Una población criada en cautiverio podría salvar al Cocodrilo del Orinoco, en peligro de extinción
El cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius) es
una especie en peligro crítico nativa de la cuenca del río Orinoco en Colombia
y Venezuela. Es una de las especies de cocodrilos más grandes del mundo,
alcanzando longitudes de hasta siete metros. A pesar de su impresionante
tamaño, también es el más amenazado y menos estudiado de los cocodrilos del
Nuevo Mundo.
La especie se ha enfrentado a una severa disminución
de la población debido a la sobreexplotación comercial de su piel, que fue muy
buscada por la industria de la moda de Europa, Estados Unidos y Japón en el
siglo XX. Como resultado, la población mundial estimada actual es de menos de
250 individuos adultos.
Reconociendo el estado crítico de la especie, el
herpetólogo Federico Medem estableció un programa de cría en cautiverio para el
cocodrilo del Orinoco en 1971 en la Estación Biológica Tropical Roberto Franco
(RFTBS) en Villavicencio. Actualmente, la RFTBS alberga a más de 600
individuos, lo que la convierte en el stock más grande de esta especie y el
único en Colombia. Sorprendentemente, podría haber más cocodrilos adultos allí
que en la naturaleza.
A pesar del éxito del programa de cría en
cautiverio, la reintroducción de animales en la naturaleza ha sido un desafío.
Esto se debe principalmente a la falta de una caracterización genética integral
que pueda determinar si la población es genéticamente viable y no presenta
signos de endogamia, lo que puede resultar en una aptitud reducida a nivel
individual y poblacional. Para garantizar la reintroducción exitosa de la
especie, era crucial contar con una evaluación genética sólida y concluyente
que confirmara la salud y viabilidad genética de la población.
"Sentimos la urgencia de determinar la
viabilidad genética de la población para proceder con la reintroducción de
animales y establecer nuevas poblaciones de la especie en Colombia. Por lo
tanto, realizamos una caracterización genética integral utilizando marcadores
moleculares de rápida evolución en un muestra de 551 cocodrilos”, explica Ana
María Saldarriaga, ex investigadora de la Universidad Nacional de Colombia y
actualmente cursando un doctorado. en la Universidad de Fordham.
"Nuestros hallazgos mostraron que los
individuos dentro de la población poseen suficiente diversidad genética y son
adecuados para los esfuerzos de reintroducción, así como para mantener y
mejorar la variabilidad genética de la población ex situ".
“Demostramos
que los datos moleculares podrían usarse para mejorar la gestión de los
programas de conservación ex situ mucho más allá de lo que podría lograrse solo
con la información del pedigrí”, escriben ella y sus colegas en un estudio
recién publicado en la revista Nature Conservation.
Con base en los hallazgos de este estudio, el
gobierno colombiano, junto con otras instituciones y agencias de conservación
públicas y privadas, puede utilizar los individuos identificados en esta
investigación para iniciar el establecimiento de nuevas poblaciones en regiones
donde la especie se ha agotado por completo.
"Hoy en día, se reconoce ampliamente que los
principales depredadores, como los cocodrilos, desempeñan un papel fundamental
en los ecosistemas acuáticos y terrestres. Tienen un impacto significativo en
el ciclo de nutrientes, regulan las poblaciones de peces y contribuyen a
importantes procesos de ingeniería entre ecosistemas". afirmó Mario
Vargas-Ramírez, profesor del Instituto de Genética de la Universidad Nacional
de Colombia y director de la RFTBS.
“Por lo tanto, la reintroducción del cocodrilo del Orinoco
a la región del Orinoco es una prioridad urgente. Además, dado que el cocodrilo
del Orinoco se considera una especie paraguas, sus esfuerzos de recuperación y
conservación tendrán un efecto positivo en cascada, protegiendo a una gran
cantidad de especies que coexisten en el mismo ambiente".
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