Hallan evidencias de una especie de lobo gigante extinta que habitó Chile hace 14.000 años

El lobo gigante (Aenocyon dirus) fue una especie de cánido extinto de gran tamaño que vivió durante el Pleistoceno, principalmente en América del Norte, hace 14.000 años. Con solo un par de registros de fósiles en Sudamérica, esta es la primera vez que se hallan indicios de su presencia en Chile.

Un equipo multidisciplinario integrado por arqueólogos, paleontólogos y biólogos acaban de publicar un artículo científico en el Journal of Vertebrate Paleontology acerca del hallazgo del primer fósil de Aenocyon dirus, un ancestro del actual lobo que vivió en el Pleistoceno, hace 14.000 años. Esta es la primera vez que se encuentran vestigios de un depredador de estas características en el territorio nacional.

Los fósiles localizados corresponden a huesos de una pata trasera incompleta y fueron hallados en la Quebrada Mani, ubicada en la Pampa del Tamarugal, en pleno Desierto de Atacama. Esta evidencia se añade a la aún escasa presencia de restos de esta especie en el resto de América del Sur. Solo se han encontrado fósiles afines en Bolivia, Argentina, Perú y Venezuela.

“Es el primer registro en Chile de este tipo de lobos. Es un animal de amplia presencia en Norteamérica, por ejemplo en Rancho La Brea, Los Ángeles, California, pero muy escaso en Sudamérica. En América del Norte se sabe cuál fue su dieta, sus hábitos y con cuáles animales actuales está emparentado. Más hacia el sur, solo sabemos que debería haber llegado a Chile por la zona oeste de la cordillera de los Andes. En general, todos los carnívoros que habitan en la actualidad, incluyendo los cánidos, vienen de Norteamérica, son evolutivamente un grupo foráneo. A pesar de encontrarse repartidos por todo Sudamérica, el registro fósil de los cánidos es bien complicado de hallar, descontando algunos fósiles. Es un buen misterio”, comenta Rafael Labarca, arqueólogo, académico de la Escuela de Antropología UC, y parte del equipo que ha logrado este importante evento científico. Comparten créditos el también académico UC Claudio Latorre. El equipo científico a cargo estuvo liderado por el arqueólogo de la Universidad de Tarapacá Calogero Santoro.

Hasta ahora, se sabe que un ancestro de los cánidos actuales irrumpió rápidamente en Sudamérica hace unos 3,5 millones de años dando origen a una descendencia que incluye diez especies distintas, entre las que se pueden citar, por ejemplo, a los zorros culpeo y orejudo. Sin embargo, el hallazgo de este lobo extinto en Chile representa una importante novedad ya que esta línea de cánidos a pesar de haber aparentemente haber poblado todo el subcontinente, no se diversificó, manteniendo su linaje septentrional. Es decir, no dio origen a otras especies nativas. 

“La diferencia entre un lobo y un zorro culpeo, por ejemplo, es que el primero es eminentemente carnívoro, mientras el último puede ser omnívoro. Este lobo extinto poseía una dieta hipercanívora. Es el registro del cánido más grande extinto que se haya encontrado en territorio nacional”, explica Labarca.

El orden Carnivora tiene varias familias: félidos, úrsidos, mustélidos y cánidos, entre otros. En Chile existen fósiles de felinos, osos extintos y canidos de tamaño medio, principalmente en Patagonia. Así, no había representantes de este tipo de carnívoros: el Aenocyon dirus. Hasta ahora.

Hace 14.500, a finales del Pleistoceno, ocurren un par de eventos húmedos en la actual Pampa del Tamarugal. Llamados científicamente CAPE 1 y 2 – Central Andean Pluvial Event-, implicaron que lloviera mucho en el altiplano y que el agua comenzara a bajar por las quebradas, formando vegas y pantanos. En el caso que nos convoca, quebrada Mani, hay un abanico donde descargaban estas aguas. Este humedal atrajo no solo a carnívoros sino a caballos, perezosos y camélidos.

“Había que establecer la cadena entre herbívoros y carnívoros. ¿Quién se comía a los megaterios o caballos? No estaban entonces los carnívoros que cazaran, por ejemplo, a las crías de estos. Teníamos un desbalance en el registro de fines del Pleistoceno en Pampa del Tamarugal: muchos herbívoros y pocos carnívoros. Es cierto que siempre habrá más herbívoros que carnívoros en el paisaje, aumentando la probabilidad que se preserven los fósiles de aquellos por sobre los últimos, ya que está en directa relación a la cantidad. Esta investigación normaliza un poco la antigua cadena trófica en Pampa del Tamarugal”, explica Rafael Labarca en torno a la importancia de este descubrimiento.

Sobre el modo en que se dio con los huesos de este lobo, las condiciones ambientales de la pampa ayudaron especialmente. La sedimentación es escasa, con baja erosión. Las cosas pueden estar en superficie o muy cerca de esta por cientos o miles de años. Esto involucra, por cierto, un riesgo en vista de la irrupción de camionetas, cuyas huellas también podrían permanecer por mucho tiempo.

“Tenemos muchos puntos en torno a estos otrora humedales llenos de fósiles de animales. Ya contamos con un mapeo. A diferencia de Chile Central, donde los sitios paleontológicos están a un metro ochenta de profundidad, en el desierto es cosa de caminar y se ven los huesos blancos en superficie; hay hallazgos de huesos de megaterios, varios restos de caballo extinto, unas vertebras de camélidos, todos en torno a estos humedales, tanto en quebrada Mani como en otras similares que debieron poseer una fauna común. El registro es tan excepcional que en la pampa aún es posible dar con las bases de los troncos de tamarugos de aquellos momentos más lluviosos”, señala Rafael Labarca.

La investigación utilizó un modelo de búsqueda arqueológica, el cual partió con una reconstrucción geológica y paleoambiental en quebrada Mani, datando material vegetal y sedimentos orgánicos, permitiendo así tener claridad de la antigüedad de estos antiguos momentos de mayor pluviosidad. Posteriormente, un fragmento de fósil de lobo fue datado entregando un resultado de 14.600 años de antigüedad, lo que coincidió con el primer evento húmedo (CAPE 1), el que se desarrolló entre 17.500 y 14.200 años atrás. Es importante indicar que esta fauna no convivió con grupos humanos, los cuales fueron posteriores.

“En la zona central no se han encontrado aún restos de depredadores similares. La sedimentación es mucho mayor y la posibilidad de encontrar fósiles, por tanto, es infinitamente más baja”, concluye Labarca.

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