Ayahuasca, de planta mística a especie en peligro de extinción
Los rituales de ayahuasca que se practican a manera de atracción turística pierden legitimidad y compromiso místico, asegura antropólogo.
La tendencia comenzó hace apenas una década.
Turistas de Estados Unidos y algunos países de Europa empezaron a visitar los
países que conviven con la selva amazónica para vivir la experiencia de un
ritual de ayahuasca. Atraídos por las propiedades curativas naturales de la cactácea,
una industria creciente de extranjeros busca solucionar sus cargas kármicas por
medio de la curación espiritual ancestral.
De acuerdo con el historiador Mark Hay, sin embargo,
estas nuevas prácticas turísticas no están en sintonía con la intención
original de estos rituales místicos. Por el contrario, tienden a invadir las
prácticas culturales milenarias que han coexistido con el ecosistema a través
de su historia natural. Y lo que es más: están modificando las dinámicas
internas y naturales que les sostienen. Así se colonizó la ayahuasca.
El uso de ayahuasca es milenario. Diversas prácticas
curativas, espirituales y místicas se extienden en la Amazonía de Brasil,
Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia. Los pueblos originarios que han habitado la
selva húmeda desde hace miles de años han desarrollado —a veces de manera
aislada; a veces, en conjunto— una multiplicidad de sanciones y usos para la
cactácea, que se encuentra la naturaleza en vainas, bajo el nombre de
Banisteriopsis caapi.
Por medio de tés, infusiones y otras preparaciones
ceremoniales, las tribus amazónicas —especialmente las quechuas— han generado
un entramado místico, religioso y cultural en torno a la ayahusca. Milenios
antes de la llegada de los europeos a América, curanderos, brujos y
vegetalistas conocían las propiedades psicoactivas de la planta, y la
respetaban como el puente que permitía una conexión espiritual con el entorno
que les rodeaba.
En sintonía con el cosmos, las tribus locales
aprendieron a cuidar y cultivar la ayahuasca como un componente fundacional de
su sociedad. Por esta razón, desde entonces se le han atribuido propiedades
curativas más allá del plano de consciencia en la vigilia. Por medio de las
alucinaciones que produce la ayahusca, los practicantes podían reconocerse a sí
mismos en los demás, entender sus malestares físicos y curar sus dolores
espirituales.
En la actualidad, aquellos extranjeros que visitan
estos países los catalogan todos bajo el término ‘chamanes’, que homogeneiza la
diversidad conceptual y de conocimiento ancestral que existe en la región. A
diferencia del marco legal que existe en sus países de origen, las regulaciones
latinoamericanas en términos de usos y costumbres sí permiten el uso ceremonial
de ésta y otras plantas con propiedades alucinógenas. El consumo recreativo,
por tanto, ha ido a la alza desde 1994, según los registros del antropólogo
Peter Gorman.
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