12 mentiras que te contaron sobre el espacio
Cuando piensas en planetas con anillos, lo más probable es que asumas que existe solo uno en nuestro sistema solar: Saturno. ¿Pero qué pasaría si te digo que hay otros tres planetas parecidos a él?
Pues es verdad. Júpiter, Urano y Neptuno también
tienen sus propios grupos de anillos. Las personas no saben que los poseen
porque son mucho más delgados y casi invisibles desde la Tierra.
Nos enteramos de su existencia cuando las misiones
Voyager 1 y 2 pasaron cerca de ellos en las décadas de 1970 y 1980. Incluso,
algunos científicos creen que nuestro planeta tuvo anillos durante un período
de su existencia.
Fue hace 4.500 millones de años, cuando un planeta
del tamaño de Marte chocó contra la joven Tierra, lanzando tantos escombros
que, probablemente, formaron un pequeño anillo alrededor suyo.
Aunque poseen fuerzas gravitatorias increíblemente
masivas, los agujeros negros no andan por ahí comiéndose todo lo que se les
cruza. Simplemente no funcionan así. Se parecen más a los sumideros.
Si te acercas demasiado a uno, te estirarás como un
fideo antes de desaparecer en la oscuridad de esta monstruosidad. Pero si mantienes
tu distancia, estás a salvo.
Si nuestro Sol fuera reemplazado por un agujero
negro con similar masa, todos los planetas seguirían orbitándolo como si nada.
Pero la cosa se tornaría muy oscura.
Hablando de oscuridad, no es cierto que la Luna
tenga una cara oscura. Nuestra compañera planetaria recibe luz solar por todos
los lados.
Lo que hace que no puedas ver el otro lado de la
Luna es que siempre nos da la espalda. La Luna rota sobre su eje a la misma
velocidad que orbita la Tierra, lo que produce el acoplamiento de mareas.
Cuando encontremos un enorme asteroide en curso de
colisión letal hacia la Tierra, lo mejor será lanzar un misil atómico. Espera,
creo que eso no es cierto. No debemos bombardear los asteroides que estén por
chocar con nosotros. ¿Por qué?
Pues porque la explosión nuclear lo romperá en miles
de rocas más pequeñas. Y lo más probable sería que siguieran avanzando en la
misma dirección. En lugar de lidiar con un asteroide gigante, enfrentaríamos
múltiples impactos.
En ese caso, evacuar sería mucho más difícil, por no
decir imposible. Sin embargo, sí podríamos prevenir la colisión de un asteroide
usando un arma nuclear.Pero no haría falta impactarlo, sino detonar la bomba
cerca de él. La palabra clave es cerca. La onda explosiva cambiaría la
dirección del asteroide y podríamos salvar el planeta. Con suerte.
Desde la Tierra, puedes gozar de una noche
estrellada, mientras la vista desde la Luna es bastante aburrida. Así es, los
astronautas que han viajado a la Luna aseguran que desde ahí es casi imposible
ver las estrellas.
Como la Luna es súper reflectante, su excesivo
brillo no nos deja ver la luz de las estrellas. Es como tratar de contemplarlas
desde una ciudad iluminada y contaminada. No es para nada divertido. Hay que ir
mucho más lejos para ver el mar de estrellas.
Viajar por el espacio no te hará crecer. Es cierto
que los astronautas se estiran unos 5 cm en el espacio, pero esto se debe a que
la ausencia de gravedad permite que las vértebras de sus columnas se expandan
un poco.
Sin embargo, es un fenómeno pasajero. Tan pronto
regreses a la Tierra, recuperarás tu tamaño normal. Gracias, gravedad.
Los viajes espaciales tampoco hacen que envejezcas
más lentamente. No en realidad. La teoría de Albert Einstein dice que el tiempo
pasa más lento para alguien que se desplaza a altas velocidades en comparación
con una persona estática. Es lo que se conoce como dilatación del tiempo.
Y sí, es real, pero necesitarías alcanzar
velocidades inimaginables para provocar ese efecto anti-edad. Casi a la
velocidad de la luz. Con la tecnología que poseemos para recorrer el espacio,
la diferencia sería tan diminuta que ni siquiera vale la pena calcularla.
Si crees que no es posible llorar en el espacio, te
equivocas. Aunque sí es distinto. Sin gravedad, tus lágrimas no podrían rodar
por tus mejillas como lo hacen acá sobre la Tierra.
Se quedarían pegadas a tus ojos, formando una
especie de pegote acuoso. Y si el llanto fuera copioso, esos globos de lágrimas
cubrirían tus ojos. Entonces, aunque te den ganas de llorar en el espacio, no
lo hagas. Es cuestión de visibilidad.
Las tormentas de polvo marcianas son un verdadero
dolor de cabeza. Las partículas son tan finas que penetran cualquier lugar.
Además, pueden durar meses. Sin embargo, no llegan a dañar los equipos que
enviamos al planeta rojo.
Hay que tener en cuenta que la atmósfera de Marte es
bastante tenue, más o menos el 1% de la que tenemos en la Tierra. Por eso,
aunque las partículas de polvo vuelan a 100 km/h, sin el empuje del aire no
golpean tan fuerte.
Lo que sí hacen es cubrir los paneles solares,
provocando que nuestras sondas entren en modo hibernación para ahorrar energía.
Tampoco recomendaría inhalarlo. Quién sabe qué efectos le traería a tus
pulmones en el largo plazo.
A pesar de lo que vean tus ojos, las estrellas no titilan.
Ese centelleo no es más que una ilusión. En realidad, emiten luz de manera
constante y pareja.
Lo que las hace titilantes son las moléculas de gas
que componen nuestra atmósfera. Estas desvían parte de la luz proveniente de
las estrellas, y nosotros las vemos prenderse y apagarse muy rápido.
Los cinturones de asteroides suelen ser plasmados
como campos minados impenetrables. Las naves espaciales entran y salen de ellos
con meticulosidad, siempre enfrentando situaciones de vida o muerte. Pero los cinturones
de asteroides reales no se parecen en nada a los que vemos en las películas.
Es que no están tan juntos entre sí, sino todo lo
contrario. Por ejemplo, en el cinturón de asteroides entre Júpiter y Marte cada
asteroide está a varios millones de kilómetros del siguiente.
Además, la probabilidad de que colisionen es, más o
menos, una en mil millones. Dicho esto, aunque los personajes de la Guerra de
las Galaxias te hayan matado de nervios en El imperio contraataca, esos campos
de asteroides distan mucho de la realidad.
La Gran Muralla China es famosa por ser el único
objeto construido por los humanos que se puede ver desde el espacio. Eso es
totalmente falso. Por supuesto, podrías llegar a verla con una buena cámara y
un enorme zoom. Sin embargo, es casi imposible detectarla a simple vista.
Sus 5 a 10 metros de ancho la hacen demasiado
delgada como para divisarla desde el espacio. No obstante, hay muchas otras
cosas hechas por el hombre que sí son visibles desde tan lejos: represas,
puentes y hasta las pirámides. Y de noche, el espectáculo de luces que producen
las grandes ciudades.
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