El 95% del universo está formado por algo que no conocemos
Entender cómo empezó todo. Ese es el objetivo del
Dark Energy Survey (DES), que "nos permite poner a prueba si la expansión
acelerada del universo, que comenzó hace 6.000 millones de años, es consistente
con nuestro modelo cosmológico actual", explica a Público uno de sus
participantes, el cosmólogo Martín Rodríguez Monroy.
Se refiere al mayor estudio de este tipo hasta la
fecha sobre el origen del universo. Ha analizado datos de más de 16 millones de
galaxias recogidos entre 2013 y 2019, a partir de una muestra sacada de 150
millones de galaxias. Sus resultados acaban de conocerse esta semana y son
fruto de una colaboración internacional de más de 400 científicos de siete
países, con base en el Fermilab de Chicago.
Entre ellos están Martín Rodríguez y sus compañeros
del Instituto de Física Teórica (UAM-CSIC) y otros tres centros españoles: el
Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas
(CIEMAT), el Institut de Ciènces de l`Espai (ICE.CSIC), el Institut de Física
de Altes Energies (IFAE).
Sus hallazgos
resultan tan apasionantes como desafiantes para la ciencia establecida: podría
ser que el modelo cosmológico estándar que describe el comportamiento del
cosmos no se cumpla siempre como se esperaba.
Los astrofísicos de DES midieron galaxias a
distintas distancias para comparar si la teoría podía aplicarse a todas por
igual. "Con los datos dados en un punto determinado –equivalente a una
edad del universo, calculada según su distancia– deberíamos poder predecir los
datos en otro punto anterior o posterior", indica Rodríguez Monroy.
Sin embargo, no es así. Resulta que existe una
pequeña incompatibilidad entre los datos recabado por el satélite Planck, en
2018, que retrata el cosmos temprano, en sus primeros momentos de vida –unos
400.000 de años tras el Big Bang– y los datos del DES, que fotografían su
espacio varios millones de años después.
"Nuestro
resultado es un 4% diferente de lo que Planck predice. Además, nuestra medida
la conocemos con un 95% de precisión. Es decir, hay solo un 5% de posibilidades
de que nuestra diferencia del 4% sea por casualidad", apunta el
investigador.
Una pista de que la teoría actual no es del todo
completa. "Por ejemplo, la energía oscura podría no ser la energía del
vacío, su densidad podría cambiar con la expansión del universo o, incluso, el
espacio podría estar ligeramente curvado", aventura por su parte la
astrofísica española Anna Porredón, una de las coordinadoras de este análisis.
De todos modos, Rodríguez Monroy recomienda cautela:
"No se puede afirmar que se haya roto el modelo establecido, pero sí que
existe esa posibilidad", recalca. "Otra explicación podría tener que
ver con algún error sistemático, relacionado con sesgos en las observaciones
–por ejemplo, por la zona que se ha observado o el punto de observación que se
ha elegido–", nos dice.
Los meteoros de la lluvia de estrellas conocida como
Gemínidas cruzan el cielo a toda velocidad sobre el telescopio Nicholas U.
Mayall, de cuatro metros, ubicado en el Observatorio Nacional de Kitt Peak. —
Rob Sparks / NOIRLAB
Para capturar los datos, el DES empleó la denominada
Cámara de Energía Oscura (DECam) ultrasensible, de 500 megapíxeles, instalada
en el telescopio Víctor M. Blanco, en el Observatorio Interamericano de Cerro
Tololo, en Chile.
Tras analizar todo el material recabado, lo que
observaron fueron "pequeñas discrepancias que podrían implicar que la
energía oscura cambia con el tiempo", nos dice Rodríguez Monroy. Es decir,
que la energía oscura podría no corresponder a la constante cosmológica como se
creía.
Se refiere a ese ente desconocido que ocupa el 70%
del universo, "pero no sabemos qué es", reconoce. Por el momento,
existen distintas hipótesis alternativas a la constante cosmológica que no han
pasado hasta ahora del campo de la especulación.
"Podríamos decir que llamamos energía oscura a
eso que está causando la expansión acelerada del universo. Sea lo que
sea".
Otro elemento que escapa a nuestra comprensión
actual tiene el mismo apellido, aunque no es pariente de la anterior: la
materia oscura, que ocupa el 25% del cosmos. "No conocemos la partícula
que hay detrás, si es que es una partícula –podrían ser agujeros negros
especiales–. Lo único que sabemos de ella es que es un tipo de materia que
tiene masa, pero no interacciona con la luz como la materia normal que
conocemos. Solo interactúa con la gravedad", señala el científico.
¿Y de qué nos sirve dedicar tanto esfuerzo a
perseguir ambas? Si hay una ciencia básica por excelencia, quizá sea esta,
empeñada en desentrañar en el origen de la existencia del mundo. Rodríguez
Monroy, que defiende el conocimiento por el conocimiento, opina que
"primero hay que saber cómo funcionan las cosas antes de poder ver sus
aplicaciones".
Además, nos
recuerda aquella frase de Faraday (1791-1867) cuando le preguntaron lo mismo
sobre los primeros estudios de electricidad: "No lo sé, pero seguro que
algún día gravarán esto con impuestos".
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