Un misterioso homínido bípedo dejó sus huellas hace más de 3 millones de años en Tanzania
Hace medio siglo, la paleontóloga Mary Leakey y su equipo descubrieron cinco huellas consecutivas en el yacimiento de Laetoli de Tanzania, que proporcionaron las pruebas inequívocas más antiguas de bipedismo en los homínidos. En aquel momento, se propuso que estas huellas habían sido realizadas por Australopithecus afarensis, la misma especie del famoso esqueleto de ‘Lucy’.
Sin embargo, otro conjunto de huellas excavadas en
un yacimiento cercano denominado A, y posteriormente tapadas, suscitaron un
debate. En un principio, algunos investigadores pensaron que debían ser de un
tipo de homínido, otros que pertenecían a un oso joven que caminaba sobre sus
patas traseras. En la década de los 80, el geólogo Dick Hay, miembro del equipo
de investigación de Mary Leakey, las fechó en 3,7 millones de años de
antigüedad utilizando la relación entre el potasio radiactivo y el argón
(datación K-Ar) en la capa de ceniza volcánica.
En 2019 estas huellas fueron reexcavadas y limpiadas
completamente por un equipo de científicos desplazados a Tanzania. Las huellas
se midieron, fotografiaron y escanearon en 3D.
Aunque se han encontrado miles de fósiles de
animales en Laetoli, ninguno era de oso. De esta forma, determinaron
inequívocamente que fueron hechas por un homínido
Las marcas de pisada son muy distintas en osos,
chimpancés y humanos. Al analizarlas, los investigadores pudieron comprobar que
eran muy parecidas a las de los homínidos. De hecho, llegaron a analizar en
vídeo el comportamiento del oso negro americano salvaje (Ursus americanus), que
apenas camina sobre sus patas traseras. Además, aunque se han encontrado miles
de fósiles de animales en Laetoli, ninguno era de oso. De esta forma,
determinaron inequívocamente que fueron hechas por un homínido, pero ¿cuál?
“Estas huellas demuestran que la evolución de la
marcha erguida fue más complicada y más interesante de lo que pensábamos. En
esta época de nuestra historia evolutiva había al menos dos homínidos que
caminaban de forma diferente, con pies de formas distintas. Esto muestra que la
adquisición de la manera de caminar de los humanos fue menos lineal de lo que
muchos imaginan. En otras palabras, a lo largo de nuestra historia, hubo
diferentes experimentos evolutivos sobre cómo ser bípedo”, declara a SINC
Jeremy M. De Silva, coautor del trabajo, que publica la revista Nature, e
investigador del Dartmouth College (EE UU).
El yacimiento A de Laetoli visto mediante
fotogrametría que muestra cinco huellas de homínidos (a) mapa de contorno del
yacimiento, generado a partir de un escaneo de superficie en 3D (b) mapa que
muestra Laetoli, que se encuentra dentro del Ngorongoro en el norte de Tanzania
(c) mapas topográficos de la huella A2 (d) y la huella A3. / Imágenes (a) y (b)
de Austin C. Hill y Catherine Miller. Imagen (c): Ilustración utilizando
GoogleMaps por Ellison McNutt. Imágenes (d) y (e) de Stephen Gaughan y James
Adams
Este homínido, que aún no ha sido identificado,
caminaba de forma inusual: su paso era cruzado, es decir, cada pie cruza por
encima de la línea media del cuerpo para tocar el suelo delante del otro pie.
Hay evidencias de que diferentes especies de
homininos caminaban de formas biomecánicas diferentes, pero no hay ninguna
reconstruida que camine de forma cruzada como esta.
“Todavía no estamos seguros de lo que significa. El
paso cruzado se produce a veces en los humanos cuando caminamos sobre un
terreno irregular, lo que quizás explique este extraño modo de andar. O tal vez
solo este homínido individual caminaba de una manera peculiar. O tal vez una
especie desconocida de homínidos estaba adaptada para caminar de esta manera.
Lo veremos a medida que se descubran más huellas”, asegura De Silva.
Ellison J. McNutt, científica de la Universidad de
Ohio (EE UU), que también participa en el estudio, explica que aunque los
humanos no suelen dar pasos cruzados, este movimiento puedo haberse producido
cuando intentaba restablecer el equilibrio: “Las huellas del yacimiento A
pueden haber sido el resultado de un homínido caminando por una zona que era
una superficie desnivelada”.
“Limpiamos el interior de las huellas y encontramos
una clara impresión de un dedo gordo del pie agrandado, algo que solo se
encuentra en los primates, incluidos los simios y los homininos”, continúa De
Silva.
La anatomía de la cadera y la rodilla impide a los
osos equilibrarse con facilidad sobre una sola pata. Cuando caminan sobre dos
se tambalean de lado a lado, produciendo huellas muy espaciadas. Otra prueba
más de que el trayecto que hacen estas huellas fósiles es demasiado estrecho
para proceder de estos animales.
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