¿Ha comenzado la invasión? Este es el Informe Iron Mountain

ocas semanas después de su estreno mundial, Independence Day lleva camino de convertirse en la película más taquillera de los últimos tiempos. Consideraciones cinematográficas aparte, el film trae de nuevo a la actualidad el tema de una posible invasión extraterrestre. Aunque llevada a cabo solapadamente, algunos investigadores creen que ya se ha producido [1]. A pesar de pertenecer al más alto secreto, rumores, confidencias y documentos filtrados parecen señalar que tal invasión es más que simple fantasía.

Entre los seguidores del fenómeno ovni existen diversas y encontradas opiniones acerca de esta posibilidad y sus consecuencias, así como de la bondad o maldad de los visitantes espaciales; desde los que piensan que hay que prepararse para una invasión militar en toda regla, ya que esta es inminente, hasta los que ven en ellos a los nuevos mesías que nos salvarán de los yugos autoimpuestos por nuestra ignorancia.

Incidiendo sobre la película, la trama fundamental, aunque modernizada con las aportaciones de la cibernética como un arma defensiva, no es nueva. El general MacArthur hablaba abiertamente de la posibilidad de una invasión procedente del espacio exterior, incluso se rumoreó insistentemente que la causa de su inexplicable destitución tras su brillante campaña en Corea fueron sus discrepancias con Truman acerca de este tema.

En el gran congreso celebrado en 1977 en Acapulco (México) sobre el fenómeno ovni, al que asistieron prácticamente todos los especialistas mundiales sobre el fenómeno, el científico y militar retirado del Ejército húngaro, mayor Colman VonKeviczky, planteó la tesis de la invasión extraterrestre desde un punto estrictamente militar, al estilo de Independencia Day. A partir de entonces, no ha cesado de alertar a los grandes líderes mundiales de este peligro. De hecho, en la reunión que tuvo lugar en Naciones Unidas para estudiar el tema de los ovnis, VonKeviczky fue invitado y expuso allí su idea. En la actualidad, a sus 84 años [2], el militar continúa insistiendo en su tesis, y en el reciente congreso de la ciudad de México me entregó la copia de una carta del presidente Bill  Clinton en respuesta a la suya en la que le instaba a que se estudiase la probabilidad de una invasión de seres de otros planetas. El presidente le daba las gracias amablemente, aunque no pueda afirmarse a ciencia cierta si tomó en consideración alguna de sus propuestas, pese a su conocido interés por el tema de los ovnis. De hecho, se rumorea que en esta próxima campaña electoral piensa hacer público todo lo referente a la cuestión y usarlo contra su adversario, que, como buen conservador, es partidario de que siga siendo secreto. Pero ¿conocen realmente todo lo existente en materia de ovnis? Lo lógico es pensar que el presidente sí. Sin embargo, quizá la realidad sea muy diferente.

Al principio de los años cincuenta, según varios informes, el propio Gobierno norteamericano fundó un grupo formado por doce personas, llamado MJ-12 (Majestic-12), con el fin de controlar todo lo referente a los ovnis. Esta información salió a la luz de una manera extraña y ciertamente sospechosa. Aunque en 1982, Jaime Shandera recibiera un rollo de película de esta y otras muchas informaciones adicionales de gran trascendencia, la existencia de tal grupo sigue siendo hoy día motivo de controversia. Sin embargo, estas noticias supusieron un cambio en la investigación del fenómeno ovni. Stanton Friedman, científico serio y respetable, analizó los documentos concienzudamente y no le cabe duda de su autenticidad. […] Según algunos investigadores, el citado Majestic-12 habría ido desarrollando a partir de 1947 diferentes proyectos para estudiar y encubrir el tema de los no identificados. Concretamente, el proyecto Platón se creó con el fin de establecer relaciones diplomáticas y llegar a acuerdos con ellos para evitar hostilidades. Así, después del primer contacto en Holloman en abril de 1964, continuaron las conversaciones en sucesivas reuniones y el MJ-12, en representación del Gobierno norteamericano, hizo una especie de trato con una de las razas alienígenas. Este convenio consistía, a grandes rasgos, en una total libertad de movimientos en nuestro planeta, permitiéndoles el secuestro de seres humanos y animales a cambio de tecnología antigravitatoria. Este “bombazo”, informativo o desinformativo, dividió a los ovnílogos en dos bandos, por el momento, irreconciliables. Los más racionalistas creen que non hay nada de verdad en todo eso. Otros, por el contrario, aseguran que es cierto, cuando menos, en parte. Incluso se dice que el doctor Edward Teller, padre de la bomba de hidrógeno, habría estado en los túneles de Nevada trabajando en la puesta a punto de una bomba-barreno para destruir a los extraterrestres. Según la opinión de algunos, parece ser que se hallan en posesión de esta arma letal que utilizan ya en algunas bases subterráneas. Tal ingenio bélico habría sido desarrollado en virtud del proyecto Excalibur, creado en 1972, y consistía en emisiones de ondas pulsátiles de baja frecuencia y gran poder destructivo.

Ronald Reagan y los extraterrestres

En los cuatro últimos años de su mandato, el presidente Reagan habló en varias ocasiones sobre el tema extraterrestre. Una de ellas fue en 1985, en el Colegio de Fallston, cuando se dirigía a los estudiantes del centro. He aquí sus crípticas palabras: “En mi último encuentro con Gorbachov, en un momento de nuestra charla privada le dije: ‘Piense en lo fácil que sería nuestra tarea si, de repente, se presentase gente de otro planeta y amenazase a los habitantes de la Tierra. Entonces olvidaríamos las pequeñas diferencias locales que tenemos entre nosotros y de una vez para siempre caeríamos en la cuenta de que todos somos seres humanos que tenemos que vivir juntos aquí en esta Tierra nuestra”. En tres ocasiones más, Reagan habló sobre el tema de la amenaza y de nuestra obligada unión si eso sucediera. Pero ¿son estas reiterativas palabras fruto del sentido común o, por el contrario, se trata de un test a propósito de algo que se está cociendo en las altas esferas del poder? Me explicaré, aunque para ello tenga que dar un pequeño rodeo.

El Informe Iron Mountain

En 1963, se celebraron una serie de reuniones secretas, la primera y la última en un lugar llamado Iron Mountain. A ellas asistieron militares, políticos y científicos de distintas disciplinas. Se trató, entre otros, del tema de la conducción y control de las masas en épocas de paz y se llegó a conclusiones tan nefastas para la humanidad, como que las guerras eran necesarias y que una sociedad orientada hacia la guerra es mucho más estable y creativa que una sociedad pacífica. Llama poderosamente la atención en este informe que una de las maneras para controlar a las masas como sustituto de la guerra sea precisamente la amenaza de una invasión extraterrestre. El informe dice textualmente: “El más ambicioso e irreal de los programas del espacio exterior no puede de por sí generar una amenaza creíble procedente de extraterrestres. Sin embargo, se debatió mucho que tal amenaza sería la mejor esperanza para la paz al unir a la humanidad contra el peligro de destrucción por criaturas del espacio exterior”. Este punto está directamente relacionado con las palabras de Reagan.

La unión de las naciones del mundo es algo que suena muy bien, pero que entraña peligros ciertos: todos unidos bajo el Nuevo Orden Mundial, al que aludía Reagan y posteriormente Bush, seríamos una masa mucho más manipulable e indefensa. No pocos investigadores del fenómeno ovni hemos constatado y divulgado cómo el componente hostil está patente en una buena parte de la casuística. Pero también pensamos que esa hostilidad de los ovnis esté sirviendo probablemente de tapadera de varias actividades deleznables de organizaciones socialmente prestigiosas.

En los últimos años son varias las ocasiones en las que se ha pedido al Congreso de los Estados Unidos que destape todo lo referente a los ovnis, ilegalmente oculto, según el Acta de Libertad de Información. Muchos investigadores creen que la presión es ya suficiente y el tema va a estallar en cualquier momento. Siguiendo la pauta norteamericana, las organizaciones como Right to know (Derecho a saber) son cada vez más abundantes. Por su parte, la famosa serie Expediente X también ha contribuido a nivel mundial a que el gran público se interese por los ovnis y caiga en la cuenta de que las más altas autoridades son capaces de falsear los informes y archivar los casos, siempre que vayan en contra de sus propios intereses o de una falsa seguridad nacional.

El velo oficial se rasga

En 1993, Laurence Rockefeller [3], muy interesado en el fenómeno ovni, asistido por Scott Jones, su consejero en todo lo relacionado con los extraterrestres, empezó una campaña denominada White House Initiative para hacer que la Administración revelase al público todo lo que el Gobierno oculta sobre el tema. Rockefeller y Jones se reunieron en marzo de 1993 con el doctor John Gibbons –consejero de Clinton en materias científicas— y le presentaron un análisis monográfico acerca del fenómeno ovni, denominado Matrix of UFO Belief. El 4 de febrero de 1994, Rockefeller y el doctor Gibbons visitaron a Clinton para aconsejarle sobre la conveniencia de profundizar en el tema. El presidente estuvo de acuerdo y encargó oficialmente a Gibbons recopilar toda la información al respecto. Existe un amplio dosier de correspondencia entre el propio doctor Gibbons y Rockefeller, el doctor Scott Jones, oficiales de la Fuerza Aérea, Jacques Vallée y el exsecretario de Defensa de la Administración anterior, Melvin Laird. El New York Daily News publicó a propósito de un fin de se mana que Clinton pasó en el rancho de Rockefeller en Wyoming que este último estaba presionando al Gobierno para que pusiera al descubierto todo lo existente en materia de ovnis.

Estas noticias son para muchos expertos un buen augurio y la prueba de que el secreto no puede mantenerse por más tiempo. En cambio, otros no las encontramos tan positivas y esperanzadoras, sobre todo cuando vemos mezclados en ello a investigadores de los que ya nos fiamos muy poco [4]. Más bien creemos que, posiblemente, nos estén preparando para la gran mentira oficial. Ante tantas presiones es lógico que alguna gran noticia esté a punto de aparecer en los más importantes medios de comunicación mundiales. ¿Cuál será esa noticia? ¿Nos informarán simplemente de que los ovnis existen y de que están aquí? ¿Nos dirán también que tenemos que unirnos para luchar contra el invasor? En este caso, el Informe Iron Mountain habrá tenido el uso para el que un día de 1963 fue elaborado. De momento sabemos que el Gobierno norteamericano goza de la tecnología suficiente como para orquestar todo un simulacro de desembarco, naves incluidas.

Esta tecnología capaz de fabricar ovnis se copió, según algunos investigadores, de la alienígena. Las pruebas de tales prototipos secretos se estarían realizando sobre Groom Lake, una base restringida al norte de Las Vegas, en Nevada, conocida también como Área 51, habitualmente utilizada para probar aviones espía como el SR-71 Blackbird y su sucesor el Aurora. En la actualidad se sabe que tienen artefactos muy por encima de la familia de los SR-71, que, según Will Hamilton, “harían enmudecer al propio George Lucas” [5].

Otros investigadores opinan que el fenómeno es beneficioso. El científico James Hurtack admite que hay varias especies visitando la Tierra desde hace tiempo. Algunas, entre las que incluye a los causantes de las mutilaciones de ganado y ciertas abducciones traumáticas, son nefastas para la raza humana, en tanto que los que él denomina los “divinos” serían beneficiosos y estarían ayudando al hombre en su evolución.

Robert Dean admite que el componente hostil es muy grande sin justificación aparente, pero que el contacto con ellos puede ser positivo y que, además, está a punto de producirse. Igualmente, se inclina a pensar que existe algún tipo de pacto entre ciertos gobiernos y alguna raza de extraterrestres. La opinión de Dean, sin embargo, no resulta muy fiable. Su manera de actuar es, por lo menos, sospechosa: como buen militar, aunque ya retirado, puede ser que esté más activo que nunca, trabajando para su Gobierno. Lo mismo ocurre con el coronel Wendelle Stevens, cuya función en todo este juego de los ovnis no está nada clara.

El gran encuentro

Budd Hopkins [6], tan acostumbrado a tratar con personas traumatizadas por el fenómeno de la abducción con implicaciones sexuales, está aterrado, según decía hace poco. Cree, además, que la cosa va a explotar en los próximos cinco o diez años porque “hay ya demasiados híbridos”.

El psiquiatra John Mack [7], igualmente con gran experiencia en abducidos, comparte la idea de que el gran encuentro se aproxima, pero cree que, a pesar de lo negativo que es en apariencia, resulta positivo para la raza humana.

La opinión del doctor Mack no deja de ser sorprendente viniendo de alguien que, como él, conoce bien el psiquismo humano. La influencia y el dominio de una sociedad más avanzada sobre otra menos desarrollada siempre ha traído consecuencias funestas para esta última. En la reunión de astrónomos y científicos de diversas ramas celebrada en 1971 en el Observatorio Astrofísico de Byurakan (Armenia), en la que participaron 54 expertos con el objeto de estudiar la posibilidad de comunicación con inteligencias extraterrestres, alguno de ellos dijo textualmente que tal comunicación sería “un terremoto para la cultura humana y esta correría el peligro de desintegrarse”. El ex alto dirigente de la CIA, Víctor Marchetti confesó cuando ya estaba retirado, que los altos mandos militares y políticos de la nación creían que una aparición súbita de seres inteligentes procedentes de otros mundos acabaría con la gobernabilidad de los pueblos, ya que causaría una rebelión.

Tsiolkovsky, el padre de los viajes espaciales rusos, así como otros astrónomos y astrofísicos de la talla de Anthony Hewish, Zdenek Kopal y Clyde Tombaugh piensan lo mismo, y a sus nombres habría que añadir una larga lista de científicos, intelectuales e investigadores del fenómeno ovni desde hace décadas.

Posiblemente, el argumento de Independence Day, aunque dramático, sea mucho menos sórdido que lo que está sucediendo en la realidad. No hay que ser demasiado “conspiracionista” para ver claramente que estamos a merced de un grupo de cratomaníacos que, poco a poco, y por diferentes métodos, a veces muy sutiles, han ido tejiendo su fina red sin que la gran masa sospeche nada. Probablemente, debamos colocar sobre el vértice de la pirámide a los ovnis. Están ahí desde siempre, movidos por unas intenciones que se nos escapan, manejándonos como peones de un juego cuyas reglas ignoramos. De ser todo ello cierto, cabría el consuelo de imaginarnos como una pieza más de algún plan a escala cósmica. Lo que en modo alguno resulta consolador es albergar la fundada sospecha de que unos pocos, los de siempre, intentan una vez más vendernos al resto, por treinta monedas, aunque en esta ocasión estén acuñadas en cualquier lejano rincón de la galaxia.

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