Así es el impresionante caracol gigante africano
El caracol gigante africano (Achatina fulica) es uno
de los caracoles terrestres más grandes que existen. Puede llegar a medir 30 cm
de largo. Es oriundo de África y de muchos países tropicales, por lo que su
hábitat natural es variado. Te lo puedes encontrar tanto en regiones secas como
en áreas lluviosas y pantanos.
Aspecto: ¿cómo
es el caracol gigante africano?
Estos animales nocturnos tienen una concha cónica de
entre siete y diez centímetros de alto que acaba en punta. El color de la
concha suele ser marrón rojizo, pero puede cambiar en función de la
alimentación del animal. El cuerpo mide unos veinte centímetros de largo. En
conjunto, puede llegar a pesar 500 gramos.
En la región sudamericana también se conoce a este
caracol. Sin embargo, aquí es más pequeño, de unos diez centímetros de largo, y
pesa unos 100 gramos. La concha es más o menos el doble de alta que de ancha y
presenta espirales cónicas.
Los ejemplares jóvenes ya muestran las
características típicas de la concha que tan reconocibles son en los adultos.
El cuerpo del caracol gigante africano está dominado por un pie grande que le
permite arrastrarse. En la cabeza tiene los tentáculos y la boca. La ingesta de
alimentos tiene lugar con la rádula, que cuenta con una especie de lengua y
dientes pequeños. Los órganos se encuentran en la concha.
Diversidad de
especies: ¿qué especies y subespecies hay?
Los caracoles de la familia Achatinidae se
clasifican en varios géneros. Estos se diferencian por el aspecto de la concha,
es decir, por el tamaño, el color y la forma. En cada género, a la vez, se
distingue entre numerosas especies y subespecies. Dos especies muy famosas son
la Achatina achatina (caracol tigre gigante), de África occidental, y la
Achatina fulica (caracol gigante africano), de África oriental. Otras
subespecies populares son la Achatina immaculata, del sureste africano, y la
Achatina reticulata, que habita principalmente Tanzania y Zanzíbar.
Origen: ¿dónde
habita?
El caracol gigante africano es originario de África
y está extendido por todo el continente. En la actualidad, también habita
muchos países tropicales. Los caracoles se protegen del calor extremo y la
sequedad con un periodo de estivación. Este proceso tiene lugar en nuestros
meses de invierno, donde allí hace mucho calor. Durante este periodo reposan con
frecuencia durante días, están menos activos y apenas comen. Es frecuente que
se forme una capa de cal en la concha y que los caracoles duerman hasta varios
meses. La estivación es similar a la hibernación y su duración varía de una
especie a otra. En el caso del caracol gigante africano, simplemente se reduce
el nivel de actividad. Por su parte, el caracol tigre gigante estiva hasta diez
semanas y el Achatina immaculata es el que más duerme, con una estivación de
entre dos y cinco meses.
Alimentación: ¿qué
come?
Estos animales nocturnos se van de excursión durante
unas dos horas para buscar alimento, normalmente al inicio del crepúsculo. Se
alimentan de plantas y carroña. No son muy tiquismiquis, ya que devoran casi
cualquier cosa, ya sea fruta o verdura. Sin embargo, no deben comer cítricos
porque los ácidos son dañinos para ellos.
Si se tiene a este animal en un terrario, se lo
puede alimentar con pieles de plátano, diferentes frutas, verduras y carne de
vacuno o comida para peces en copos como fuente de proteína animal. También se
les puede dar comida para perros o gatos puesta en remojo, aunque hay que
fijarse en los componentes. Este alimento no debe contener aditivos como la sal
y el cobre. Como la concha necesita cal para desarrollarse, conviene favorecer
la ingesta de cal suplementaria, por ejemplo, con huesos de sepia.
Cuando la humedad es relativamente alta y la
temperatura supera los 24 grados, es decir, con lluvia ligera y sin radiación
solar directa, en la naturaleza también van a buscar comida durante el día. De
lo contrario, les gusta esconderse bajo tierra y descansar. Un dato interesante
es que son capaces de acordarse de las zonas donde hay comida. Si ya las han
visitado una vez, vuelven de forma recurrente para averiguar si vuelve a haber
algo para comer.
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