La sequía en la Amazonía corta el tránsito fluvial y deja a las comunidades sin provisiones
Una fuerte sequía ha puesto al estado brasileño de
Amazonas en emergencia. La cantidad de agua en ríos y lagos de la cuenca llegó
a niveles muy bajos, sin precedentes, en el mes de septiembre. Esto ha
restringido el traslado de personas y de provisiones por barco, lo que
dificulta aún más que las comunidades remotas accedan a instalaciones
sanitarias y educativas, y deja a miles de personas con falta de agua y también
de provisiones.
Además de la crisis humanitaria, la fuerte sequía
también es responsable de la muerte masiva de peces y de delfines rosados.
También se evidencia preocupación por los incendios forestales. Esta situación
podría empeorar de manera drástica para fines de octubre, cuando se espera que
la sequía esté en su nivel más alto.
Por lo general, la Amazonía recibe menos
precipitaciones durante la actual época del año. Pero la sequía de 2023 se ha
visto exacerbada por dos sucesos naturales simultáneos que limitan la formación
de nubes, lo que reduce aún más la ya baja precipitación en la zona.
Uno de estos fenómenos es El Niño, el calentamiento
anormal de la superficie del agua en el océano Pacífico ecuatorial, que produce
corrientes de aire de este a oeste sobre la pluviselva amazónica. Otro factor es
el calentamiento de las aguas del océano Atlántico tropical norte, que crea
vientos de norte a sur a lo largo del bioma. Estas corrientes de aire son un
obstáculo para la formación de nubes de lluvia.
“Con los dos fenómenos en simultáneo, tenemos una sequía
más intensa, que también afecta a un área más amplia del bioma amazónico”,
explica a Mongabay por teléfono Renato Cruz Senna, meteorólogo e investigador
en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA, por sus
siglas en portugués), en Brasil.
El nivel crítico de los ríos en la Amazonía es un
problema grave. La navegación por ríos es el método principal de transporte a
lo largo y ancho de la pluviselva más grande del mundo, y el único medio de
acceso para muchas comunidades (en especial en la zona occidental del bioma,
con poca conexión terrestre).
Coari es uno
de los municipios amazónicos que, actualmente, sufre la falta de alimentos y de
otros productos de primera necesidad. Imagen cortesía de Defensa Civil de
Amazonas.
El tránsito de embarcaciones por los ríos
principales (Amazonas, Solimões, Negro, Branco, Madeira, Purus y Juruá)
abastece de productos de primera necesidad, trasladados de otras partes de
Brasil a toda la región (desde alimentos, como frijoles y carne, hasta materiales,
como cemento y hierro). Las mismas rutas se utilizan para transportar
mercancía, desde televisores y bicicletas fabricadas en la Zona Franca de
Manaos hasta granos para la exportación.
Las autoridades sostienen que el 90 % de las
embarcaciones regulares está operando con algún tipo de restricción en el
estado de Amazonas, el cual ha ordenado limitar las cargas a la mitad.
El municipio de Benjamin Constant, a unos 1120
kilómetros de Manaos, capital del estado de Amazonas, ha quedado aislado por la
sequía. Se ubica en la confluencia de los ríos Solimões y Javari. Este último
forma la frontera entre Brasil y Perú. Los niveles de agua han caído tanto en
esa zona que han aparecido enormes bancos de arena en medio de los ríos, lo que
hace imposible la navegación, incluso hacia el municipio vecino de Tabatinga.
“La situación es delicada, con riesgo de escasez
total si el río continúa descendiendo —explica a Mongabay David Bemerguy,
alcalde de Benjamin Constant—. Es la peor sequía que se ha visto aquí, porque
el río tiene más bancos de arena y menos navegabilidad”.
Además de la escasez de agua potable, gas, alimentos
y otros productos de primera necesidad, el municipio, de 37 000 habitantes,
enfrenta un creciente problema de salud pública.
“Han empeorado los casos de enfermedades
respiratorias, diarrea y otros problemas de salud asociados con la sequía.
Dependemos de la conexión fluvial para ayudar a los pacientes. La situación
actual es impensada”, sostiene Bemerguy.
El 26 de septiembre, el gobierno federal desembolsó
41 millones de reales (8,2 millones de dólares) para dragar 8 kilómetros del
Solimões y restablecer la conexión entre Benjamin Constant y Tabatinga.
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