La partícula de Higgs podría haber acabado ya con el universo: ¿por qué seguimos aquí?
A pie de Tierra, el universo parecer estable. No
podría ser de otro modo. Hace al menos la friolera de 13 700 millones de años
que persiste. Sin embargo, a medida que los expertos indagan más sobre las
partículas cuánticas y su papel en el cosmos, la estabilidad se tambalea. Los
experimentos sobre la partícula de Higgs (o bosón de Higgs) y el campo de Higgs
muestran que algo pudo y podría salir mal.
Aún hoy la inestabilidad de una única partícula
fundamental, el bosón de Higgs, nos coloca ante la inquietante posibilidad de
que el cosmos llegue a su fin convirtiéndose en en burbujas.
De qué se ocupa el bosón de Higgs
El bosón de Higgs es responsable de la masa y las
interacciones de todas las partículas que conocemos.
Y esa masa depende de la interacción de partículas
elementales con un campo, denominado campo de Higgs.
Como el bosón de Higgs existe, sabemos que ese campo
fundamental para que las partículas interacciones entre ellas existe.
El campo en el que nos sumergimos
Se puede pensar en este campo como en un baño de
agua perfectamente inmóvil en el que nos sumergimos. Tiene propiedades
idénticas en todo el universo. Esto significa que observamos las mismas masas e
interacciones en todo el cosmos. Esta uniformidad nos ha permitido observar y
describir la misma física a lo largo de varios milenios (los astrónomos suelen
mirar hacia atrás en el tiempo).
Pero lo más inquietante es que este campo
fundamental tiene que ser exactamente como es. Si su estado energético fuera el
más bajo posible, según los físicos, en teoría, podría cambiar de estado y si
eso ocurriera las leyes de la física se alterarían drásticamente.
La burbuja
Tal cambio es lo que ocurre cuando el agua se
convierte en vapor, formando burbujas en el proceso, es lo que los físicos
llaman una transición de fase. Si este cambio se produjera, el campo de Higgs
crearía burbujas de espacio de baja energía con una física completamente
diferente.
En una burbuja así, la masa de los electrones
cambiaría de repente, al igual que sus interacciones con otras partículas. Los
protones y neutrones, que componen el núcleo atómico y están formados por
quarks, se dislocarían de repente. Esencialmente, si se experimentara un cambio
así nadie ni nada quedaría por aquí para contarlo.
El riesgo de cambio es constante
Mediciones recientes de masas de partículas en el
Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN sugieren que tal evento podría ser
posible. Pero que no cunda el pánico; es posible, sí, pero en unos miles de
miles de millones de años. Por eso, en los pasillos de los departamentos de
física de partículas se suele decir que el universo no es inestable, sino más
bien “metaestable”, porque el fin del mundo probablemente llegará, pero no
llegará pronto.
Para formar una burbuja, el campo de Higgs necesita
una buena razón. Debido a la mecánica cuántica, la teoría que rige el
microcosmos de átomos y partículas, la energía del Higgs siempre fluctúa. Y es
estadísticamente posible (aunque improbable, por eso llevaría tanto tiempo que
ocurriera) que el Higgs forme una burbuja de vez en cuando.
¿Y si entra en juego una energía extra?
La historia es diferente, y ya no sería tanta la
improbabilidad, en presencia de fuentes de energía externas como campos
gravitatorios fuertes o plasma caliente (una forma de materia compuesta de
partículas cargadas). El campo de Higgs podría tomar prestada esta energía
extra para formar burbujas más fácilmente.
Por lo tanto, aunque no hay razón para esperar que
el campo de Higgs forme numerosas burbujas hoy en día, una gran pregunta en el
contexto de la cosmología es si los ambientes extremos poco después del Big
Bang podrían haber desencadenado tal burbujeo.
Los datos apuntan a que en ese momento, cuando el
universo estaba muy caliente y había energía disponible para ayudar a formar
las destructivas burbujas de Higgs, esos efectos térmicos también sirvieron al
mismo tiempo para estabilizar el Higgs modificando sus propiedades cuánticas.
Así que este calor no pudo desencadenar el fin del universo, que es probablemente
la razón por la que todavía estamos aquí.
El dilema de los agujeros negros primordiales
Nuestra nueva investigación que acaba de ser
aceptada para su publicación en Physical Letters, demuestra que existe una
fuente de calor que provocaría constantemente ese burbujeo indeseable del campo
de Higgs (sin los efectos térmicos estabilizadores observados en los primeros
días tras el Big Bang). La fuente de este calor podrían ser agujeros negros
primordiales, un tipo de agujero negro que hipotéticamente surgió en el
universo primitivo a partir del colapso de regiones demasiado densas del
espacio-tiempo.
A diferencia de los agujeros negros normales, que se
forman cuando las estrellas colapsan, los primordiales podrían ser diminutos,
tan ligeros como un gramo.
La existencia de estos agujeros negros ligeros es
una predicción de muchos modelos teóricos que describen la evolución del cosmos
poco después del Big Bang. Esto incluye algunos modelos de inflación, que
sugieren que el universo aumentó enormemente de tamaño tras el Big Bang.
El dilema y la solución
Sin embargo, demostrar esta existencia conlleva una
gran advertencia: Stephen Hawking demostró en los años 70 que, debido a la
mecánica cuántica, los agujeros negros se evaporan lentamente emitiendo
radiación a través de su horizonte de sucesos (un punto al que ni siquiera la
luz puede escapar).
Hawking demostró que los agujeros negros se
comportan como fuentes de calor en el universo, con una temperatura
inversamente proporcional a su masa. Esto significa que los agujeros negros
ligeros son mucho más calientes y se evaporan más rápidamente que los masivos.
En particular, si en el universo primitivo se formaron agujeros negros
primordiales más ligeros que unos pocos miles de miles de millones de gramos
(10 000 millones de veces más pequeños que la masa de la Luna), como sugieren
muchos modelos, ya se habrían evaporado.
En presencia del campo de Higgs, tales objetos se
comportarían como impurezas en una bebida gaseosa, ayudando al líquido a formar
burbujas de gas al contribuir a su energía mediante el efecto de la gravedad
(debido a la masa del agujero negro) y la temperatura ambiente (debido a su
radiación Hawking).
Cuando los agujeros negros primordiales se evaporan,
calientan el universo localmente. Evolucionarían en medio de puntos que podrían
ser mucho más calientes que el universo circundante, pero aún más fríos que la
temperatura Hawking típica.
Lo que demostramos, utilizando una combinación de
cálculos analíticos y simulaciones numéricas, es que estos puntos calientes
harían burbujear constantemente el campo de Higgs. Y, con esto, el fin.
Pero todavía estamos aquí. Así que hay que mirar lo
observado desde un punto de vista radicalmente distinto. Esto significa que es
muy improbable que tales objetos hayan existido alguna vez. De hecho,
deberíamos descartar todos los escenarios cosmológicos que predicen la
existencia de agujeros negros primordiales.
Eso, por supuesto, a menos que descubramos alguna
prueba de su existencia pasada en la radiación antigua o en las ondas
gravitacionales. Si se encuentra puede ser aún más emocionante. Eso indicaría
que hay algo que no sabemos sobre el bosón de Higgs; algo que lo protege de
burbujear en presencia de agujeros negros primordiales en evaporación. Podría
tratarse, de hecho, de partículas o fuerzas completamente nuevas.
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