Nueva erupción en el suroeste de Islandia obliga a evacuar de nuevo a miles de personas

El volcán Sundhnúkagígar ha entrado en erupción por octava vez desde 2023, provocando un nuevo desalojo en esta zona sísmica del país

El sur de Islandia ha vuelto a activar sus protocolos de emergencia tras una nueva erupción del volcán Sundhnúkagígar, situado en la península de Reykjanes. El evento eruptivo, registrado este martes 1 de abril a las 6:30 de la mañana (hora local), ha obligado a la evacuación inmediata de la localidad de Grindavik, una población pesquera de aproximadamente 3.500 habitantes.

Los expertos ya habían advertido del riesgo en los días previos, tras detectar un flujo de magma subterráneo activo, acompañado de una intensa serie de pequeños terremotos y cambios en la presión de los pozos operados por HS Orka, la empresa energética de la zona. La Oficina Meteorológica de Islandia (IMO) confirmó que estos signos indicaban claramente una intrusión de magma, anticipando la erupción.

Solo ocho personas han decidido permanecer en Grindavik, según fuentes policiales recogidas por la cadena pública RUV. El resto de la población fue evacuada en cuanto se detectaron las primeras deformaciones del terreno, tanto en el área de Sundhnuk como dentro del propio núcleo urbano.

La portavoz de Protección Civil, Hjordis Gudmundsdottir, ha señalado que se activó el plan de evacuación de forma preventiva, ante la posibilidad de que se repitiera el peor de los escenarios vividos en los últimos años. Esta es la octava erupción del volcán desde el año 2023, y la tercera que obliga a desalojar la localidad.

Un helicóptero ha sido movilizado para verificar la escala exacta de la erupción y recabar imágenes que confirmen la evolución del fenómeno. Mientras tanto, las autoridades mantienen el nivel de alerta y refuerzan los dispositivos de seguridad en toda la región.

Desde finales de 2023, tras las primeras erupciones de esta serie volcánica, casi todas las viviendas de Grindavik han sido adquiridas por el Estado islandés, lo que ha provocado que gran parte de la población haya abandonado ya la localidad de forma permanente.

La situación en Reykjanes reabre el debate sobre la vulnerabilidad del país ante el aumento de la actividad volcánica, en un contexto donde la monitorización científica y la respuesta rápida de las autoridades están siendo claves para evitar consecuencias mayores.

 


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