La NASA prueba una especie de platillo volante inflable para llevar humanos a Marte
Cuando los robots Curiosity, Perseverance o InSight
aterrizaron en Marte tuvieron que superar una muy complicada fase de entrada en
la atmósfera y descenso a la superficie que los ingenieros de la NASA
bautizaron como "los siete minutos de terror". Ese es el tiempo del
que dispone la nave en la que viajan para pasar de los 19.000 kilómetros por
hora a dos metros por segundo.
El asunto se complicará cuando a bordo de esas naves
vayan personas, así que la agencia espacial de EEUU está ideando soluciones
para poder avanzar en ese proyecto para el que todavía no hay fecha concreta
establecida -la NASA habla de los años 30- pero sí muchas ganas que es el de
enviar humanos al planeta rojo.
Esta semana, la NASA se dispone a probar una
tecnología que podría usar en el futuro para explorar no sólo Marte sino Venus
o a Titán, una prometedora luna de Saturno en la que los científicos creen que
podrían darse las condiciones para que haya algún tipo de vida.
Se trata de una especie de platillo volante inflable
que actuaría como escudo térmico durante la entrada en la atmósfera. Ha sido
bautizado como LOFTID (siglas de Low-Earth Orbit Flight Test of an Inflatable
Decelerator) y la NASA apunta a que si la tecnología es viable, podría usarse
para llevar a personas, experimentos y equipos para futuras misiones
tripuladas. Su tamaño podría adaptarse para que aterrizaran en Marte grandes
misiones robóticas y tripuladas, y también para traer a la Tierra cargas más
grandes. El escudo que han diseñado para esta primera prueba tiene seis metros
de diámetro.
El objetivo es que el platillo volante se despliegue
en las capas altas de la atmósfera, permitiendo que la nave espacial desacelere
antes y esté sometida a temperaturas más bajas que las que tienen que soportar
en la actualidad los sistemas que se mandan an Marte.
El prototipo de este vehículo inflable despegará en la madrugada de este jueves desde el puerto espacial de Vandenberg (California) a bordo de un cohete Atlas V de United Launch Alliance que también podrá en órbita otra misión totalmente distinta, el sátélite Joint Polar Satellite System-2 (JPSS-2) que utilizará el Instituto del Océano y la Atmósfera (NOAA) para estudiar el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. Una vez se desprenda el satélite meteorológico, LOFTID será liberado también para que ensaye la maniobra de reentrada y descenso a la Tierra. Porque la prueba, eso sí, tendrá lugar en la órbita terrestre, y ensayará la tecnología entrando en la atmósfera de nuestro planeta, menos complicada que la marciana. Cuando una nave espacial entra en una atmósfera, las fuerzas aerodinámicas actúan sobre ella y le ayudan a reducir la velocidad, convirtiendo su energía cinética en calor. Pero la atmósfera marciana es mucho menos densa que la que tenemos en la Tierra, lo que supone un reto para esa desaceleración aerodinámica.
Como ha explicado la NASA en un comunicado, la
atmósfera marciana es suficientemente densa como para ofrecer algo de
resistencia, pero no permite que la nave pierda velocidad tan rápido como lo
hacen las naves que entran en la atmósfera terrestre. Por ello, la capa
aerodinámica desplegable de LOFTID -una estructura inflable protegida por un
escudo térmico flexible-, actúa como si fuera un freno gigante mientras
atraviesa la atmósfera marciana.
En teoría, este diseño permitirá que el platillo
volante comience a perder velocidad en las partes más altas de la atmósfera, de
modo que desacelerá antes y a mayor altitud, mientras experimenta un calor
menos intenso. Según la NASA, en lugar de desacelerar a velocidad hipersónicas
(25 veces más rápido que la velocidad del sonido), el descenso se produciría a
una velovidad de sólo 900 kilómetros por hora.
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