China estudia en hiperlaboratorio subterráneo la materia oscura, uno de los enigmas del universo
A una profundidad de 2,4 kilómetros, alejados del
mundo y con el cobijo de las grandes montañas de Jinping, en Sichuan, un equipo
de investigadores de China se ha trazado la misión de comprender la materia
oscura. Luego de 13 años de construcción, el Laboratorio Subterráneo Jinping de
China finalmente comienza a adentrarse en uno de los principales enigmas de la
cosmología contemporánea.
Tarea ardua tienen entre manos. La materia oscura es
uno de los más grandes misterios del universo que ha cautivado a la comunidad
científica por décadas y, pese a tantos estudios, es poco lo que se conoce. La
astrofísica señala que es un tipo de materia que corresponde a aproximadamente
el 85% de la materia del universo y que no es energía oscura, materia
bariónica, ni neutrinos.
Es, además
según la NASA, la hipotética sustancia que podría ser responsable de la
organización de las galaxias a gran escala. Es un componente invisible del
universo cuya presencia se discierne sólo por su atracción gravitacional más
que por su luminosidad”.
Los científicos estudian la materia oscura viendo
los efectos que esta produce sobre los objetos visibles. “Investigarla es
importante para entender el tamaño, la forma y el futuro del universo. Ayudará
a explicar definitivamente la formación y evolución de las galaxias y cúmulos”,
precisa la agencia espacial estadounidense.
El nuevo centro de investigación chino cuenta con un
espacio de 330 mil metros cúbicos, convirtiéndose en el laboratorio más grande
de su tipo. Superando al Laboratorio Nacional del Gran Sasso en L’Aquila,
Italia. El CJPL fue construido en colaboración con la Universidad de Tsinghua y
la compañía Yalong River Hydropower Development.
Dado lo difícil que resulta cuantificar la materia
oscura, los científicos necesitan centros de investigación libres de ruido e
interferencia cósmica. El Laboratorio Subterráneo Jinping de China está ubicado
a 2.400 metros bajo la superficie, reseña la revista científica Nature. Cuenta
con paredes cubiertas por una película protectora de caucho y hormigón de 10
centímetros de espesor. Esto le permite recibir únicamente el 0.000001% de los
rayos cósmicos que impactan la Tierra diariamente.
Dentro del laboratorio subterráneo, destacan el
Experimento Astrofísico y de Partículas de Xenón (PandaX) y el Experimento de
Materia Oscura de China (CDEX). El primero es un sistema robusto diseñado para
detectar la colisión de posibles partículas de materia oscura contra átomos de
gas xenón. Mientras que el segundo utiliza un detector de germanio de hasta 10
kilogramos para localizar materia oscura que genere señales eléctricas.
Esta gigantesca instalación permitirá a los
científicos buscar materia oscura con más de 1,6 kilómetros de roca protegiendo
sus detectores de los interferentes rayos cósmicos. Observar materia oscura en
la Tierra sin estar bajo tierra se compara con intentar escuchar la voz tenue
de un niño dentro de un estadio donde todos están gritando.
El CJPL ha actualizado su detector de xenón líquido
de 264 libras a uno de 4 toneladas métricas llamado PandaX-4T. Los científicos
esperan que las partículas de materia oscura colisionen con átomos de xenón,
propiciando suficiente luz para ser detectada por los fotosensores del
dispositivo.
A pesar de estos avances, la naturaleza esquiva de
la materia oscura sigue siendo un enigma. “Todavía tenemos mucho trabajo por
hacer“, comentó Ning Zhou, miembro del equipo PandaX-4T y físico de la
Universidad Jiao Tong de Shanghái. Con este laboratorio subterráneo mejorado,
China se coloca a la vanguardia en la búsqueda global de respuestas sobre la
materia oscura.
La materia oscura no debe confundirse con la energía
oscura. Esta es un modelo energético para explicar la expansión del universo
tras el Big Bang. La principal diferencia es que mientras la materia oscura sirve
como un “pegamento invisible” entre estrellas, la energía oscura es un repulsor
de cuerpos gigantes. Ambas forman parte de un concepto superior por ahora
denominado “universo oscuro”, un reto titánico al que se enfrentan los
cosmólogos, reseña Wired.
Otro concepto que entra en juego y tampoco debe
confundirse es el de la antimateria. Tiene como origen a la antipartícula. Se
considera que todas las partículas están vinculadas a sus correspondientes
antipartículas, que presentan la misma masa aunque con cargas físicas opuestas.
Si se encuentran, puede producirse la aniquilación de partículas. Un átomo de
antimateria, en este contexto, podría formarse por antiprotones y
antielectrones, por ejemplo.
La carrera por entender la materia oscura ha
generado avances significativos en el campo de la observación cósmica.
Independientemente de los laboratorios bajo tierra como el Jinping de China,
hay esfuerzos como el del telescopio Euclid para entender esas partículas
indetectables a través del mapeado de estrellas en cuatro dimensiones. También
está el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) que es una de las instalaciones
dedicadas a este tipo de investigaciones.
Asimismo, telescopios como el Hubble, el James Webb
y el Planck han contribuido de forma significativa a la investigación de la
materia oscura, permitiendo a los científicos estudiar el fenómeno de la lente
gravitatoria y detectar posibles estrellas oscuras supermasivas.
El descubrimiento de la materia oscura se le
atribuye al físico y astrónomo Fritz Zwicky. En 1933 postuló la existencia de
materia invisible a partir de una serie de observaciones que desarrolló en el
Observatorio Espacial del Monte Wilson, en California (EE UU).
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