¿Vamos hacia un planeta sin elefantes?
Las tres especies existentes de elefantes--dos africanas, el elefante de bosque y de sabana, y una asiática, el elefante indio-- se encuentran camino a la extinción debido a la deforestación, el furtivismo de marfil y los conflictos con las comunidades locales, según ha alertado WWF en vísperas del Día Mundial del Elefante, que se celebra este lunes 12 de agosto.
Aunque estas tres especies se encuentran protegidas
e incluidas en la Lista Roja de la UICN, la primera "en peligro crítico de
extinción" y las dos restantes "en peligro", en 30 años ha
desaparecido el 90% de los elefantes de bosque, en el último medio siglo ha
desaparecido el 60% de los de sabana, lo que supone que quedan menos de 40.000
elefantes asiáticos, entre los que se encuentran los últimos 1.000 elefantes de
Borneo, según la organización.
WWF denuncia que estos datos constatan una pérdida
"preocupante" no solo para las especies, sino también para los
propios ecosistemas, ya que estos animales funcionan como
"ingenieros", creando caminos que funcionan como corredores para
otras especies a través de los densos bosques que habitan.
Precisamente, sus pisadas generan microhábitats, ya
que, al llenarse de agua, renacuajos y otros pequeños organismos encuentran
dónde sobrevivir y, además, como herbívoros y frugívoros cumplen un papel
esencial dispersando las semillas de distintas especies de árboles que
necesitan pasar por su tracto digestivo antes de poder germinar.
Aunque la destrucción del hábitat es un peligro para
todas las especies, es especialmente "amenazante" para los elefantes
asiáticos, ya que la expansión de la agricultura, la ganadería y la
deforestación de los bosques, así como a la construcción de infraestructuras
como carreteras, canales y vallas, "fragmentan" su territorio.
Por su parte, los elefantes africanos sufren una
persecución constante por parte de los cazadores furtivos, que cada año acaban
con más de 20.000 ejemplares para hacerse con sus colmillos, su piel y su
carne, que posteriormente se trafican ilegalmente en el mercado negro,
principalmente dirigido a Asia, donde el marfil es un símbolo de lujo y poder.
En 1989, la Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)
prohibió el comercio internacional de marfil de elefante y, aunque los índices
de caza furtiva disminuyeron tras la medida, en 2010 empezaron a aumentar de
nuevo.
En España, WWF trabaja para reducir el tráfico de
especies, ya que es un país de entrada en Europa para las redes que llevan a
cabo estos delitos contra la fauna y por ello, la organización reclama al
Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico que apruebe la
actualización del Plan de lucha contra el tráfico de especies (TIFIES) para
alinearse con el nuevo plan de acción europeo, y "luchar eficazmente"
contra esta "grave amenaza" para la biodiversidad.
Además, WWF tiene en marcha una campaña de
concienciación y recogida de firmas 'Stop Tráfico: Colmillos de sangre' para
animar a la ciudadanía a que participe en la conservación de esta especie.
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