Descienden a la cueva más profunda de la Tierra… y encuentran un cadáver

A 2.209 metros bajo tierra, esta caverna del Cáucaso alberga una biodiversidad única y exige un precio extremo a quienes osan explorarla

La cueva Veróvkina, situada en el macizo Arabika, en la región de Abjasia (Cáucaso occidental), continúa consolidándose como uno de los lugares más extremos y enigmáticos del planeta. Con sus 2.209 metros de profundidad verificados en 2024, mantiene el récord como la cueva más profunda del mundo y atrae a algunos de los espeleólogos más experimentados, aunque no exentos de riesgos fatales.

Durante su última expedición, un equipo liderado por el veterano Pavel Demidov no solo confirmó nuevas cotas de profundidad, sino que también realizó descubrimientos que impactan tanto en el ámbito científico como en el humano.

Veinte especies únicas sin luz ni pigmento

En colaboración con el Instituto Papanin de Biología de Aguas Continentales, los científicos identificaron más de veinte nuevas especies adaptadas a la oscuridad perpetua. Ciempiés, sanguijuelas y escorpiones ciegos y despigmentados habitan estos pasajes subterráneos, aislados del mundo exterior durante millones de años. Para la comunidad científica, estos organismos representan un laboratorio natural de evolución extrema, análogo a condiciones que podrían darse en cuerpos celestes como Marte o la luna Europa de Júpiter.

Una muerte que sacude al mundo de la espeleología

Pero no todo fue ciencia. En un punto intermedio de la exploración, los equipos encontraron el cadáver de Sergey Kozeev, un turista aficionado a las aventuras extremas desaparecido en noviembre de 2024. Según la Unión Internacional de Espeleología (UIS), Kozeev carecía del equipo mínimo imprescindible, lo que, unido a la humedad constante, las temperaturas cercanas a cero y los pasos verticales, pudo precipitar su trágico desenlace. La investigación sobre su muerte sigue en curso, pero su caso sirve como advertencia sobre los límites del cuerpo humano y la temeridad en entornos de alta exigencia técnica.

Una historia reciente marcada por el riesgo

La cueva Veróvkina fue descubierta en 1968 y, durante décadas, fue objeto de exploraciones que ampliaron progresivamente su profundidad. Fue reconocida como la más profunda del mundo en 2017, superando el récord anterior de la cueva Krúbera, también en Abjasia. Su nombre rinde homenaje a Alexander Verevkin, espeleólogo soviético fallecido en una expedición en 1983, víctima de un accidente en otro sistema del macizo Arabika.

Desde entonces, la cueva ha sido escenario de logros técnicos notables, descubrimientos científicos y tragedias humanas, confirmando que explorar sus entrañas equivale a enfrentarse a uno de los mayores desafíos físicos y mentales posibles para el ser humano.

El abismo como espejo del alma humana

Veróvkina no es solo un pozo físico: es un símbolo moderno de la frontera entre el conocimiento, el valor y la vulnerabilidad humana. Como las expediciones polares o los viajes espaciales, cada descenso a sus profundidades exige preparación extrema y conciencia de los riesgos, pero promete también descubrimientos que redefinen los límites de la ciencia y de nosotros mismos.

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