Hallan en Atapuerca evidencias de canibalismo infantil hace 850.000 años

Una vértebra cervical de un niño o niña de Homo antecessor presenta marcas de corte precisas, interpretadas como una decapitación intencionada vinculada al canibalismo sistemático

Una vértebra cervical humana infantil, datada en unos 850.000 años, ha sido descubierta recientemente en el yacimiento de Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca. El fósil, perteneciente a un niño o niña de entre dos y cuatro años, presenta claras marcas de corte compatibles con una decapitación intencionada, lo que ha llevado al equipo investigador del IPHES-CERCA a considerarlo una evidencia directa de canibalismo infantil entre los Homo antecessor

El hallazgo es parte de una nueva campaña de excavación en el nivel TD6, donde también han sido localizados otros diez restos humanos. Según la investigadora Palmira Saladié, coordinadora de los trabajos junto a Andreu Ollé, “el caso del niño es especialmente impactante: no solo por su edad, sino por la precisión de las marcas. La vértebra muestra incisiones claras en puntos anatómicos clave para desarticular la cabeza. Es una evidencia directa de que ese niño fue procesado como cualquier otra presa”

Un comportamiento repetido y no excepcional

Las marcas halladas en esta vértebra y en otros restos confirman un patrón reiterado de descarnación, fracturas y procesamiento cárnico, similar al que se observa en huesos de animales consumidos por estos homínidos. Según Saladié, “el tratamiento de los muertos no era algo excepcional, sino reiterado”. Este comportamiento ya fue documentado hace casi tres décadas en ese mismo nivel de Gran Dolina, cuando se identificaron los primeros indicios de canibalismo humano en Europa

El hallazgo refuerza la hipótesis de que el canibalismo entre Homo antecessor no era un acto puntual o ritual, sino un recurso alimentario sistemático, posiblemente también vinculado al control territorial y a la competencia por la supervivencia en un entorno hostil

Interacción entre humanos y carnívoros

Además del hallazgo humano, en esta misma campaña se ha documentado la presencia de una letrina de hienas con más de 1.300 coprolitos (excrementos fosilizados), situada justo por encima del nivel con restos humanos. Esta superposición es clave para entender la ocupación alterna de la cueva por carnívoros y humanos, aportando datos valiosos sobre la competencia ecológica y la dinámica del entorno hace casi un millón de años

Gran Dolina, aún por descubrir

El equipo de IPHES-CERCA considera que el nivel TD6 aún esconde numerosos restos humanos y continúa siendo una de las claves para comprender cómo vivían, morían y eran tratados los individuos del Pleistoceno Inferior. “Cada año aparecen nuevos datos que nos obligan a replantear el comportamiento de los primeros europeos”, concluye Saladié

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