La última comida de un reptil prehistórico: otro reptil de cuatro metros
Los fósiles esconden
secretos, muchas veces sorprendentes e inesperados, como el hallazgo de un
equipo de paleontólogos al suroeste de China: un fósil de un animal de cuatro
metros dentro del estómago del esqueleto casi completo de un reptil marino
gigante, similar a un delfín y conocido como ictiosaurio.
Ese segundo esqueleto,
según los investigadores, pertenecía a un reptil acuático, esta vez parecido a
un lagarto y conocido como talattosaurio, y es uno de los fósiles más largos
que se han encontrado en el estómago de un reptil marino prehistórico.
Aunque los científicos
no pueden decir con seguridad si el talattosaurio fue carroña o presa, este
trabajo podría ser la más antigua evidencia directa de que los reptiles marinos
del Triásico, como los ictiosaurios, que antes se creía que se alimentaban de
cefalópodos, eran superpredadores.
Los hallazgos aparecen
en la revista iScience, en un artículo que firman, entre otros, científicos de
la Universidad de Pekín y la Universidad de California en Davis.
“Si se mira a través de
todos los reptiles marinos similares que vivieron en la era de los dinosaurios,
en realidad nunca hemos encontrado en sus estómagos algo articulado parecido a
esto”, asegura Ryosuke Motani, de la Universidad de California.
Los investigadores no
encontraron huellas de la actividad de ácidos estomacales, por lo que este
ictiosaurio de casi cinco metros debió de haber muerto muy pronto después de
ingerir su último alimento hace unos 240 millones de años.
“Al principio no lo
creíamos, pero después de pasar varios años visitando la excavación y viendo
los mismos especímenes, finalmente fuimos capaces de digerir lo que estábamos
viendo”, resume Motani.
Hasta ahora, los
investigadores pensaban que los ictiosaurios se alimentaban de presas pequeñas
como los cefalópodos.
Motani recuerda que ya
se había sugerido que para ingerir especies grandes no eran cruciales los
dientes en punta “y nuestro descubrimiento realmente apoya eso. Está bastante
claro que este animal podía procesar gran alimento usando dientes romos”.
No obstante, los
investigadores no saben si el ictiosaurio mató al citado individuo o
simplemente lo recogió. “No había nadie allí filmando”, aunque hay razones para
creer que no se trataba de un caso de carroñeo, asegura Motani.
Y es que los modernos
estudios de descomposición marina sugieren que, si se deja que se descompongan,
las extremidades del talattosaurio se desintegrarían y se desprenderían antes
que la cola.
En cambio, aquí se
encontró lo contrario: las extremidades del talattosaurio estaban al menos
parcialmente adheridas a su cuerpo en el estómago, mientras que se halló una
cola desconectada a muchos metros de distancia, lo que lleva a los autores a
creer que fue arrancada y dejada atrás por un depredador como el ictiosaurio.
Tanto si el ictiosaurio
mató a su última comida como si no, el fósil proporciona la evidencia directa
más antigua de que estos reptiles marinos gigantes consumieron animales más
grandes que los humanos.
“Esto sugiere que la
superpredación fue probablemente más común de lo que pensábamos anteriormente”,
concluye Motani en sendas notas del grupo Cell, editor de la revista, y la
Universidad de California | EFE
.-
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