Un agujero negro detenido desafía los modelos astrofísicos actuales

 

Un agujero negro masivo, detectado por el telescopio espacial James Webb, ha revolucionado la comprensión de estos enigmáticos objetos cósmicos al mostrar períodos de casi inactividad. Este descubrimiento sugiere que los agujeros negros podrían alternar entre fases de crecimiento rápido y largos periodos de letargo, desafiando los modelos actuales de formación y desarrollo.

El hallazgo, liderado por astrónomos de la Universidad de Cambridge y publicado en Nature , identifica un agujero negro que se formó apenas 800 millones de años después del Big Bang, con una masa 400 millones de veces superior a la del Sol. Este objeto cósmico constituye aproximadamente el 40% de la masa total de su galaxia anfitriona, un porcentaje extraordinario en comparación con los agujeros negros en el universo local, cuya proporción suele ser del 0,1%.

A pesar de su inmenso tamaño, este agujero negro ingiere gas a un ritmo extremadamente lento, 100 veces menor que su límite teórico máximo. Esta característica lo hace prácticamente inactivo, lo que ha permitido a los científicos medir con precisión la masa de su galaxia anfitriona y plantear nuevas preguntas sobre la evolución temprana del universo.

Según los investigadores, este comportamiento sugiere que los agujeros negros en el universo primitivo podían alternar entre períodos de crecimiento acelerado y fases de inactividad prolongada, una hipótesis que contrasta con los modelos estándar que describen un crecimiento continuo y constante. Este descubrimiento destaca la capacidad del telescopio James Webb para detectar estos "monstruos" cósmicos incluso en galaxias pequeñas y menos luminosas, abriendo una nueva ventana al estudio de los orígenes del cosmos.

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