EEUU crea la máquina de rayos X más potente de la historia que conseguirá imágenes moleculares nunca vistas
Tras una década de trabajo, la actualización de la
máquina de láser de rayos X Linac Coherent Light Source II (LCLS-II) del SLAC
National Accelerator Laboratory de California, en EEUU, ya está lista para
funcionar. Este aparato genera rayos X 10.000 veces más brillantes que el
modelo anterior y funcionará como un microscopio superpotente que permitirá
observar y estudiar en profundidad materiales cuánticos, sistemas biológicos o
la física atómica.
La segunda versión del LCLS produce sus rayos X
gracias a un complejo sistema de láseres, imanes, microondas y electrones. El
LCLS-II produce rayos X que son mil millones de veces más brillantes que los
utilizados en las consultas médicas gracias a un tubo metálico de tres
kilómetros de longitud con un revestimiento de niobio por el que viajan los
electrones. Al igual de cómo ocurría con el modelo anterior, el LCLS-II genera
electrones que luego se aceleran en el interior del tubo. Luego entran en un
ondulador que los hace oscilar hasta que lanzan rayos X de lado a lado.
El proceso arranca, explica New Scientist, aplicando
un láser ultravioleta para expulsar electrones de una placa de cobre antes de
acelerarlos con un dispositivo que emite intensos pulsos de microondas. Luego,
esos electrones se mueven por un laberinto compuesto por miles de imanes que
provoca que se aceleren de un lado a otro y emitan rayos X en ráfagas
predecibles y perfectamente controladas. Esto permite a los investigadores
dirigir los pulsos de luz hacia el objetivo y conseguir imágenes precisas de la
estructura interna de los objetos que están estudiando.
A diferencia
de lo que ocurría con el modelo anterior, el LCLS-II cuenta con 37 módulos bajo
tierra que tienen un refrigerante de helio líquido que enfría el larguísimo
tubo de metal a unos -271 °C. Esta temperatura permite que el metal pueda soportar
la enorme exposición a los electrones sin problema.
Además, el equipo utiliza microondas para alimentar
un campo eléctrico oscilante que resuena en el interior de estas cavidades y
que se sincroniza con el ritmo de los electrones que pasan a través de ellas
transfiriendo energía. Esto hace que cuando los electrones pasan por los 37
módulos aceleren hasta una velocidad cercana a la de la luz. Uno de los grandes
retos del sistema es que necesita de una gran precisión para funcionar. Según
explica Mike Dunne, director del SLAC, los imanes que rodean el laberinto
tienen que calibrarse con extrema exactitud para que los pulsos de rayos X
tengan la forma correcta. Un proceso que les ha llevado 12 meses de trabajo y
en el que han tenido que calibrar todas las piezas de la máquina para aumentar
su potencia. "Cada una de las piezas de este sistema tenía que funcionar a
la perfección simultáneamente", dice Dune.
El anterior modelo, el LCSL-I, ha conseguido avances
científicos como reproducir las condiciones de temperatura del núcleo de una
estrella, obtener las primeras imágenes de virus intactos o hervir el agua
hasta convertirla en un plasma más caliente que el interior de la Tierra. El
nuevo sistema, está diseñado para tomar imágenes de objetos microscópicos en
alta resolución en muy poco tiempo. Además de ser 10.000 veces más brillante
que el anterior, es capaz de disparar un millón de ráfagas al segundo, mucho
más rápido que las 120 por segundo que conseguía el modelo original.
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