Se abre una grieta en la Antártida a 128 kilómetros por hora
El cambio climático afecta gravemente al deshielo de
los polos y de otras zonas como Groenlandia, que reducen progresivamente su
superficie sólida para pasar a agua líquida. Este proceso supone un peligro
para las costas, ya que esta crecida hará aumentar el nivel del mar y muchos de
los territorios conocidos se verán amenazados con su desaparición.
Pese a esta evidencia de la que alertan los
científicos, no se conoce con certeza cómo será el futuro, ya que la física de
la fractura de los glaciares aún no se comprende tampoco del todo. La pérdida
de masa de hielo ha sido objeto de controversia durante más de 40 años. Sin
embargo, el continuo estudio de este tipo de fenómenos permitió a
investigadores de la Universidad de Washington detectar el ejemplo de
crecimiento de fisuras más rápido jamás observado.
El estudio publicado en AGU Advances, mostró que en
2012 se formó una grieta - también llamadas 'rift' - de 10, 5 kilómetros en
cinco minutos en el glaciar Pine Island, en la capa de hielo más grande de la
Antártida. Esto supone que la fractura se creó a la velocidad de 35,1 metros
por segundos o 126 kilómetros por hora, un avance vertiginoso, que se paralizó
gracias a la dinámica del flujo del agua.
«Durante mucho tiempo se ha pensado que el agua
favorece el crecimiento de fracturas en los glaciares», sin embargo, este
hallazgo ha demostrado que el proceso ha sido al contrario.«Se desconoce si
esto representa una clase poco común de comportamiento del 'rift' o una clase
relativamente común, que no ha sido detectada hasta ahora», explica el estudio
financiado por la Fundación Nacional de Ciencias.
Generalmente, las plataformas de hielo contienen
fisuras que se extienden a lo largo de varios kilómetros y que pueden
desconectar un 'iceberg' del resto de la superficie. De hecho, es algo bastante
común, sobre todo en el glaciar Pine Island, que hace mucho que se separó del
continente antártico.
La fractura estudiada se produjo entre el 8 y el 11
de mayo del 2012 y atravesó los 300 metros de espesor en un período comprendido
entre esos tres días. Un fenómeno insólito, ya que las grietas en otras partes
de la Antártida suelen tardar meses o incluso años en desarrollarse. La autora
principal Stephanie Olinger, quien realizó el trabajo como parte de su
investigación doctoral en la Universidad de Washington y la Universidad de
Harvard, explicó que «el hielo en largos periodos de tiempo actúa como una masa
viscosa, mientras que en tiempos cortos se parece a un cristal y se rompe con
mayor facilidad». Por ello, esta fractura alcanzó los más de 10 kilómetros en
tan solo 300 segundos.
Olinger, junto a Brad Lipovsky y Marine Denolle, de
la Universidad de Washington, utilizaron datos de teledetección, además de
registros sísmicos, los cuales fueron de decisiva utilidad debido a que los
satélites que orbitan alrededor de la Tierra aportan información cada tres días
y que esto dificulta detectar el momento exacto de las fracturas en las capas
de hielo.
Además del trabajo de observación, también se
procedió a realizar una simulación por ordenador de la propagación de la
fractura. Las conclusiones del estudio demostraron que «la sensibilidad extrema
de la plataforma de hielo a las condiciones del océano se extiende a la
dinámica de la propagación del 'rift' «, una novedad que ayudará a entender el
futuro deshielo.
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