también debe estar libre de
contaminantes: en términos de funcionalidad, debe ser una sala limpia enorme
que evite que sustancias terrestres contaminen las muestras de Marte.
En el pasado, ya se han trasladado hasta la Tierra
algunos materiales de otras partes del sistema solar con fines de estudio:
rocas lunares y polvo de las misiones estadounidenses, soviéticas y chinas;
muestras de dos asteroides obtenidas por sondas japonesas; y partículas de
viento solar y un cometa recolectadas por una nave espacial. Sin embargo, Marte
presenta un riesgo de contaminación del exterior que la NASA considera
“significativo”, por lo que las muestras del planeta rojo caen en una categoría
legal conocida como “Restricted Earth-Return”, o regreso a la Tierra
restringido.
El mayor reto tecnológico es que la estación de
recepción de muestras debe cumplir dos propósitos. “Que la Tierra no toque la
muestra”, sentenció Meyer. Para cumplir este objetivo, es necesario contar con
unas instalaciones limpias, impolutas: evitar que las sustancias de la Tierra
contaminen el material de Marte y les den señales falsas a los estudios
científicos.
“Y que las muestras no toquen la Tierra”, continuó,
es decir, que no haya contaminación de otro mundo, o backward contamination.
Esa es la función de un laboratorio de máxima contención: mantener adentro lo
que está adentro.
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