Una anomalía del campo magnético sobre Sudamérica continúa creciendo
En un día a comienzos del 2016, un equipo de
ingenieros aeroespaciales en Japón vieron cómo su preciado satélite, lanzado 5
semanas antes, giraba fuera de control. Esperaban que la nave espacial
observara agujeros negros, cúmulos de galaxias y otras características de alta
energía, pero una serie de eventos, que comenzó con el encuentro de la nave con
la Anomalía del Atlántico Sur, se convirtió en la perdición para el proyecto.
El campo magnético de la Tierra tiene un punto débil
que se encuentra sobre América del Sur y el Océano Atlántico sur. Esta zona es
conocida como Anomalía del Atlántico Sur, y si bien no tiene efectos sobre la
población, trae serios dolores de cabeza a la ciencia aeroespacial. Cuando un
satélite atraviesa esta anomalía magnética, es bombardeado con una radiación
mucho más intensa que la que hay en cualquier otro lugar de la órbita. Y hay
razones para creer que esta abolladura en el campo magnético terrestre sólo se
está agrandando.
En el caso de la nave japonesa Hitomi, al pasar a
través de la anomalía, el sistema que controlaba la orientación del satélite
falló mientras giraba para observar un nuevo cúmulo de estrellas. La maniobra
inició una serie de errores de software que dejaron a Hitomi dando vueltas sin
parar. En poco tiempo, el satélite se rompió en 11 pedazos.
Muchos satélites en órbita cercana a la Tierra pasan
obligatoriamente por la anomalía varias veces por semana. Se calcula que el
telescopio espacial Hubble pasa el 15% de su vida en esa región, y cuando eso
sucede apaga rutinariamente sus cámaras sensibles a la luz para evitar daños.
Algunos instrumentos, como el Explorador de conexiones ionosféricas de la NASA,
también apaga los componentes eléctricos cada vez que pasa.
Pronosticar los cambios en el campo magnético
continúa siendo un desafío, y predecir su evolución no es posible más allá de
un futuro cercano. Es por eso que los científicos siguen investigando para
entender cómo cambiará el campo magnético de la Tierra. Sin el conocimiento
sobre el campo magnético, los satélites podrían perderse y las herramientas que
dependen de cuidadosos modelos magnéticos para la navegación darían información
errónea al pasar por una de estas anomalías.
Los investigadores descubrieron la anomalía del
Atlántico sur en 1958 cuando los satélites comenzaron a medir la radiación en
el espacio, aunque creen que existe desde principios del siglo XIX o antes.
Ahora, la región es conocida y aparece de manera prominente en la mayoría de
los modelos, y el verdadero debate gira en torno a lo que es lo que hará en el
futuro.
La Anomalía del Atlántico Sur se está moviendo hacia
el oeste (aproximadamente a 1 ° de longitud cada 5 años) y ligeramente hacia el
norte. Con el tiempo la diana de la anomalía pasará por Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile y Paraguay, según la información publicada en la revista EOS.
Un pronóstico del científico de la NASA, Weijia Kuang,
y del profesor del condado de Baltimore de la Universidad de Maryland, Andrew
Tangborn, muestra que, además de migrar hacia el oeste, la anomalía está
creciendo en tamaño. Dentro de cinco años, el área por debajo de una intensidad
de campo de 24.000 nanoteslas (aproximadamente la mitad de la fuerza magnética
normal) crecerá aproximadamente un 10% en comparación con los valores de 2019.
La abolladura también puede estar dividiéndose, dijo Kuang, o quizás otro punto
débil esté emergiendo de forma independiente.
Afortunadamente, no puede dañar la vida en la
superficie, dijo Kuang. "Pero si continúa debilitándose con el tiempo,
esto eventualmente puede impactarnos". El agujero en nuestro campo nos
expondría a partículas de alta energía que podrían hacer caer las redes
eléctricas y desaparecer los gases protectores en nuestra atmósfera.
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