Un nuevo estudio demuestra que el objeto espacial estrellado en el Pacífico es interestelar
AVI LOEB | El 8 de enero de 2014, sensores de los
satélites del gobierno estadounidense detectaron tres detonaciones atmosféricas
en rápida sucesión a unos 84 kilómetros al norte de la isla Manus, fuera de las
aguas territoriales de Papúa Nueva Guinea. El análisis de la trayectoria
sugirió un origen interestelar del meteoro. El objeto, denominado IM1 por
Interestelar Meteor 1, llegó con una velocidad relativa a la Tierra de más de
45 kilómetros por segundo y se originó desde fuera del plano de la eclíptica.
El 1 de marzo de 2022, el Comando Espacial de EEUU envió una carta formal a la
NASA certificando que el objeto es de origen interestelar con una probabilidad
del 99,999%. Junto con esta carta, el gobierno de Estados Unidos publicó la
curva de luz de bola de fuego según lo medido por los satélites, que mostraron
tres llamaradas separadas por una décima de segundo entre sí. El bólido se
rompió a una altitud inusualmente baja de unos 17 kilómetros.
El objeto era sustancialmente más duro que
cualquiera de los otros 272 objetos en el Catálogo CNEOS de bolas de fuego
compilado por la NASA, incluida la fracción del 5% de meteoritos de hierro del
sistema solar. Los cálculos de la energía luminosa de la bola de fuego sugieren
que la bola de fuego derritió unos 500 kilogramos de material y los convirtió
en esférulas de ablación con una eficiencia pequeña. El camino de la bola de
fuego fue demarcado en una franja de un kilómetro de ancho basándose en el
retraso en el tiempo de llegada de las ondas sonoras directas y reflejadas a un
sismómetro ubicado en la isla Manus.
Del 14 al 28 de junio de 2023, el equipo de
expedición del Proyecto Galileo llevó a cabo un extenso estudio con un trineo
magnético remolcado sobre el fondo marino al norte de la isla Manus, Papúa
Nueva Guinea, centrado en la trayectoria calculada de IM1. La expedición se
organizó desde Port Moresby para buscar restos de IM1. Utilizó un barco de
trabajo catamarán de 40 metros, el M/V Silver Star. Se utilizó un trineo de 200
kilogramos con 300 imanes de neodimio montados en ambos lados y cámaras de
vídeo montadas en la brida de remolque. Se muestrearon aproximadamente 0,06 km2
en el área objetivo. El material fino recogido en los imanes de neodimio se
extrajo y se llevó en una suspensión húmeda a un laboratorio instalado en el
puente del barco para su posterior examen. Allí tuvo lugar una primera
separación magnética húmeda. Posteriormente, las separaciones magnéticas y no
magnéticas se procesaron a través de tamices y se secaron. Las esférulas se
recogieron manualmente con pinzas utilizando un microscopio con ampliación
binocular. Su tamaño oscilaba entre 100 micras y 2 milímetros. Obtuvimos un
total de 850 esférulas mediante este método. Nuestro equipo de investigación
utilizó instrumentos de última generación para analizar las esférulas
recuperadas en el laboratorio de geoquímica del Profesor Stein Jacobsen en la
Universidad de Harvard y el laboratorio de análisis del Dr. Roald Tagle en la
Bruker Corporation en Berlín, Alemania. La mayoría de las esférulas se
analizaron primero mediante micro-XRF con un Bruker Tornado M4 para determinar
su composición de elementos principales, seguido de imágenes con una microsonda
electrónica de barrido y mapeo químico, así como análisis químicos puntuales de
aproximadamente 100 esférulas con un microanalizador de sonda electrónica. Se
realizaron mediciones de abundancias elementales de aproximadamente 60
elementos principales y trazas para 70 esférulas con un ICP-MS de triple
cuadrupolo iCAP TQ. Describimos nuestros nuevos hallazgos en un nuevo trabajo
ahora en preimpresión, con los detalles principales a continuación: Las
esférulas cósmicas se subdividen en tres tipos por su composición. Estas son
las esférulas ricas en silicatos o tipo S; las esférulas ricas en Fe (hierro) o
tipo I; y las esférulas vítreas o tipo G. A las esférulas relativamente raras
se la llaman “diferenciadas” ya que tienen similitudes con los meteoritos de
acondrita y han sido tratadas como un subgrupo de esférulas de tipo S. Las
esférulas diferenciadas tienen composiciones de elementos principales con
proporciones más altas de Si/Mg (silicio y magnesio — N. del T.) y Al/Si
(aluminio y silicio — N. del T.), y contenidos de oligoelementos litófilos
refractarios más altos en relación con las esférulas condríticas (rocas
primigenias — N. del T.). Su composición química es diferente a cualquier
material conocido del sistema solar Las
composiciones de elementos principales de 745 esférulas del lugar de impacto
del IM1, medidas por micro-XRF, se representaron en un diagrama ternario de
Mg-Si-Fe, ya que se ha demostrado que dicho diagrama distingue eficazmente los
tipos S, I y G. Alrededor del 78 % de las esférulas siguen la tendencia de las
esférulas de tipo S, G e I. Se las conoce como esférulas primitivas porque se
cree que están relacionadas con meteoritos condríticos primitivos y representan
materiales que no han pasado por diferenciación planetaria. El 22% restante de
las esférulas tienen niveles bajos de Mg y se ubican cerca del lado Si-Fe del
diagrama. Por eso, estas esférulas se denominan diferenciadas, lo que significa
que probablemente derivan de rocas de la corteza terrestre de un planeta
diferenciado. Como son claramente diferentes del subgrupo diferenciado de
esférulas tipo S les dimos un nuevo nombre: esférulas tipo D. Las esférulas
primitivas y diferenciadas se dividen en función de su relación Mg/Si. Las
esférulas primitivas tienen Mg/Si > ⅓ (proporción de magnesio y silicio
mayor de un tercio — N. del T.), mientras que las esférulas diferenciadas
tienen Mg/Si <⅓ (proporción de magnesio y silicio menor de un tercio — N.
del T.), por lo que esta relación se puede utilizar para distinguir los dos
grupos. Las variedades de esférulas D con alto contenido de Si aparecen cerca o
dentro del rango de rocas ígneas terrestres, mientras que los grupos con bajo
contenido de Si, no lo hacen. Así, las esférulas de tipo D se han dividido en
cuatro grupos distintos. Esto da como resultado 8 grupos de esférulas distintos
que se muestran en el diagrama triangular a continuación.
Usamos un
diagrama diferente para identificar esférulas con contenidos particularmente
altos de elementos litófilos refractarios, basados en los enriquecimientos de
Be (berilio), La (lantano) y U (uranio) en relación con Mg y Fe. Este
procedimiento identifica 10 de las esférulas tipo D como BeLaU/esférulas de
bajo Si y 2 como BeLaU/esférulas con alto contenido de Si. Si bien estas
esférulas claramente parecen derivar de material formado por fraccionamiento
ígneo, su composición química es diferente a cualquier material conocido del
sistema solar, siendo el componente KREEP de la corteza lunar(un conjunto de
lavas lunares enriquecidas con ciertos elementos — N. del T.) el más cercano en
composición. Algunos científicos que no han tenido acceso a las esférulas
publicaron un estudio y una preimpresión que las composiciones de las esférulas
de BeLaU son consistentes con cenizas de carbón, argumentando la invalidez de
su origen meteorítico. El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST)
ha proporcionado múltiples estándares para cenizas volantes de carbón. Todos
estos estándares tienen composiciones muy similares. El estándar mejor
documentado para muchos elementos es el SRM 1633a, y su composición se da en el
sitio web de GeoReM. Comparamos el composición promedio de esférulas BeLaU para
55 elementos con el estándar de ceniza de carbón SRM1633a en la figura adjunta
a continuación. Muchos elementos volátiles (Zn, As, Se, Cd, Tl, Pb y Bi) están
enriquecidos en las cenizas volantes de carbón en factores de aproximadamente
10 a 100 en comparación con las esférulas de BeLaU. Algunos elementos
refractarios (Be, Ca, Cr, Fe, Y, Tm, Yb, Lu y W) se reducen en factores de 3 a
10 en las cenizas volantes de carbón en comparación con las esférulas de BeLaU.
Por lo tanto, las esférulas de BeLaU no tienen la composición de las cenizas de
carbón, por lo que las afirmaciones de lo estudios mencionadas anteriormente
son incorrectas.
El
conocimiento científico debe basarse en evidencia empírica y no en opiniones.
Nuestro excepcional equipo tardó un año en planificar la expedición y seis
meses en realizar un análisis exhaustivo de los materiales recuperados del
sitio de IM1 en el Océano Pacífico. A los críticos les llevó mucho menos tiempo
y esfuerzo expresar sus opiniones y llamar la atención de periodistas o
colegas. Pero al final, la integridad profesional debe marcar el camino,
independientemente de las distorsiones temporales creadas por las redes
sociales o los medios de comunicación. Para ser considerados una civilización
inteligente, es mejor que sigamos el riguroso camino científico seguido por el
equipo de investigación del Proyecto Galileo.
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