Observan el objeto más brillante del Universo, 500 billones de veces más luminoso que el Sol
Los cuásares (núcleos brillantes de lejanas
galaxias) son algunos de los objetos más luminosos de nuestro cielo, lo que
significa que incluso los más distantes son visibles desde la Tierra. Están
alimentados por agujeros negros supermasivos, que recogen materia de su entorno
en un proceso tan energético que emite grandes cantidades de luz. En general,
cuanto más rápido crecen estos, más brillantes son los cuásares.
"Ahora hemos descubierto el agujero negro de
más rápido crecimiento conocido hasta la fecha. Tiene una masa de 17 000
millones de soles y 'come' poco más de una masa solar por día. Esto lo
convierte –en conjunto– en el objeto más luminoso del universo conocido",
afirma Christian Wolf, astrónomo de la Universidad Nacional de Australia (ANU)
y autor principal del estudio publicado hoy en la revista Nature Astronomy.El
cuásar, llamado J0529-4351, está tan lejos de la Tierra que su luz tardó más de
12 000 millones de años en llegar hasta nosotros.
La materia atraída hacia este agujero negro, en
forma de disco, emite tanta energía que J0529-4351 es más de 500 billones de
veces más luminoso que el Sol. "Toda esta luz proviene de un disco de
acreción caliente que mide siete años luz de diámetro. Debe ser el disco de
acreción más grande del universo", declara Samuel Lai, estudiante de
doctorado de ANU y coautor del estudio. Siete años luz es aproximadamente 15
000 veces la distancia del Sol a la órbita de Neptuno.
Y, sorprendentemente, este cuásar que ha batido
récords se escondía a plena vista. "Es una sorpresa que no haya sido
detectado hasta hoy, cuando ya conocemos alrededor de un millón de cuásares
menos impresionantes. Literalmente nos ha estado mirando a la cara hasta
ahora", afirma el coautor, Christopher Onken, astrónomo de la ANU, quien
también confirma que este objeto apareció en imágenes del Schmidt Southern Sky
Survey del Observatorio Europeo Austral (ESO) que datan de 1980, pero no fue
reconocido como un cuásar hasta décadas después.
La búsqueda de cuásares requiere datos
observacionales precisos de grandes áreas del cielo. Los conjuntos de datos
resultantes son tan grandes que los investigadores a menudo utilizan modelos de
aprendizaje automático (machine-learning) para analizarlos y diferenciar los
cuásares de otros objetos celestes.
Un análisis automatizado del satélite Gaia dejó
pasar a J0529-4351 por ser demasiado brillante para ser un cuásar, sugiriendo
que se trataba de una estrella
Sin embargo, estos modelos se entrenan con datos
existentes, lo que limita los potenciales candidatos a objetos similares a los
ya conocidos. Si un nuevo cuásar es más luminoso que cualquier otro observado
anteriormente, el programa podría rechazarlo y clasificarlo como una estrella
no muy distante de la Tierra.
Un análisis automatizado de los datos del satélite
Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA), dejó pasar a J0529-4351 por ser
demasiado brillante para ser un cuásar, sugiriendo que se trataba de una
estrella.
Los investigadores lo identificaron como un cuásar
distante el año pasado utilizando observaciones del telescopio ANU de 2,3
metros, ubicado en el Observatorio Siding Spring, en Australia.
Sin embargo, descubrir que era el cuásar más
luminoso jamás observado requirió un telescopio más grande y mediciones de un
instrumento más preciso. En concreto, el espectrógrafo X-shooter, instalado en
el Very Large Telescope (VLT) de ESO, en el desierto chileno de Atacama,
proporcionó los datos que resultarían cruciales.
El agujero negro de más rápido crecimiento jamás
observado también será un objetivo perfecto para la actualización del
instrumento GRAVITY+, instalado en el Interferómetro VLT (VLTI) de ESO, que
está diseñado para medir con precisión la masa de los agujeros negros,
incluidos los que están lejos de la Tierra.
Además, el Extremely Large Telescope (ELT) de ESO,
un telescopio de 39 metros que se está construyendo en el desierto chileno de
Atacama, hará aún más factible la identificación y caracterización de estos
elusivos objetos.
Detectar y estudiar distantes agujeros negros
supermasivos podría arrojar luz sobre algunos de los misterios del universo
primitivo, incluida la forma en que se formaron y evolucionaron tanto ellos como
sus galaxias anfitrionas. Pero esa no es la única razón por la que Wolf los
busca.
"Personalmente, simplemente me gusta la
búsqueda", comenta Onken, "durante unos minutos al día, vuelvo a
sentirme como un niño, jugando a encontrar el tesoro, y ahora devuelvo a la
sociedad todo lo que he aprendido desde que empecé".
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