El turismo espacial debe superar un apestoso reto
Las empresas privadas ya se adentran en el maravilloso mundo del turismo espacial.
Estos viajes todavía son una suerte de privilegio
para pocos, ya que sus costos son imposibles para una persona común, que tiene
un salario de trabajador convencional.
Uno de los retos para que se normalicen, es
encontrar las vías para reducir la cantidad de dinero que debe entregar una
persona que quiera salir hacia la órbita de la Tierra.
Todavía no es cosa fácil. Xataka reseña en una nota
que lo máximo que han logrado reducir en costos de materia espacial (hablando
solo de cargas útiles para las agencias espaciales) son unos 1.500 dólares por
kilo que se lleve hasta la Luna o la Estación Espacial Internacional (ISS por
sus siglas en inglés).
Pero de lo que venimos a hablar en esta reseña es
algo mucho menos común que los costos. Hay reto que las agencias que ofrecen
turismos espacial quieren superar. Se trata del olor en el espacio, que de
acuerdo con el testimonio de más de 250 astronautas no es nada agradable.
Apesta. Así lo dicen, sin tapujos. ¿Por qué? La
lógica dice que no hay gases ni aire que puedan desprender un aroma
característico, por lo que sólo existe vacío. Además, como hacen para oler los
astronautas, si en las afueras no se pueden sacar la protección.
Dicen los que han viajado al espacio, que cuando
ingresan a la ISS después de una caminata por los exteriores. Diferentes
sustancias se pegan a sus trajes y eso es precisamente lo que detecta su
olfato.
Los astronautas describen de manera diferente la
cantidad de olores que pueden captar cuando ingresan a la nave y se quitan el
traje. “Metal quemado, pastillas de freno, pólvora, galletas de almendras
quemadas, una barbacoa y hasta una carrera de Nascar”, entre otras.
“Es como algo que nunca antes había olido , pero
nunca lo olvidaré. Lo puedo comparar con humos de soldadura”, dijo Kevin Ford,
astronauta de la NASA en una entrevista del 2009.
Sin embargo, esto merece un estudio ya que el olor
viaja a través del aire y precisamente este elemento no está presente en el
espacio. Entonces, habría que analizar con detalle si existe un mecanismo capaz
de captar el olor del espacio, cuando el astronauta está afuera.
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