Sorpresa en la Luna: descubren que hubo actividad volcánica hasta hace muy poco
La misión Chang'e-5 hizo historia en 2020 al recoger
más de dos kilos de muestras de suelo y rocas lunares y traerlas a la Tierra.
China se convertía así en el tercer país en lograrlo después de EEUU y la URSS,
pero no ocurría desde 1976. ¿Qué información contenía ese material? Algunos de
los principales resultados se conocen ahora y cambian lo que sabíamos de la
propia Luna al revelar que, en nuestro satélite, aparentemente inerte desde
tiempos remotos, hubo actividad volcánica hasta una época muy reciente, hace
tan solo 120 millones de años.
La revista Science acaba de publicar el artículo en
el que los científicos chinos explican cómo estudiaron 3.000 diminutas esferas
de vidrio que se encontraban entre el material obtenido por la misión robótica
china. Lo primero que hicieron fue examinar las composiciones químicas, las
texturas físicas y los isótopos de azufre que contenían para tratar de
distinguir las producidas por impactos de meteoritos, la inmensa mayoría, y las
de origen volcánico, tan solo tres. En estas últimas, utilizaron técnicas de
datación radiométrica para determinar que se habían formado hace tan solo 123
millones de años (con un margen de error de 15 millones de años arriba o
abajo). Nadie lo habría imaginado hasta ahora.
De hecho, en 2021, Science ya había publicado los
primeros análisis de las muestras obtenidas por la sonda Chang’e 5 y estaban
lejos de ofrecer estos datos. El basalto del lugar de alunizaje —Oceanus
Procellarum, una zona de lava solidificada que evidencia una antigua erupción—
tenía unos 2.000 millones de años, un resultado que encajaba con las
estimaciones anteriores, aunque eran mucho más imprecisas. Aun así, en su
momento ya se consideró una fecha muy reciente para las características del
satélite. Por eso, esta investigación basada en las diminutas esferas resulta
tan llamativa para los científicos: mientras la Tierra estaba dominada por los
dinosaurios, en la superficie de la Luna aún emergía el magma.
El hallazgo es bastante sorprendente para los
especialistas en la materia. “Debido a la escasez de dataciones, el consenso
generalizado era que la actividad volcánica había finalizado, aproximadamente,
hace unos 2.000 millones de años”, afirma en declaraciones a El Confidencial
Nahúm Méndez-Chazarra, experto en geología planetaria. El análisis de las
muestras tomadas por la sonda Chang’e 5 aporta pruebas que acercan muchísimo la
fecha gracias a una nueva estrategia. “Los científicos han podido datar unas
esferas de vidrio que se forman cuando los volcanes emiten el magma a la
superficie”, explica el geólogo. Se trata de “pequeñas gotas que se enfrían muy
rápidamente, dando lugar a los vidrios”.
Estas
esferas suelen ser bastante pequeñas, incluso por debajo del milímetro, y
“también pueden formarse por otros procesos, como los impactos de otros cuerpos
contra la superficie lunar, por lo que los científicos han tenido que
separarlas para poder hacer este estudio”, comenta. Aunque en los últimos
tiempos se iban acumulando otras pruebas a favor de una actividad no muy lejana
en el tiempo, la datación estas muestras de origen volcánico “es la primera
evidencia absoluta, en el sentido de edad numérica, que tenemos de un
vulcanismo tan reciente en la Luna”.
Habitualmente, muchos descubrimientos científicos
sugieren nuevas preguntas y esta vez no iba a ser menos. En este caso, si la
actividad volcánica lunar llegó hasta fechas tan próximas a nosotros, habría
durado mucho más de lo esperado, algo que, en principio, desconcierta a los
expertos. “Este estudio tiene grandes implicaciones de cara a comprender mejor
la historia geológica de la Luna, ya que pone en cuestión cuáles son los
procesos internos que han sido capaces de mantener la actividad durante tanto
tiempo a pesar de ser un cuerpo tan pequeño”, destaca Méndez-Chazarra.
Una de las hipótesis que explicaría el misterio es
la existencia de elementos capaces de generar calor, como el torio. “Estos
elementos, si se acumulasen en determinadas zonas del manto lunar, podrían
haber generado zonas calientes”, comenta. El calor se generaría a través de
procesos de desintegración radioactiva y, a su vez, los lugares en que se
concentra alimentarían las erupciones volcánicas. “Esto explicaría por qué
podría haber habido actividad volcánica en la Luna a pesar de que su interior
debería haberse enfriado lo suficiente para que no existiesen estos procesos”,
apunta el geólogo.
Según el estudio —liderado por Yuyang He, Qiu-Li Li,
Bi-Wen Wang y Qian Zhang; de la Academia China de las Ciencias— las diminutas
esferas volcánicas contienen importantes cantidades de potasio, fósforo y
elementos de tierras raras (en conjunto, forman un tipo de rocas lunares
conocido como KREEP por las siglas en inglés de sus componentes). Los
investigadores chinos sugieren que pueden producir un calentamiento radiactivo
que sería capaz de derretir las rocas del manto de la Luna, lo que provocaría
que pequeñas cantidades de magma salieran a la superficie.
El hallazgo es tan novedoso que podríamos estar al
comienzo de una nueva fase en la comprensión de la geología lunar. “Este
descubrimiento podría hacer que pudiésemos elegir otros lugares donde pensamos
que ha existido vulcanismo reciente y traer muestras a nuestro planeta que
podamos datar para confirmar si, efectivamente, la Luna ha estado activa
durante más tiempo del que habíamos pensado”, señala el geólogo español.
Algunos expertos van incluso más allá y creen que
este trabajo tendrá repercusiones muy importantes en la investigación espacial.
“Esto implica que la Luna todavía puede ser capaz de producir magma”, afirman
Yuri Amelin y Qing-zhu Yin, investigadores del Instituto de Ciencias Básicas de
Corea de Sur y de la Universidad de California en Davis, respectivamente, que
analizan la trascendencia del hallazgo en otro artículo publicado al mismo
tiempo en Science. Estos expertos valoran especialmente el escrupuloso trabajo
que ha permitido a sus colegas chinos distinguir entre las esferas que son
producto del impacto de meteoritos y las que tienen un origen volcánico (ha
sido como encontrar la “aguja volcánica” en el pajar, aseguran) y sugieren que
“es prometedor no solo para los futuros estudios lunares, sino también para
muestras de otros cuerpos celestes pequeños”.
El hecho de
que un satélite como la Luna mantenga suficiente calor para sostener una
importante vitalidad interna hasta una etapa muy tardía puede cambiar nuestra
visión de la geología planetaria. Las estimaciones más recientes calculan que
la edad de la Luna podría ser de 4.425 millones de años, así que resulta muy
impactante pensar que la mayor parte de ese tiempo ha tenido actividad
volcánica. Por eso, según explican Yuri Amelin y Qing-zhu Yin, esta
investigación avivará el debate sobre “la evolución térmica de los cuerpos
planetarios y la cuestión de cómo se enfrían los planetas, que aún no se
conoce”.
Por otra parte, estos resultados de la misión
Chang'e-5 llegan en plena reactivación de la carrera espacial y, en particular,
de la exploración lunar, a la que se están sumando nuevas potencias, no solo
China, sino también Japón, India o Israel; a través de misiones públicas y
privadas. La geología de nuestro satélite natural está estrechamente
relacionada con la disponibilidad de recursos, desde agua hasta minerales, que
serían esenciales para el posible establecimiento de bases permanentes. Por
eso, este tipo de hallazgos resultan trascendentales para el futuro de la
humanidad en el espacio.
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