Hallan el primer fósil de pichiciego, el armadillo más pequeño del mundo
Investigadores del CONICET identificaron
restos de 9 millones de años que permitirán entender cómo fue su evolución
Un grupo de
investigadores del CONICET identificó por primera vez restos fósiles de un
pichiciego, un armadillo que es considerado el más pequeño del mundo y que
habita únicamente en Argentina y otros países del sur de Sudamérica.
Es
considerado uno de los animales más extraños de la región ya que, por sus
esquivos hábitos, muchas de sus características biológicas son aún
desconocidas.
La descripción de este
inusual mamífero representa el primer registro fósil del género y de la especie
y fue publicada recientemente en el Journal of Vertebrate Paleontology, con el
nombre de Chlamyphractus dimartinoi. Los restos tienen entre 9 y 10 millones de
años de antigüedad y fueron hallados en la provincia de Buenos Aires hace más
de 30 años, pero recién en 2019 los paleontólogos lograron determinar a qué
animal pertenecían.
Este descubrimiento
permitirá conocer cómo fue la evolución de este minúsculo armadillo, cuyos
ejemplares actuales miden apenas unos 10 centímetros, pesan menos de 100 gramos
y tienen un fascinante caparazón de color rosa que cubre sus pelos blancos.
“Haber encontrado este fósil equivale a hallar una aguja en un pajar”, señala
el becario doctoral del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral
(CECOAL, CONICET – UNNE), Daniel Barasoain, primer autor del trabajo y
responsable del descubrimiento.
Mientras estudiaba
materiales vinculados a su tema de tesis —referida a distintos aspectos de los
cingulados del Mioceno tardío en Argentina —, el paleontólogo se encontró con
fósiles que habían sido hallados en la década del 70 en cercanías de la laguna
Chasicó, en la provincia de Buenos Aires, pero que hasta ese entonces no habían
podido ser identificados. Formaban parte de la colección del Museo de Ciencias
Naturales de Monte Hermoso, creado por Vicente Di Martino, un coleccionista y
aficionado que había colectado estos restos.
Ante la sospecha de que
se trataba de un pichiciego, Barasoain se contactó con distintos expertos, como
la investigadora independiente del Instituto de Medicina y Biología
Experimental de Cuyo (IMBECU, CONICET – UNCUYO), Mariella Superina, considerada
la principal especialista en este género en Argentina. Fue ella quien ayudó a
confirmar que estaban frente al primer registro fósil de este esquivo animal,
que pertenece a una subfamilia de cingulados denominada clamiforinos, y del que
todavía se desconocen múltiples aspectos vinculados a su hábitat y a su
reproducción.
Es que los pichiciegos
tienen hábitos similares a los de los topos: son nocturnos y se desplazan por
debajo de la tierra. Estas características, sumadas a su pequeño tamaño, hacen
que sean muy difíciles de identificar y de avistar en el campo.
Actualmente, se conocen
dos especies de pichiciegos: Chlamyphorus truncatus, que sólo habita en
Argentina y se encuentra en la región de Cuyo, y Calyptophractus retusus, que
tiene un tamaño ligeramente mayor y se encuentra las provincias del NOA, en
Bolivia y en Paraguay. Por sus características, el fósil hallado es considerado
una especie distinta y fue nombrado Chlamyphractus dimartinoi, en homenaje al
coleccionista que lo halló.
“Este
descubrimiento nos permite empezar a conocer a estos animales tan raros con
mayor profundidad. A partir de ahora, vamos a poder ver cómo ha sido su
historia evolutiva, que es muy curiosa ya que está totalmente presionada por
sus hábitos subterráneos. Eso ha condicionado una serie de morfologías y
estructuras muy derivadas que son únicas en el mundo”, indica Barasoain.
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