Ovnis extraterrestres: ¿qué hay detrás de este fenómeno?
En los últimos días, las fuerzas armadas
norteamericanas han derribado varios objetos no identificados que se
encontraban dentro del espacio aéreo de Canadá y EE. UU. Las primeras
declaraciones oficiales sobre su origen fueron ambiguas, sin descartar la
procedencia extraterrestre. De hecho, desde hace meses se vuelven a escuchar
noticias recurrentes sobre avistamientos de numerosos objetos volantes no
identificados, los famosos UFO u ovnis. ¿Qué hay detrás de este fenómeno?
Conocidos ahora como UAP (siglas en inglés de
Unidentified Aerial Phenomena), o como FANI en su traducción al español
(Fenómenos Aéreos No Identificados), estos eventos nos enfrentan a ciertos
miedos y, en cualquier caso, a la incertidumbre.
Posiblemente, el caso de pánico más evidente tuvo
lugar con la adaptación radiofónica en 1938 por parte de Orson Welles de la
novela de ciencia ficción La guerra de los mundos, escrita en 1898 por H. G.
Wells. La narración con su poderosa voz desató cierta alarma social en Nueva
Jersey y Nueva York en 1938, cuando numerosos oyentes creyeron que se había
iniciado una invasión por parte de alienígenas procedentes de Marte.
Desde entonces, los avistamientos de supuestas naves
extraterrestres se han sucedido de manera desigual, tanto en el tiempo como por
su dispersión geográfica. La proliferación de cámaras digitales y el uso de las
redes sociales han dado alas a algunos testimonios aparentemente enigmáticos,
especialmente cuando han sido protagonizados por pilotos de aviones, tanto
civiles como militares.
Tras décadas de ser ignorados por el mundo académico
y los estamentos oficiales, la Oficina del Secretario de Defensa de Estados
Unidos creó a mediados de 2022 el All-domain Anomaly Resolution Office (AARO),
para estudiar los avistamientos. Se centralizaban así recursos y comités que
habían investigado los fenómenos de manera dispersa durante los años
anteriores.
Los primeros informes ya están disponibles, y la
oficina tiene el encargo del Congreso de ese país de informar de manera
continua.
También la NASA ha comenzado un estudio
independiente. Está centrado en identificar los datos disponibles y buscar la
mejor manera de recopilarlos y usarlos para avanzar en la comprensión
científica de los FANI.Como el mismo nombre indica, cualquier objeto que vuele
y no se identifique claramente con una nave aeroespacial se clasifica como
FANI. Su verdadera naturaleza, si se llega a desvelar, puede ser muy variada. Incluye
tanto fenómenos naturales como otros producidos, de diversas maneras, por
artefactos humanos.
Entre las causas naturales se encuentran los
fenómenos meteorológicos o atmosféricos. Aquí tienen cabida las nubes con
formas y colores peculiares; los reflejos de la luz solar (o de algún planeta)
sobre el agua y/o las nubes; el arcoíris; el rayo verde, fenómeno óptico que se
produce justo antes de que se ponga el Sol; los parhelios, reflejos de luz
solar alrededor del astro; los arcos de Kern, círculos de luz que se forman en
las zonas frías; y los pilares solares, haces luminosos reflejados por
cristales de hielo.
Otra fuente potencial de FANI son las auroras
boreales, un fascinante espectáculo que solo se suele dar en regiones cercanas
a los polos.
La tecnología humana también los genera. Entre las
explicaciones últimas se encuentran las estelas de aviones que han sido
iluminadas de una manera particular; las producidas por los lanzamientos de
algunos cohetes espaciales (como el peculiar remolino que dejó una nave Falcon
9); globos meteorológicos (y ahora presuntamente espías); aviones y otros
ingenios civiles y militares, especialmente cuando el Sol incide sobre los
carenados desde ángulos específicos; o satélites en órbita, sobre todo aquellos
que están muy cercanos al suelo y que, por tanto, se mueven a alta velocidad
relativa al observador.
La Estación Espacial Internacional, con sus grandes
paneles solares, es especialmente visible, aunque ahora la enorme cantidad de
flotillas de satélites ha multiplicado el problema de una manera exacerbada. En
cualquier caso, incluso la investigación más exhaustiva deja cierto numero de
avistamientos sin explicación. ¿Significa ello que tienen un origen
extraterrestre?
Una alternativa para aquellos eventos que se quedan
fuera de las explicaciones anteriores se encuentra en la improbable visita de
una avanzada civilización alienígena. Después de todo, la humanidad ha
comenzado la exploración del Sistema Solar y, tal vez, su colonización.
Empezamos incluso a plantearnos los siguientes pasos más allá de sus confines.
De existir vida inteligente en otros planetas podrían haber iniciado ese
proceso mucho antes.
¿Qué nos dice nuestro conocimiento astrobiológico?
En el lado positivo, la Vía Láctea, nuestra galaxia, contiene unos 400.000
millones de estrellas, y muchas de ellas están rodeadas por su propia cohorte
de planetas. Muchos de estos deberían tener condiciones adecuadas para la
aparición de agua líquida (el ambiente prebiológico más sencillo). La rápida
aparición de vida en la Tierra apunta a una gran abundancia de ella en
multiplicidad de sistemas planetarios.
Sin embargo, el mantenimiento de la actividad
biológica, especialmente de vida pluricelular, requiere unas condiciones de
estabilidad a muy largo plazo que posiblemente no se den con facilidad.
Además, nuestras búsquedas sistemáticas de vida
inteligente mediante exploraciones con radioondas de las estrellas más
cercanas, como la iniciativa SETI, han dado resultados nulos. A pesar de las
escasas y ambiguas señales, nunca repetidas, en cientos de años luz no hay
nadie emitiendo señales artificiales hacia otros sistemas. Además, las
necesidades materiales y energéticas serían tan ingentes que probablemente
harían inviable un viaje interestelar.
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