Se cumplen 175 años del descubrimiento de Neptuno
En uno de los hallazgos astronómicos más importantes del siglo XIX, en la noche del 23 de septiembre de 1846 el astrónomo alemán Johann Gottfried Galle avistó, desde el Nuevo Observatorio de Berlín, al octavo y más alejado de los planetas del sistema solar: Neptuno.
El telescopio utilizado por Galle fue un refractor
acromático de 9 pulgadas francesas (24,4 cm.) de apertura, que había sido
fabricado por la firma Merz und Mahler,
de Joseph Fraunhofer.
Era un telescopio de alto rendimiento para su época,
con uno de los mayores dobletes acromáticos disponibles y una montura
ecuatorial finamente elaborada, con una unidad de reloj para mover el tubo
principal 4 m (13,4') en el tiempo con la rotación de la Tierra.
Actualmente, el telescopio que descubrió a Neptuno se encuentra exhibido en
el Deutsches Museum von Meisterwerken der Naturwissenschaft und Technik de
Munchen, Alemania, museo que cuenta con una de las colecciones de ciencia y
tecnología más grandes del mundo.
La más llamativo del descubrimiento de Galle, quien
contó con la valiosa ayuda de su colega prusiano Heinrich Louis d'Arrest, es
que a diferencia de otros planetas o satélites encontrados recientemente, el
caso de Neptuno- que en mitología romana significa “dios del mar”-, ya había
sido pronosticado matemáticamente por el francés Urbain Le Verrier, antes de
ser observado directamente por Galle.
Precisamente, si bien a partir de este hallazgo Le Verrier intentó explicar las anomalías del
movimiento de Mercurio mediante la existencia de un hipotético “planeta
intramercurial" al que se denominó Vulcano, dicha particularidad se
explicaría, ya en el siglo XX, mediante un efecto de la Teoría de la
Relatividad General de Einstein, con lo que la existencia del hipotético
Vulcano quedó completamente descartada.
Mientras el 28 de diciembre de 1611, el astrónomo y
físico italiano Galileo Galilei observó el cielo nocturno invernal,
confundiendo a Neptuno con un satélite de Júpiter, en 1821 su colega francés
Alexis Bouvard, fabricante de las tablas de datos de Júpiter, Saturno y Urano,
fue el primero que teorizó sobre la existencia de otro astro, tras observar
varias anomalías en la órbita de Urano.
Y si bien en 1843, el matemático y astrónomo inglés
John Couch Adams predijo la existencia y la posición del planeta Neptuno,
utilizando únicamente las matemáticas, sería, finalmente, el 23 de septiembre de 1846 cuando Galle
logró avistar e identificar oficialmente por primera vez en el espacio a
Neptuno, a menos de un grado de dónde lo había previsto Le Verrier, también
gracias a sus cálculos matemáticos.
Octavo y último de los planetas del sistema solar,
Neptuno está compuesto por materiales rocosos en su interior, fundidos con
agua, amoníaco líquido y metano, y por una mezcla de gas caliente compuesto de
hidrógeno, helio, agua y metano, en su exterior.
Actualmente se trata del último planeta del sistema
solar desde que Plutón fuera degradado a la categoría de “planeta enano”.
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