Aparecen más ‘bocas infernales’ en el Ártico
Nuestro planeta no ha llegado a su configuración
actual por mera casualidad, sino que ha sido a través de millones de años que
ha logrado instaurarse tal como es hoy en día para actuar como un enorme
sistema de autorregulación. En ese sentido, el Ártico es una región de gran
importancia ya que ayuda a mantener la temperatura global de la Tierra, pero la
aceleración del calentamiento como consecuencia de las actividades
antropogénicas ha ocasionado que poco a poco se detonaran cráteres en él, que
los expertos han nombrado ‘bocas al infierno’. Lamentablemente este fenómeno
continúa y han aparecido más cráteres en el permafrost del Ártico.
En la década de 1980, tras las desoladoras
operaciones de minería de estaño y la tala masiva de árboles en la región de
Siberia Oriental, se descubrió un cráter masivo que surgió como consecuencia de
la extracción desmedida de recursos naturales. Nombrado ‘Cráter de Batagaika’,
la estructura que se hunde como una cicatriz en el permafrost, tiene la forma
de una mantarraya y poco a poco ha ido aumentando de tamaño.
Hoy en día esta ‘boca infernal’ tiene 1 kilómetro de
largo y es sumamente profundo, alcanzando los 85 metros por debajo del nivel
normal del permafrost. Los pueblos tradicionales de la región, describen que se
escuchan sonidos retumbantes desde la boca y que continuamente se desgajan
pedazos de hielo de sus bordes.
El crecimiento del cráter de Batagaika ha mantenido
a los investigadores sumidos en la preocupación, pero no es la única alerta que
se encuentra encendida, pues más ‘bocas infernales están surgiendo desde la
capa de hielo inducidas por el calentamiento global.
El permafrost es sin duda alguna, un mecanismo
importante de la Tierra para mantener las temperaturas globales equilibradas.
Es una capa sumamente gruesa de hielo que se encuentra en las regiones polares
y está compuesta por sedimento terrestre y residuos orgánicos mezclados con
agua congelada. Sin importar las estaciones del año, esta capa permanece congelada,
protegiendo bacterias y virus milenarios que llevan enterrados ahí por eones.
Sin embargo, con el calentamiento global las cosas
están cambiando en el Ártico, donde poco a poco el permafrost pierde terreno.
Cada vez se han descubierto la aparición de nuevos cráteres ocasionados por las
temperaturas inusualmente elevadas en aquella región del planeta.
Los cráteres se pueden formar de manera natural por
ejemplo al ocurrir un incendio natural, lo que ocasionaría la desestabilización
del permafrost. Con el paso del tiempo, la naturaleza haría lo suyo y cubriría
nuevamente de hielo a la región, de hecho este ciclo ha estado ocurriendo
durante millones de años. Pero hoy en día las cosas son distintas, pues el
hombre ha estado acelerando el calentamiento natural del planeta con la emisión
de gases de efecto invernadero a la atmósfera. En consecuencia, el permafrost
no tiene el tiempo suficiente para regenerarse y sanar sus heridas, dejando
cicatrices que poco a poco se hacen más grandes.
El cráter de Batagaika es tan sólo una de las tantas
cicatrices que están surgiendo en el Ártico a medida que la crisis climática
avanza sin cesar.
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