El entierro de un bebé revela que la sociedad mesolítica honraba a los niños
Hace 10.000 años, justo después de la última Edad de Hielo, un grupo de cazadores-recolectores enterró a una bebé. La sepultaron en una cueva, con una garra de búho real, decenas de conchas y cuatro colgantes, objetos con los que quisieron honrarla.
El cuidado puesto en los detalles de esta tumba
infantil revelan que para su pueblo, la niña era una persona, con los atributos
de un yo individual y entidad suficiente para ser considerada un miembro
igualitario del grupo.
Esta es la principal conclusión de un estudio
internacional que ha analizado este enterramiento situado en la cueva de Arma
Veirana, en las montañas de Liguria, en el noroeste de Italia.
Los detalles de la investigación se publican hoy en
Nature Scientific Reports y ofrecen información relevante sobre la estructura
social de las poblaciones del Mesolítico temprano.
"La evolución y el desarrollo de cómo los
primeros humanos enterraron a sus muertos, como se revela en el registro
arqueológico, tiene una enorme importancia cultural", afirma Jamie
Hodgkins, paleoantropóloga de la Universidad de Colorado.
El entierro se descubrió en 2017 y fue excavado en
2018 por un equipo de
investigadores de Italia, Alemania, Estados Unidos y
Canadá.
En las dos primeras temporadas de excavación cerca
de la boca de la cueva, el equipo encontró herramientas de más de 50.000 años
típicamente asociadas con los neandertales en Europa, así como restos de
comidas antiguas, como huesos de jabalíes y alces marcados con cortes, y trozos
de grasa carbonizada.
Dentro de la cueva, hallaron conchas perforadas y
restos del enterramiento de un bebé, un hallazgo extremadamente raro y esencial
para averiguar cómo eran las prácticas funerarias de finales del Paleolítico y
comienzos del Mesolítico.
"El Mesolítico es particularmente interesante.
Siguió al final de la última Edad de Hielo y representa el último período en
Europa en el que la caza y la recolección eran la forma principal de ganarse la
vida. Así que es un período de tiempo realmente importante para comprender la
prehistoria humana", apunta Caley Orr, de la Universidad de Colorado.
Las pruebas de datación por radiocarbono, proteínas
y ADN antiguo determinaron que el bebé, al que el equipo apodó
"Neve", vivió hace 10.000 años y era una niña de un linaje de mujeres
europeas conocido como haplogrupo U5b2b.
El estudio de los dientes reveló que murió entre 40
y 50 días después de su nacimiento y que durante su gestación experimentó un
estrés que detuvo brevemente el crecimiento de sus dientes 47 y 28 días antes
de nacer.
En cuanto a los adornos que llevaba, el análisis
puso de manifiesto el sumo cuidado que se había puesto en cada pieza y confirmó
que muchos de los adornos estaban desgastados, es decir, eran 'heredados',
regalos de miembros del grupo para la bebé fallecida.
Los detalles del estudio de los adornos, junto con
los resultados adicionales, son el tema central de un artículo separado,
actualmente en revisión. EFE
.-
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