Los datos de James Webb abren la puerta a una nueva Tierra
Uno de los sistemas solares más parecidos al nuestro
definitivamente parece que no cuenta con ningún planeta que albergue vida.
Con la inmensidad del universo, es bastante probable
que no estemos solos pero, de momento, no solo no hemos recibido una respuesta
o una visita de otros seres, sino que no se ha encontrado un exoplaneta
habitable, un futurible destino para cuando la Tierra no pueda más.
Y durante años, los científicos tenían la esperanza
de que el sistema estelar TRAPPIST-1, que fue detectado originalmente en 1999,
albergara en alguno de sus planetas las condiciones necesarias para que exista
vida.
De hecho la NASA ya avisó en 2017 que este sistema
estelar TRAPPIST-1 contaba con la mayor cantidad de planetas de similitud con
la Tierra, por lo que los científicos y astrónomos de todo el mundo tenían
muchas esperanzas, hasta hoy.
Y los primeros resultados que nos llegan del
telescopio espacial James Webb sobre este sistema estelar y sus planetas han
tirado por tierra cualquier tipo de esperanza, porque el exoplaneta conocido
como TRAPPIST-1b, que era el más parecido a la Tierra, no parece albergar
atmósfera y por lo tanto no contiene vida.
Así que en el caso de este planeta, el más parecido
a la Tierra “no muestra signos de una atmósfera”, explican los científicos
detrás de esta observación.
Estos planetas ya habían sido descartados antes con
la técnica espectroscopia de transmisión utilizando los telescopios espaciales
Hubble o Spitzer.
Así que estas primeras observaciones ya parecían
augurar los resultados de hoy, dado que no habían detectado características
atmosféricas en estos exoplanetas del sistema solar TRAPPIST-1, a pesar de que
los cuatro planetas más cercanos estaban en la zona habitable de su sistema
solar.
En concreto los científicos utilizaron el
instrumento de infrarrojo medio del James Webb (MIRI) para observar la
radiación de longitud de onda media a larga que emana del exoplaneta
TRAPPIST-1b.
Llegaron a la conclusión de que recibe cuatro veces
más radiación que la Tierra del Sol, lo que significa que las emisiones
térmicas del exoplaneta podrían medirse y arrojar luz sobre la atmósfera del
mismo.
Lamentablemente con las últimas investigaciones,
donde se hablan precisamente de estas observaciones, muestra que el exoplaneta
TRAPPIST-1b no cuenta con signos de una atmósfera.
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