El zinc del esmalte dental, clave para saber la dieta de seres prehistóricos
Científicos alemanes han conseguido
establecer con este método si los fósiles de mamíferos del Pleistoceno eran
carnívoros o herbívoros
Un equipo científico ha
logrado por primera vez reconstruir la dieta de vertebrados prehistóricos
analizando los tipos de zinc en su esmalte dental, un logro que amplia
sensiblemente el rango temporal y geográfico de estos estudios con respecto a
técnicas previas.
Según un comunicado del
Max Planck de Antropología Evolutiva, científicos de este centro alemán han
conseguido establecer con este método si los fósiles de mamíferos del
Pleistoceno hallados en 2015 en la cueva de Tam Hay Marklot (noreste de Laos)
eran carnívoros o herbívoros. Se trataba de búfalos de agua, rinocerontes,
jabalíes, ciervos, osos, orangutanes y leopardos que vivieron entre hace 13.500
y 38.400 años.
Con las técnicas
empleadas hasta ahora esto hubiese sido imposible. Estos métodos analizan los
isótopos -variedades de un átomo con diferente número de neutrones- de carbono
y nitrógeno en el colágeno de los huesos. Pero el colágeno se deteriora con el
paso del tiempo, especialmente rápido en climas áridos o tropicales húmedos,
reduciendo el rango a apenas un par de miles de años.
Los científicos
adoptaron un nuevo ángulo. Estudiaron el ratio de dos isótopos de zinc -el 66 y
el 64- en el esmalte dental de los fósiles, conscientes de que la carne
contiene una mayor proporción del primero que los vegetales.
Para evitar alteraciones
de fuentes externas de zinc en el esmalte dental analizado, los fósiles fueron
también estudiados en el Instituto Max Planck de Química, donde se comparó la
concentración y distribución del zinc de los restos prehistóricos con la de
denticiones de animales modernos. Y no se hallaron diferencias significativas.
"Los ratios de
isótopos de zinc en el esmalte fósil de la cueva de Tam Hay Marklot sugiere que
el esmalte tiene un excelente potencial de conservación a largo plazo, incluso
en condiciones tropicales", aseguran los autores en el estudio.
La investigación es un
éxito en sí misma, pero tiene un significado mayor. Los expertos confían en que
esta técnica permita estudiar los patrones de alimentación de fósiles
vertebrados de más de 100.000 años, algo impensable con el método del colágeno
ni en las mejores condiciones de conservación.
El objetivo del equipo
es ahora aplicar este logro a la reconstrucción de la dieta humana y ver cuánto
permite este método retroceder en el tiempo, aplicándolo a fósiles de mamíferos
extintos y dinosarios de hace más de un millón de años.
El zinc se ingiere en la
comida y se almacena en el cuerpo como un elemento esencial para la bioapatita,
la fase mineral del esmalte dental. EFE
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