Los hipopótamos de Pablo Escobar se vuelven amenaza en Colombia
Se han reproducido rápidamente pasando de 4
a 80 ejemplares y las autoridades temen que algún día ataquen a personas y
afectan a la fauna y flora local
María Jaramilla se
despertó en medio de la noche por la bulla que hacía su asustada mula. Miró
hacia el jardín y quedó anonadada: Un hipopótamo se paseaba por su terreno e
inspeccionaba los alrededores de su casa.
“Nos pegamos un gran susto”,
dijo Jaramilla, de 41 años.
Desde esa noche del 2018
los hipopótamos siguen visitando la zona, recorriendo callejuelas de Doradal,
una pequeña localidad rural colombiana a cuatro horas de auto de Medellín. De
vez en cuando los hipopótamos pastan en la canchita de fútbol local.
Se calcula que unos 80
hipopótamos, si no más, viven en esta zona del río Magdalena, el más importante
de Colombia, que parte el país por la mitad. Son descendientes de cuatro
hipopótamos que trajo al país el narcotraficante Pablo Escobar para tener en su
hacienda.
Se han reproducido
rápidamente y las autoridades temen que algún día ataquen a personas. Estos
animales que pesan tres toneladas pueden ser agresivos y en África matan más
gente que ningún otro animal. Los científicos advierten asimismo que amenazan
la flora y la fauna.
Un grupo de niños pasa
junto a un cartel que advierte sobre la presencia de hipopótamos camino a la
escuela en Puerto Triunfo, Colombia. Foto: Iván Valencia, AP
su época de esplendor,
Escobar tenía a los hipopótamos encerrados en un zoológico particular en su Hacienda
Nápoles, donde había una cantidad de animales exóticos, como jirafas y
elefantes.
Tras su muerte en 1993,
la mayoría de los animales fueron reubicados o fallecieron. Pero no los
hipopótamos. Debido a su tamaño y al costo de su transporte, fueron abandonados.
A medida que la hacienda
de Escobar se venía abajo, los animales se reprodujeron.
Las condiciones en la
hacienda eran ideales para ellos. Es un terreno con grandes lagos y arroyos,
abundantes pastizales y donde no hay depredadores naturales.
Los estudiantes de una
pequeña escuela primaria en los terrenos que supieron ser de Escobar ven todos
los días un cartel en el camino que dice “peligro, presencia de hipopótamos”.
“Es algo que nos
preocupa”, expresó Wilber Quiñónez, quien enseña en la escuela. “Tenemos que
encerrarnos adentro con los chicos para evitar accidentes”.
Hasta ahora los
hipopótamos no han atacado a humanos, pero a medida que aumenta su número y
amplían su radio de acción, acercándose cada vez más a zonas pobladas, los
expertos dicen que es inevitable que algún día ataquen a alguien.
Muchos lugareños, no
obstante, les tienen cariño a los animales, por sus sorpresivas visitas y por
su impacto económico, ya que su presencia atrae turistas. Todas las tardes en
la plaza principal del pueblo, los niños se cuelgan y juegan con estatuas de
hipopótamos y los negocios venden objetos alusivos a los animales.
Hay indicios de que los
hipopótamos están desplazando a algunas especies típicas de la zona y afectando
el medio ambiente.
Un estudio de investigadores
de la Universidad de California de San Diego indicó que los hipopótamos están
alterando la calidad del agua en la que pasan buena parte de su tiempo. Se
alimentan de noche y pasan el día refrescándose en lagos y arroyos, alterando
la composición química del agua.
“Esto puede tener varias
consecuencias negativas, incluida la aparición de algas dañinas y bacterias”,
dijo Jonathan Shurin, biólogo de UCSD que encabezó el estudio.
“Si su población sigue
aumentando como hasta ahora, el impacto potencial podría ser mucho más grave”.
Por ello las autoridades
tratan de encontrar una solución.
Cornare, organismo
estatal, es el encargado de tomar medidas aceptables para los lugareños y que
permitan disponer de los animales de una forma humana.
“Es algo urgente”, dijo
Gina Serna, especialista de Cornare involucrado en el tema de los hipopótamos.
“Ya tenemos un informe
de una familia de hipopótamos en el río Magdalena. El Magdalena conecta a casi
toda Colombia, lo que quiere decir que podrían llegar a cualquier parte del
país”, apuntó.
El plan es esterilizar a
los animales. Serna y varios empleados de Cornare llevaron a cabo el año pasado
la primera esterilización quirúrgica de una hembra jamás hecha en Colombia.
Es un procedimiento
complejo. Hay que atraer al animal y encerrarlo en un corral, donde se usan
sedantes para dormirlo. Hacer tajos en las capas de piel, grasa y músculos
puede tomar tres horas. Luego la hembra es esterilizada, se la cose y se la
suelta. Los especialistas siguen de cerca su recuperación.
Más adelante este año el
equipo de Cornare ensayará varias esterilizaciones quirúrgicas, además de una
técnica de esterilización a base de sustancias químicas que ya ha tenido éxito
en los cerdos.
Pero los especialistas
admiten que esto no bastará para contener la reproducción de los animales. Se
estima que esa población se multiplicará por cuatro en los próximos diez años y
que a mediano plazo podría haber miles en Colombia. Por ahora, esto es todo lo
que se puede hacer con los medios disponibles.
“Con más dinero y más
ayuda, podríamos ser más efectivos”, dijo Serna.
Los lugareños, mientras
tanto, aprenden a vivir con sus vecinos.
Para Giver Cardona, esto
significa tener mucho cuidado cuando lleva a su esposa a trabajar en su moto
por calles de tierra detrás de la Hacienda Nápoles.
Una mañana reciente,
Cardona regresaba a su casa luego de llevar a su esposa al trabajo antes del
amanecer y al tomar una curva se estrelló contra un objeto grande, oscuro. Era
un hipopótamo.
Cardona, de 31 años, se
paró rápidamente y respiró aliviado cuando vio que el animal tuvo la misma
reacción que él: Salió corriendo.
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