Descubren huellas de dinosaurios nadadores en España
En las serenas tierras de La Rioja, España, una
historia ancestral se devela a través del asombroso descubrimiento de huellas
fosilizadas que marcan un capítulo más en la intrigante capacidad de nadar que
tenían algunos dinosaurios. Fue en diciembre de 2020 cuando Jorge Tierno, un
residente curioso de Laguna de Cameros, durante uno de sus paseos dominicales,
tropezó con el testimonio de un pasado remoto. Las escarpadas orillas del río
Leza revelaron 27 huellas fosilizadas, un regalo de la casualidad que se convertiría
en un hito paleontológico.
Este extraordinario hallazgo, estudiado por el paleontólogo
Pablo Navarro Lorbés y su equipo de la Universidad de La Rioja, ha arrojado luz
sobre una faceta poco conocida de la vida de los dinosaurios. En un artículo
publicado en la revista “Cretaceous Research”, Navarro Lorbés detalla el
descubrimiento de icnitas, huellas en sedimentos o rocas, que sugieren la
capacidad de ciertos dinosaurios para nadar. Un relato fascinante que se
desarrolla en un rincón pintoresco de España, donde las huellas en el lecho de
rocas sedimentarias cuentan la historia de criaturas no avianas y tridáctilas
que poblaron la región durante el Cretácico Inferior, hace entre 145 y 100
millones de años.
La región de La Rioja, conocida por sus viñedos y
paisajes ondulantes, ahora emerge como un escenario clave en la narrativa
paleontológica. El río Leza, que serpentea por esta tierra, ha guardado
celosamente los secretos de dinosaurios que desafiaron a las aguas en su
búsqueda de alimento o refugio. Este descubrimiento cobra vida en las huellas
fosilizadas, icnitas, que se distribuyen en uno de los escarpes del río Leza.
Un paisaje abrupto que, según los análisis geológicos, fue un meandro
abandonado cubierto de agua durante el Cretácico Inferior.
Lo que hace única a esta colección de icnitas es la
variedad de formas y tamaños, indicando diferentes momentos y estrategias de
nado utilizadas por estos dinosaurios. La longitud variable de las huellas, que
oscila entre 8,5 y 29,2 centímetros, no solo sugiere la presencia de
dinosaurios en el agua, sino que también revela la complejidad de sus
movimientos y posturas mientras intentaban superar masas de agua. No eran
simples desplazamientos terrestres; eran movimientos coordinados que dejaron
una marca tangible en la geología de La Rioja.
Las huellas fosilizadas no solo cuentan la historia
de cómo estos dinosaurios nadadores se movían en el agua, sino que también
revelan su presencia en el entorno circundante. Marcas de arrastre alargadas y
con formas heterogéneas indican factores como el nivel del agua, la fuerza de
flotabilidad, las irregularidades del fondo, las corrientes de agua y la
gravedad que influyeron en la impresión de las huellas en el terreno. Cada
huella es una ventana a un momento congelado en el tiempo, una instantánea de la
interacción entre estos antiguos reptiles y su entorno acuático.
La clasificación meticulosa de las icnitas revela
seis morfotipos diferentes, destacando las diversas interacciones entre los
dinosaurios y el agua. Algunas huellas sugieren que los dinosaurios flotaban
parcial o totalmente, dejando marcas alargadas, mientras que otras muestran
momentos en los que caminaban sobre el fondo, impulsándose con las puntas de
los dedos para mantener el equilibrio. Estas categorías proporcionan una visión
detallada de las estrategias de nado empleadas por estos antiguos habitantes de
La Rioja.
A pesar de la riqueza de información que ofrecen las
icnitas, la identificación precisa de las especies de dinosaurios sigue siendo
un desafío. Aunque se sugiere que podrían ser espinosáuridos, la variabilidad
en las dimensiones de las huellas, desde más pequeñas hasta más grandes,
plantea la posibilidad de diferentes especies o la presencia de individuos
jóvenes y adultos de la misma especie. Este enigma añade un toque de misterio
al relato, recordándonos que, a pesar de nuestros avances en paleontología, aún
hay secretos que aguardan a ser revelados.
Este descubrimiento en La Rioja se une a una
colección global escasa de yacimientos con huellas de dinosaurios nadadores del
Cretácico Inferior. En un mundo donde la mayoría de las huellas fósiles son
testimonios de desplazamientos terrestres, estas icnitas acuáticas destacan
como rarezas, revelando un aspecto poco explorado de la vida de los
dinosaurios. La historia cobra vida no solo a través de las icnitas y la
investigación científica, sino también a través de la casualidad. El paseante
curioso, Jorge Tierno, se convierte en el protagonista inadvertido de esta
narrativa paleontológica. Su paseo dominical se transforma en una exploración
que desencadena el descubrimiento de dinosaurios nadadores en La Rioja. Este
relato pone de manifiesto la importancia de la observación casual y la conexión
entre la ciencia y la curiosidad cotidiana.
La Rioja se erige como un escenario donde el pasado
se revela en las huellas fosilizadas de dinosaurios nadadores. Cada icnita
cuenta una historia de movimientos coordinados en el agua, ofreciendo una
visión única de la vida de estos antiguos habitantes. El descubrimiento no solo
enriquece nuestro conocimiento sobre los dinosaurios, sino que también destaca
la belleza de la casualidad en el progreso científico. En las tranquilas aguas
de La Rioja, los ecos del pasado resuenan a través de las huellas fosilizadas,
recordándonos la rica historia que yace bajo nuestros pies.
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