Las bacterias de Chernóbil muestras signos de adaptación a la radiación
Casi 40 años después del mayor accidente nuclear de
la historia –37 para ser exactos–, las bacterias abundan tanto dentro como
fuera de la zona de exclusión y muestran algunos signos de adaptación a la
radiación. Así lo revela una investigación liderada por la Universidad de
Oviedo, que acaba de ser publicada en la revista 'Environmental Pollution'. Los
científicos, con Germán Orizaola a la cabeza, del departamento de Biología de
Organismos y Sistemas, encontraron los mismo valores de diversidad y riqueza de
microorganismos en los humedales muestrados dentro y fuera del área de 30
kilómetros alrededor de Chernóbil. Se trata del trabajo más detallado sobre de
las bacterias de la central ucraniana.
"Diversos estudios han examinado el impacto del
accidente sobre la naturaleza y los procesos de renaturalización. No obstante,
pocos estudios han analizado la situación de las comunidades microbianas, a
pesar de su papel crucial para mantener las funciones de los ecosistemas debido
a su implicación en la retención y liberación del carbono y de los principales
nutrientes del suelo", explica Germán Orizaola. Hasta ahora. El trabajo de
campo liderado por la Universidad de Oviedo se desarrolló en la primavera de
2019 en diferentes zonas del norte de Ucrania.
En total, visitaron 21 humedales en los que tomaron
muestras tanto de agua, como del sedimento de las charcas y del suelo de los
alrededores para analizar la composición de las comunidades de microbios de los
tres ambientes. Una vez en el laboratorio, realizaron análisis metagenómicos y
bioinformáticos para caracterizar la composición y diversidad de las
comunidades de microorganismos de cada localidad. El estudio encontró más de
20.000 taxones diferentes de microorganismos. Los análisis mostraron que los
humedales de Chernóbil mantienen comunidades microbianas ricas y diversas tres
décadas después del accidente. "La riqueza y diversidad de las comunidades
de microbios en los sedimentos, el suelo y el agua fue similar entre los
humedales muestreados dentro y fuera de la zona de exclusión, y estos
parámetros no se vieron afectados por los distintos niveles de radiación",
apunta el investigador.
La composición de las comunidades microbianas sí
presentaba, no obstante, algunas diferencias en su composición asociadas a la
radiación, ya que algunos grupos de bacterias fueron especialmente abundantes
en las zonas con los niveles más altos de radiación. "Estos
microorganismos se correspondieron, principalmente, con bacterias comunes en
entornos radiactivos (minas de uranio, zonas de almacenamiento de residuos
nucleares…). Son capaces de reducir el uranio y otros metales, y sugieren la
existencia de patrones de adaptación a radiación a nivel de comunidad en los
microorganismos de la zona", comenta Orizaola.
El estudio se realizó en colaboración con
investigadores de la Universidad de Brown (Estados Unidos) y la Estación
Biológica de Doñana-CSIC. Germán Orizaola lleva años investigando sobre la
fauna de Chernóbil y más en concreto sobre los anfibios. El año pasado desveló,
mediante otro trabajo, que las ranas que habitan en la central de Chernóbil ya
no son verdes, sino negras. Los anfibios cambiaron el color de su piel para
protegerse de las radiaciones.
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