Un terraplanista asegura que cada persona tiene su propio Sol y sí, hay quien todavía lo cree
Unos días atrás –principios del mes de noviembre– un hombre terraplanista plantó un desafío a la teoría heliocéntrica propuesta a mediados del siglo 16 por el astrónomo Nicolás Copérnico (1473-1543), según la cual el Sol es un punto estático, y la Tierra y el resto de los planetas del Sistema Solar giran a su alrededor.
A las puertas de una convención de terraplanistas
celebrada en La Vegas, el hombre aseguró que, tal como lo conocemos, el Sol no
existe, sino que existe un Sol individual para cada persona en este mundo.
Así se lo dijo al comediante Jason Selvig, del dúo
de comedia política estadounidense The Good Liars, en un video que generó
cuatro millones y medio de visitas en apenas dos días.
Dicha tesis –no precisamente de inspiración poética
o filosófica– va dos o tres pasos más allá de la noción ya generalizada entre
el común de los terraplanistas de que el Sol gira alrededor de una Tierra plana
y no redonda.
“Cada quien tiene su propio Sol; hay un Sol distinto
para cada quien”, le explicó el hombre a Selvig que, sin salir de su estupor y a
la luz de la revelación, le preguntó si el Sol que ellos estaban viendo en ese
momento en Las Vegas era distinto del que se estaba viendo a esa hora en Nueva
York.
Efectivamente: no todos estamos viendo el mismo Sol,
sino el Sol que cada uno de nosotros ve en el cielo.
Dicho de otro modo, hay tantos soles como personas
en el mundo: más de siete mil millones. Además, dijo el hombre, el Sol se
encuentra a sólo 80 kilómetrosde distancia de la Tierra, y no a 150 millones
como se calculó en el siglo 16, y nos lo han enseñado desde niños.
Ahora bien, si hay un distancia tan corta entre el
suelo y el Sol, ¿por qué los aviones no se estrellan con él cuando vuelan por
los aires?
La explicación de este buen terraplanista de barba
blanca es sencilla: con el Sol ocurre como con el arco iris que “cuanto más te
acercas a él, más se aleja de ti”.
¿En qué cree
el movimiento terraplanista? En muchas cosas pero fundamentalmente en que
nuestro planeta azul no es esférico sino que posee una forma plana similar a un
disco o, como suelen decir algunos terraplanistas con fines pedagógicos, una
panqueca en cuyo centro se sitúa el Polo Norte.
Aunque desacreditada hace más de dos mil años, la
creencia de la Tierra como una superficie plana se remonta a lo más lejano del
mundo antiguo, digamos el antiguo Egipto, Mesopotamia, Babilonia, India o
China.
Esto comenzó a cambiar en los tiempos de la antigua
Grecia cuando, entre otros, el filósogo Aristóteles (384 a. C. - 322 a. C.)
concluyó, basado en sus observaciones de las estrellas, que la Tierra debía ser
una esfera.
Un siglo más tarde, el matemático y astrónomo
Erastótenes (276 a. C. - 194 a. C.) calculó la circunferencia del planeta con
notable precisión, ganándose así el mérito de ser “el griego que demostró que
la Tierra es redonda”.
En fin, lo que parecía una discusión zanjada por la
humanidad –incluyendo en la Edad Media–, volvió a abrirse en la década de 1830
cuando el escritor británico Samuel Rowbotham (1816–1884) resucitó la idea de
la Tierra plana como reacción contra el rápido progreso científico que se
experimentaba en ese momento.
Bajo el seudónimo de “Parallax”, Rowbotham publicó
en 1849 un panfleto titulado Zetetic Astronomy (Astronomía Zetética), y más
adelante, en 1864, amplió sus ideas en el libro Earth Not a Globe (La Tierra no
es un globo), un texto en el que se basan la mayoría de las teorías sobre la
Tierra plana.
En Earth Not a Globe, Parallax –o Rowbotham–
planteaba la teoría de la Tierra como un disco circular y sostenía que el Sol,
la Luna, los planetas y las estrellas estaban a unos pocos miles de kilómetros
(entre 4.500 y 4.900) sobre la Tierra.
Al matemático, geógrafo y astrónomo griego
Erastótenes, que midió hace más de 2.000 años la circunferencia de la Tierra
con notable precisión, se le considera "el griego que demostró que la
Tierra es redonda”. (Foto: Wikimedia Commons)
Unos 150 años han transcurrido desde aquellos textos
iniciáticos de Parallax hasta los comentarios de Tila Tequila en Twitter/X.
Y a pesar de que en ese tiempo se han mostrado todas
las evidencias científicasde que la Tierra es redonda, la noción de una Tierra
plana sigue viva en los tiempos modernos y con un ímpetu inusitado en las redes
sociales.
Una encuesta realizada en 2017 por Public Policy
Polling halló que el 1% de los estadounidenses (más de tres millones de
personas) creían que la Tierra es plana y un 6% adicional (más de 18 millones
de personas) dijo no estar del todo seguro.
En los últimos años se han celebrado congresos anuales
de terraplanistas en distintas ciudades de Estados Unidos, así como en Brasil,
Inglaterra e Italia. Al parecer, según los organizadores de estos encuentros,
cada vez hay más gente interesada en desentrañar las verdades ocultas sobre la
forma del planeta en que habitan.
Hay que decir que los terraplanistas no son un grupo
monolítico y tienen visiones distintas, particulares, del tema.
Aun así, la mayoría coincide en la convicción de que
hay una poderosa conspiración global empeñada en ocultar que, en el centro de
ese disco que es la Tierra, está el Polo Norte, y que el Polo Sur (la
Antártida) circunda el exterior del disco, digamos detrás de la gran pared de
hielo.
Esa sería la razón, dicen, por la que los gobiernos
tienen ahora bases militares en el Polo Sur.
Algunas de las creencias –válidas o no– de los
teóricos terraplanistas incluyen:
El gobierno, los medios y la NASA nos ha mentido por
años. En consecuencia, la llegada del hombre a la Luna y, en general, los
viajes espaciales, han sido un engaño.
Una teoría terraplanista sostiene que la Tierra,
además de ser plana, se expande infinitamente en todas direcciones y no tiene
bordes ni fronteras.
Además, la gravedad no es una fuerza real o una
fuerza fundamental, sino una ilusión o una sensación causada por la aceleración
de la Tierra hacia arriba. O por la densidad de los objetos.
Muchos creyentes en la Tierra plana argumentan que
el Sol y la Luna no son objetos celestes distantes: están mucho más cerca de la
Tierra y se mueven en un patrón circular sobre el plano.
Otros más bien defienden la idea que el Sol, la Luna
y otros cuerpos celestes giran alrededor de la Tierra plana (la Luna, por
cierto, no es iluminada por la luz del Sol, sino que genera su propia luz y se
ilumina a sí misma).
Y están lo que sostienen –más influenciados por una
cosmovisión bíblica– que la Tierra (plana), el Sol, la Luna y las estrellas
están contenidos en una enorme bóveda, cúpula o domo celestial. Una visión que
supone una interpretación de unos versículos del Libro del Génesis.
Dice Génesis 1:6-7: “Dijo Dios: ‘Haya una bóveda en
medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras.’ / Hizo Dios
entonces como una bóveda y separó unas aguas de las otras: las que estaban por
encima del firmamento, de las que estaban por debajo de él. Y así sucedió”.
Algunos defensores del terraplanismo bíblico
sostienen que el “adversario”, es decir Satán, ha tenido éxito en convencer al
mundo de que Dios no existe al sembrar la idea entre la gente de que somos
apenas un punto al azar en la infinitud del universo, y no el centro del
universo.
Desde luego, en plataformas de redes sociales
abundan videos que refuerzan estas y otras creencias de los terraplanistas,
como este de TikTok que ¿demuestra? que el muro de hielo que contiene las aguas
de la Tierra plana es real y se eleva a 200 pies (60 metros) por encima del
nivel del mar.
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