El Mediterráneo nació de un diluvio

Hace más de cinco millones de años, una catástrofe geológica colosal transformó un desierto de sal en el mar Mediterráneo actual, ofreciendo lecciones clave sobre el cambio climático y la resiliencia de la vida

Hace 5.3 millones de años, el mar Mediterráneo tal como lo conocemos no existía. En su lugar, una vasta cuenca árida y sofocante albergaba extensas llanuras de sal y lagos hipersalinos, resultado de la Crisis de Salinidad del Messiniense, una etapa en la que el estrecho de Gibraltar se cerró y aisló el Mediterráneo del océano Atlántico. La evaporación redujo el mar a un puñado de charcas salobres, donde pocas especies lograban sobrevivir.

La ruptura del dique: el inicio del diluvio

Ese equilibrio extremo se rompió cuando, por efecto de la erosión y el hundimiento, la barrera natural en el estrecho de Gibraltar cedió. Un fino hilo de agua atlántica dio paso a lo que pronto se convertiría en una de las mayores inundaciones de la historia de la Tierra. Según los estudios citados por Yolaisi García (2024) en El Imparcial, el caudal que cruzó la brecha alcanzó entre 68 y 100 millones de metros cúbicos por segundo, una fuerza capaz de generar vientos similares a los de una tormenta tropical y desencadenar terremotos por presión sobre la corteza terrestre.

La cascada más alta de la historia

El agua se precipitó hasta chocar con el Escarpe de Malta, una segunda barrera geológica donde se formó una colosal cascada de 1.5 kilómetros de altura, treinta veces más alta que las Cataratas del Niágara. Este fenómeno, conocido como la megainundación Zancliense, transformó para siempre la geografía mediterránea en un plazo de entre dos y dieciséis años, según estimaciones geológicas.

Renacimiento lento de un nuevo mar

El resultado fue el nacimiento del mar Mediterráneo actual. Sin embargo, el proceso no fue inmediato ni idílico. La nueva masa de agua era excesivamente salada y pobre en nutrientes, lo que impidió la recolonización inmediata de especies. Solo 86 de las más de 700 especies marinas que habitaban el antiguo mar sobrevivieron, refugiadas en lagos aislados durante la sequía. La recuperación de la biodiversidad fue lenta, y aún hoy, el Mediterráneo conserva una salinidad superior a la del Atlántico.

Un espejo para el presente climático

Para la geóloga Konstantina Agiadi, el diluvio Zancliense representa un experimento natural único. La catástrofe nos ofrece una valiosa analogía para entender cómo el cambio climático puede transformar radicalmente los ecosistemas, y cómo, aunque la naturaleza se adapta, la pérdida de biodiversidad puede ser irreversible. La historia de este evento no solo impresiona por su magnitud, sino que alerta sobre los límites de la resiliencia planetaria.

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