El mundo se prepara para un Ártico sin hielo
El Ártico, según sus referencias geográficas, se
ubica conteniendo al Polo Norte e incluye una porción considerable de tierra
que se extiende en una superficie de 16.500.000 km² y una gran masa de agua que
lo rodea, conocido como Océano Ártico.
Como tal, suele ser un territorio lejano y para
muchos considerado como inhóspito, a pesar de que existen allí pueblos nativos
incluso.
Sin embargo, lo cierto es que es el punto de
convergencia de los llamados "ocho países árticos": Rusia, Canadá,
Dinamarca, Noruega, Estados Unidos, Islandia, Suecia y Finlandia.
De los mencionados anteriormente, los primeros cinco
encuentran sus límites fronterizos en el Océano Ártico. Esto mismo, a través de
los años ha implicado históricas disputas territoriales y marítimas.
Pero, desde 1996, se creó el Consejo Ártico que
actúa como un foro de cooperación intergubernamental donde se debaten ideas
entre los Estados Árticos e incluso se agregan otros actores como las
comunidades indígenas árticas u ONGs ambientales.
No obstante, pese a las recurrentes tensiones entre
los actores sobre cuestiones ligadas a la soberanía en el territorio actual, lo
cierto es que el escenario está cambiando.
En el estudio de la estrategia como teoría y como
método, el escenario obedece a la localización actual de los intereses que
están en juego para cada actor. A su vez, los intereses podríamos definirlos
como aquellos objetos a los cuales se le asigna un valor.
Con esto, hasta el momento, se puede advertir que
los Estados Árticos tenían interés principal y casi exclusivamente en la
soberanía del territorio.
Pero, ¿qué sucede cuando cambia el panorama de la
cuestión estratégica? ¿Qué podría cambiarlo?
En principio, se da una reconfiguración de toda la
situación y de la estrategia planificada por cada actor. Respecto a las causas
que podrían generar este punto de quiebre, por supuesto podemos recurrir a un
análisis multifactorial, sin embargo, en este caso, nos enfocaremos en el
cambio climático como principal variable interviniente.
En este sentido, y de forma simplificada, el
calentamiento global se puede explicar como el efecto que se genera por el
aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y el aumento de la
temperatura en el planeta que éstos generan, como, por ejemplo, el cambio del
curso de los vientos y su intensidad.
Según un estudio de la Universidad de Washington, en
las últimas dos décadas, el Mar de Beaufort, el reservorio de agua dulce más
grande del Ártico, ha experimentado un aumento alarmante del 40% en su
contenido de agua dulce, causado principalmente por el derretimiento del hielo
glacial.
Tal como sucedió en la Antártida en el siglo XX, en
la actualidad el cambio climático ha develado oportunidades que plantean nuevos
intereses geoestratégicos en juego en el Ártico por parte de los estados
ribereños.
Se estima que el Ártico alberga el 70% de las
reservas mundiales de gas natural y el 50% de las de petróleo, convirtiéndolo
así en una zona especial para la industria energética. Además, los deshielos
dejan al descubierto minerales como níquel, cobre o incluso uranio, como se
encuentra en el Canadá Ártico.
No obstante, el deshielo no sólo abre un abanico de
oportunidades en cuanto a la explotación de recursos, sino que también abre
paso a nuevas rutas marítimas que acortan significativamente las distancias
entre Europa, Asia y el Pacífico, dinamizando el comercio internacional de las
economías de la región.
A pesar de que cada uno de los Estados Árticos
pretende tener su porción e influencia en la región, lo cierto es que Rusia es
el actor más privilegiado y con más potencial.
De este modo, posee un perfecto escenario favorable
al controlar cerca del 60% de la plataforma continental ártica.
Pero eso no es todo, ya que Rusia, en las últimas
décadas, se ha ocupado de la formulación de una estrategia Ártica. En este
sentido, ha definido sus fines de mayor jerarquía haciéndolos públicos en los
"Fundamentos de la política estatal de la Federación Rusa en el Ártico
hasta 2020 y con una perspectiva ulterior".
Allí, clasifica como principales áreas árticas de
interés a los siguientes objetos: recursos naturales; transporte; seguridad y
ciencia.
Como parte final de su estrategia, Rusia posee sus
medios, traducidos en unidades de guardacostas y marina, especializados en el
patrullaje y protección de las aguas y recursos de la zona.
Por último, por supuesto, también cuenta con barcos
comerciales.
Pero, sin dudas, lo más relevante es su contundente
flota de rompehielos nucleares que aseguran la navegación durante todo el año
por la Ruta Marítima del Norte. La lógica estratégica es clara, hay
coincidencia y sentido de los medios en relación con los fines.
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